Análisis
07/03/2002
JUEGO LIMPIO
Manuel Felipe Sierra
Estaba claro. El presidente Chávez no dejaría pasar mucho tiempo sin rechazar los términos del acuerdo propuesto por Fedecámaras y la CTV con el aval de la Iglesia y de numerosos sectores de la sociedad civil, para recobrar la gobernabilidad. La respuesta presidencial es equívoca en cuanto asimila la exhortación formulada el pasado martes desde la Esmeralda con una reedición del Pacto de Punto Fijo; pero al mismo tiempo reta a una alentadora confrontación de cara al pueblo.
El Pacto de Punto Fijo, duró en verdad hasta diciembre de 1960 cuando URD formalizó su separación de la experiencia tripartita. Luego devino en la hegemonía bipartidista de AD y Copei, hasta 1993 cuando Rafael Caldera (uno de los padres del ensayo) montó tienda aparte y ganó las elecciones presidenciales. El Pacto, en su momento, fortaleció las bases del sistema democrático, asediado por las presiones del viejo militarismo.
En su reacción, Chávez apela también al escenario popular. Y ello es correcto y conveniente. Están claramente establecidos los términos para consultar a los venezolanos sobre el comportamiento de los mandatarios. El propio Chávez, quien diseñó e instrumentó la Constitución Nacional Bolivariana, previó el camino para estas situaciones, al fijar consultas periódicas mediante las figuras de los referéndum consultivos y revocatorios. Es justamente partiendo de este espíritu que los poderes públicos, fueron sometidos el año 2000 a un proceso de reelegitimación.
¿Por qué entonces no recurrir en este caso a un referéndum consultivo?. ¿Por qué el presidente Chávez no da una nueva demostración de su voluntad democrática tomando la iniciativa?. ¿Por qué el mandatario no hace lo mismo que hicieron los factores estigmatizados de la IV República cuando le respetaron su derecho a optar a la máxima posición pública, a pesar de que representaba una opción claramente contraria al sistema?. ¿Si Chávez cree tener el apoyo de las “masas en las profundidades de los barrios de Petare, Catia, La Vega o de cualquier ciudad del país” , por qué no se somete nuevamente a una prueba refrendaria?.
¿Qué puede ocurrir?. Si Chávez gana, los factores críticos a su gobierno serían despojados de toda argumentación sería para plantear su salida del poder y tendrían que atenerse a la expresión de la voluntad colectiva. Si por el contrario pierde -el resultado del referéndum no es vinculante - sería una inobjetable demostración de que sus políticas y su proyecto bolivariano no tienen ahora la solidez que tuvieron en el pasado, lo cual obligaría, por la vía de la necesidad, a correctivos y reformulaciones.
Existe, además, una razón simplemente pragmática a favor de este mecanismo: independientemente del resultado se abriría un horizonte para descongestionar la grave crisis política, y el gobierno y la oposición definirían sus campos de maniobra a mediano y largo plazo. Pero, quizás, lo más importante, es que contribuiría a restablecer la salud mental de los venezolanos envueltos en los últimos meses en una escalofriante psicosis. Es la hora de jugar limpio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario