lunes, 27 de junio de 2011

CORRE O SE ENCARAMA

Análisis
03/02/2003
CORRE O SE ENCARAMA

Manuel Felipe Sierra

Sólo faltaba la prueba inapelable de la voluntad popular. "El firmazo" del pasado domingo ratifica la acelerada deslegitimación del mandato de Chávez. Desde el 10 de diciembre del 2001, cuando la conjunción de empresarios, obreros, partidos políticos y  la sociedad civil provocó un robusto paro nacional se inició un proceso de movilización y protestas que ahora llama la atención del mundo entero.

El 2002 marcó un año singular en la historia venezolana. Cuatro paros generales- el último de los cuales todavía tiene expresiones críticas en áreas decisivas de la economía como la industria petrolera- iniciado el 2 de diciembre, y numerosas jornadas de masas en toda la nación que  adquirieron mayor vigor mientras pasaba el tiempo y que determinaron entre otras cosas el abandono de la Presidencia  de la República por Chávez y la cristalización de una severa fractura de la Fuerza Armada Nacional, tuvieron su desenlace en la multitudinaria jornada de hace apenas unas horas.


Esta puja entre la democracia y el autoritarismo deja lecciones irrepetibles. La emergencia de nuevos agentes de la sociedad civil que durante más de un año nunca abandonaron las calles en un ejercicio de sus derechos constitucionales y provocó la  convocatoria del referéndum consultivo que el Consejo Nacional Electoral fijó para el 2 de febrero. Ello también hizo posible la facilitación del secretario general de la OEA César Gaviria y posteriormente el apoyo del Grupo de Países Amigos estimulado por el expresidente Jimmy Carter que coloca sobre la mesa de negociación, con el apoyo de la comunidad internacional, la necesidad de aplicar una fórmula que mediante la consulta electoral conjure una inédita crisis de gobernabilidad.

Mientras los factores democráticos pusieron en tensión sus fortalezas, Chávez aceleró, en cambio, los perfiles represivos de su proyecto. Desconoció la fuerza de la acción cívica; impulsó la costosa prostitución de la FAN al convertirla no solamente en una parcela de sus partidarios sino también en un instrumento de agresión política. Avanzó en la destrucción de PDVSA hasta los límites que sus ejecutivos y trabajadores se jugaron la carta de una incierta acción huelgaria. Profundizó la presión -ahora por la vía legislativa- contra los medios de comunicación; y uso no solo usa los instrumentos intimidatorios del Estado sino que financia y promueve bandas delictivas contra la oposición.

Se erigió en dueño y señor (como un el cínico dictador decimonónico)  de los recursos públicos negando los aportes necesarios para una consulta electoral, las previsiones presupuestarias para gobernaciones y alcaldías sino que ahora -después de un nefasto control de cambio-  anuncia que asignará divisas al sector privado con la discrecionalidad de un enloquecido mandamás. Lo ocurrido hace 48 horas es la respuesta de un pueblo que apuesta a la democracia como un valor irrenunciable y demuestra una vez más, la ceguera y la torpeza de un mandatario que estafó la naturaleza de su mandato.  Ahora Chávez está ante un dilema: se declara dictador  como Pérez Jiménez cuando desconoció los resultados de la Asamblea Constituyente del 30 de noviembre de 1952 o se aviene -como tienen que hacer todos los gobernantes civilizados- a las realidades de un tiempo en el cual la democracia, y solo la decisión soberana de las mayorías  del pueblo es garantía de la estabilidad política e institucional. Chávez corre o se encarama. El pueblo está y seguirá estando en las calles.          

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