Análisis
10/04/2003
UN AÑO DE CONFRONTACIÓN
Manuel Felipe Sierra
¿Golpe de Estado frustrado?. ¿Autogolpe? ¿Vacío de poder?. Pese a la comparecencia ante la Asamblea Nacional de los principales actores de los sucesos de abril, todavía persisten gruesas dudas sobre los detalles que condujeron al abandono de la Presidencia de la República de Hugo Chávez Frías, la noche del 11 y su regreso el día 14 desde la Isla de la Orchila.
Si se trataba de una típica asonada militar resulta inexplicable que los golpistas no hayan tomado las medidas elementales que enseña la larga experiencia conspirativa en América Latina y de manera especial en Venezuela. ¿Por qué Chávez, tal como lo pidió no fue sacado del país inmediatamente después del anuncio de su renuncia hecho por el general Lucas Rincón? ¿Por qué los presuntos conspiradores no aprovecharon la conjunción de fuerzas sociales que habían iniciado el día 9 un paro cívico que se hizo indefinido y que desembocó en la masacre de Punte Llaguno, para integrar una Junta de Gobierno plural, sin incurrir en el disparate de sustituir a un líder con incuestionable fuerza popular por el máximo representante del empresariado.
¿Cuál es la verdad sobre el célebre decreto que hizo de Pedro Carmona Estanga el jefe del Estado y que vulneraba de manera flagrante los mecanismos constitucionales para la sucesión presidencial ¿Por qué Carmona no procedió a la suspensión de las garantías y al toque de queda, si tenía apoyo militar?
La hipótesis del autogolpe -a un año del hecho- cobra ahora mayor fuerza. Recientes declaraciones del general de la Aviación Pedro Pereira (uno de los oficiales disidentes de la Plaza Altamira) apuntan con datos precisos en esa dirección. La reunión previa a la marcha convocada el 11 de abril en Chuao, sostenida por el alto mando (con la presencia del Fiscal General Isaías Rodríguez) para activar el Plan Ávila; la cadena televisiva de Chávez, justamente, cuando se atacaba a tiros a los manifestantes; la decisión de renunciar del Presidente y luego el desmentido hecho en Fuerte Tiuna; la actitud de el general Raúl Baduel, quién permaneció a la expectativa hasta la mañana del 13, cuando se pronunció junto al Estado Mayor de la Aviación en Maracay solicitando el regreso de Chávez y la salida de Carmona, son elementos que comprueban que el gobierno estaba en conocimiento de la situación.
Pero es más, Chávez desconfiaba del máximo nivel castrense con posturas institucionales y no comprometido “hasta los tuétanos” (como él sostiene) con el proyecto de cubanización de la FAN. La designación de José Vicente Rangel, en febrero del 2001, (que fue objetada por los jefes de los cuatro componentes en reuniones celebradas inmediatamente en Cumaná y en la capital aragueña), se explicaba por la necesidad de colocar a un eficaz operador político, con sobrada experiencia y habilidad para la aplicación de un plan que suponía la liquidación de la jerarquía militar renuente a comprar, en todos sus términos, el proceso bolivariano.
El cuadro de crispación política que venía expresándose a partir del paro cívico del 10 de diciembre del 2001; la multitudinaria marcha opositora del 23 de Enero del 2002 (infinitamente superior a la convocada la misma fecha por el oficialismo) y el vigor que cobró la acción del 9 de abril convocada por Fedecámaras y la CTV, combinado con el conflicto de PDVSA, le abrieron a Chávez la oportunidad para actuar con audacia y a todo riesgo en la tarea de despejar la amenaza y la presión que se habían convertido en persistentes de la alta oficialidad contra la ideologización de la FAN.
