sábado, 9 de julio de 2011

LOS VIENTOS DE LA GUERRA

Análisis

LOS VIENTOS DE LA GUERRA
 06/08/2002

Manuel Felipe Sierra

Los signos son demasiado claros. Hace tres semanas, un grupo paramilitar convocó a los corresponsales extrangeros a un apartamento de Catia. Se identificaron como una fuerza bolivariana que actuaría mediante el uso de las armas en defensa del proceso chavista. El hecho tuvo escasa repercusión.

El domingo hizo su aparición el Grupo Revolucionario Carapaica en el 23 de Enero. Su jefe, el “Comandante Murachi”, con pasamontañas y uniforme de campaña, asumió la responsabilidad de los hechos ocurridos el viernes pasado en la avenida Sucre, al oeste de la ciudad, en los cuales resultaron heridos tres agentes de la Policía Metropolitana y varias unidades del cuerpo recibieron impactos de bala de armas de guerra.


El grupo paramilitar niega ser chavista, pero jura defender con la violencia el proceso y convierte en objetivo de guerra a los disidentes del MVR, que ahora integran el partido Solidaridad; al diputado Alberto Jordán Hernández, ex partidario de Chávez, y al diputado Pastor Heydra, de Acción Democrática. Qué curioso. Precisamente, los parlamentarios que han sido blando del hostigamiento sistemático en los alrededores del Palacio Legislativo por los círculos bolivarianos tienen prioridad en las acciones que anuncia la nueva organización.

¿Cómo no establecer una relación directa entre estas organizaciones que ya de manera pública anuncian el camino del enfrentamiento armado y los sectores más fanatizados del chavismo, que el Gobierno financia, promueve y estimula y que son comandados por Diosdado Cabello desde el Ministerio del Interior y Justicia y por Freddy Bernal desde la Alcaldía de Libertador? ¿Cómo no establecer alguna vinculación entre la organización Carapaica y el anuncio del presidente Chávez, de que suspenderá los vuelos de los helicópteros de la PM sobre Caracas?

¿Acaso con su declaración el Presidente no suscribe las amenazas contenidas en la rueda de prensa del grupo al coincidir con ellos en el ataque a la Policía Metropolitana? ¿Por qué el jefe del estado tiene que tomar partido sin que haya aún una investigación de estos acontecimientos? Pero no es sólo eso: en las últimas semanas, el chavismo ha acentuado su estrategia de violencia, como un mecanismo de intimidación, pero también como un desafío a la creciente protesta cívica de las nuevas expresiones de la sociedad civil y los partidos políticos.

Lo ocurrido el viernes y el domingo no sólo descarta cualquier posibilidad de diálogo, sino que coloca al país al borde del caos. Se sabe que la violencia y que en nuestras naciones existe un sustrato histórico de agresividad que explica los sangrientos conflictos del siglo XIX.

La modalidad de guerra civil que se avecina tiene una característica que la diferencia de las luchas armadas tradicionales. Aquellas sosn estimuladas por organizaciones y fuerzas que se oponen al poder constituido. En este caso es desde el Gobierno y decretada por el propio presidente Chávez que se trata de enfrentar con las armas a la población civil y a la oposición. Colocado el asunto en esos términos, sólo una urgente y eficaz intermediación de la Organización de Estados Americanos y de la Organización de Naciones Unidas podría impedir uin conflicto de proporciones incalculables en una zona del continente sobre la cual se ciernen los nubarrones de una nueva tragedia.

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