05/02/2002
DE SOTO A LAMEDA
Manuel Felipe Sierra
El pronunciamiento del general Pedro Soto fue un gesto valiente y además oportuno. Puso en evidencia el malestar que existe en la FAN por la excesiva politización de la institución y el manejo que de ella hace el presidente Chávez. Soto – y en alguna medida el capitán Pedro Flores - se montaron sobre la ola de un avasallante despertar de la clase media. Fueron las figuras centrales de los carnavales de este año en la Plaza Francia de Altamira.
Pero algo curioso ha pasado. Soto pide la renuncia de Chávez pero en todo caso pelea un destino burocrático. Plantea un ultimátum para ser ejecutado en dos meses, cuando se sabe que las peticiones terminales se hacen en función del corto tiempo y cuando se tiene a su favor la capacidad de decisión. Ahora reconoce que Chávez está cambiando. Independientemente de lo que ocurra con ambos oficiales ellos ya se ganaron un espacio en cierta oposición.
El general Guaicaipuro Lameda, en cambio, fue sustituido de la presidencia de PDVSA. El funcionario fue cubierto de elogios por el presidente Chávez hace tres años cuando fue designado en la Oficina Central de Presupuesto (OCEPRE). Hizo una labor sobria y eficiente. Alertó al gobierno sobre la manera alegre de conceder aumentos de sueldos sin que existiera la consistencia presupuestaria correspondiente.
Fue nombrado Presidente de PDVSA y encaminó la empresa en función de lo que debe ser una operadora regida por exigentes criterios gerenciales y la racionalidad del mercado energético y no un ente administrado discrecionalmente y refugio del clientelismo y la politiquería. Lameda no ha mencionado a Chávez. No ha dicho que pasa a la oposición. Se ha negado a admitir desencuentros en el seno de la FAN. Ha permanecido al margen de las circunstancias políticas actuales por más críticas que ellas sean.
Lameda ha hecho un diagnóstico del estado deplorable de la principal empresa del país. Contabiliza sus deudas en cifras siderales que comprometen su viabilidad para nuevos planes, e incluso, para terminar de ejecutar los que están en marcha. Ha advertido sobre el fracaso de la primera fase del Plan Bolívar. Puso una lápida sobre la famosa “sobremarcha” administrativa.
Considera que más que monetario el problema del país es fiscal y que las medidas anunciadas por el presidente Chávez son insuficientes. Sostiene que los nuevos impuestos no cubrirán una brecha que se amplia en la medida en que la lupa se pone sobre los números. Pronostica que la inflación será imparable porque las devaluaciones continuarán como producto de la fragilidad de las políticas para cubrir crecientes necesidades fiscales.
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