Obviamente, que se produjo un cuadro de confusión y de vacío durante varias horas durante la tarde y la noche del 11. Pero ello, en todo caso demostraría que si estaba en marcha un golpe de Estado sus promotores actuaron con una torpeza infantil, mientras que Chávez y Rangel se ajustaron con mayor eficacia a una operación que tenía como objetivo pasar factura definitiva a un crecido grupo de oficiales. ¿Por qué posteriormente, el gobierno ha interferido la creación de la Comisión de la Verdad en el caso de los pistoleros que asesinaron esa tarde en la avenida Baralt a 19 venezolanos indefensos?. ¿De no sentirse comprometida la responsabilidad oficial en estos hechos, no hubiera sido otro el comportamiento de la justicia?. ¿Cómo se interpreta la glorificación de Richard Peñalver y sus compañeros por Chávez, Bernal y otros jefes del chavismo después de la insólita medida que los puso en libertad?.
LA NUEVA DINAMICA
Los sucesos de abril le imprimieron una nueva dinámica al proceso de radicalización política que comenzó a finales del 2001. Desde febrero de 1999, Chávez pudo gobernar sin oposición. Ello le permitió desarrollar la etapa constituyente con arreglo a un riguroso cronograma eleccionario hasta su relegitimación el 2000. Pero a partir de abril del año pasado se produjo la activación de nuevos factores sociales y políticos, que junto a la CTV, Fedecámaras y los partidos políticos marcan un hecho inédito en la historia venezolana.
Marchas, el ruido pertinaz de las cacerolas, protestas sectorizadas de las mujeres y los jóvenes (antes apáticos a la participación ciudadana) explican la jornada del 10 de octubre; el paro nacional del 21; la disidencia militar de la Plaza Francia el 22; la manifestación del 4 de noviembre para la entrega de las firmas del referéndum consultivo que fue activado legítimamente por el Consejo Nacional Electoral para el 2 de febrero; y el paro nacional que comenzó el 2 de diciembre y que durante mas de dos meses determino el colapso de la industria petrolera y de buena parte de la actividad productiva y el comercio, hasta finalizar con el “Firmazo” precisamente el día que debía celebrarse el referéndum anulado por una decisión del Tribunal Supremo de Justicia
La movilización popular sigue aunque obviamente debilitada por el enorme esfuerzo que implicó la paralización nacional de diciembre e inevitables desencuentros en el seno de la Coordinadora Democrática para la definición de una nueva estrategia. Pero, al mismo tiempo, el gobierno -si bien no en el plano del apoyo popular- ha logrado avanzar aceleradamente en la implantación de su modelo totalitario. Persiste la purga en los cuarteles, se ha destruido el corazón y el cerebro de PDVSA; se impuso un control de cambio político y punitivo y esta cerrando el anillo de su propia legalidad, con leyes como la de Contenidos, Tribunal Supremo de Justicia y la llamada “Ley antiterrorista” que le facilitará la represión desembozada contra sus adversarios.
La oposición está en el camino de presionar para la convocatoria del referéndum revocatorio contemplado en la Constitución. Chávez –ya lo ha dicho- hará todo lo posible para que éste no se realice. Todo indica que en los próximo días se agudizará el enfrentamiento (ya la gestión facilitadora de César Gaviria, las propuestas de Carter y la colaboración del Grupo de Países Amigos, en procura de una salida electoral son meramente simbólicas) entre el proyecto bolivariano y la robusta resistencia democrática del país. El pasado miércoles en un acto –vulgar parodia de las ceremonias fidelistas- el mandatario definió el rumbo de lo que viene, al contrastar a favor de Fidel Castro, naturalmente, los cuarenta y cuatro años de la revolución cubana y los cuarenta de la experiencia democrática venezolana ¿Es viable un modelo de esta naturaleza en el actual contexto internacional?. La inmensa mayoría de los venezolanos siguen luchando para preservar los valores de la democracia ante la amenaza -que cada vez la es mas- de establecer un régimen negador de las libertades. Por mera coincidencia, mientras Chávez hacía una nueva profesión de fe revolucionaria en el Teatro Municipal, el mundo entero contemplaba cómo se convertía en añicos en el centro de Bagdad una gigantesca estatua de Saddam Hussein.
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