EN 3 Y 2
REFERENDUM: EL MES DECISIVO
27/07/2003
Manuel Felipe Sierra
En la medida que se acerca el 19 de agosto, el gobierno redobla esfuerzos y endurece su estrategia dirigida a bloquear, interferir e impedir el referéndum revocatorio. En esta operación ha estado particularmente activo el presidente Chávez mediante la programación de cadenas prácticamente diarias y el uso de un lenguaje que apela a la amenaza y la intimidación. El comandante general del Ejército, Jorge Luis García Carneiro, el Vicepresidente Ejecutivo José Vicente Rangel, y otros altos voceros del oficialismo han insistido en la imposibilidad de que la consulta se realice en los lapsos previstos por la Constitución Bolivariana.
Los objetivos son perfectamente claros. En primer término, Chávez usa una de sus fortalezas que es su capacidad como comunicador para moralizar y compactar el segmento del electorado que es todavía fiel al proyecto. En segundo lugar, trata de matrizar la sensación de que no habrá elección en sectores, que si bien rechazan la gestión del gobierno no activan de modo militante en el escenario político. Se procura con ello introducir factores de desánimo, apatía e incertidumbre con el propósito de estimular altos niveles de abstención.
Chávez trata de convencer a esta porción importante de la población de que la activación del mecanismo revocatorio depende de los intereses del régimen. Y ello no es así. Es a los factores que adversan al gobierno y que han protagonizado las multitudinarias y contundentes protestas de los últimos meses los que están obligados -y de hecho lo han venido haciendo- de viabilizar la consulta. El paso más importante, que es la recolección de las firmas exigidas constitucionalmente para la concreción de referéndum ya fueron recogidas en cifras superiores a los niveles exigidos. En este orden, el gobierno también trata de descalificar el extraordinario esfuerzo de la asociación civil Súmate (que no asume posiciones políticas sino que actúa con criterios básicamente técnicos) al contabilizar más de cuatro millones de firmas en la jornada de “El firmazo” del 2 de febrero.
De manera extemporánea, los personeros oficialistas vienen insistiendo en supuestas irregularidades en el listado de los venezolanos que de manera voluntaria y soberana demandan la revocatoria del mandato. Se trata de una campaña mediática que se inscribe perfectamente dentro del plan de debilitar psicológicamente la convocatoria. Lo cierto es que las firmas serán entregadas ante el Consejo Nacional Electoral el 20 de agosto. En consecuencia, es irresponsable cuestionar unas firmas que aún no se conocen y que no han sido contrastadas con el Registro Electoral Permanente.
Es posible, como ha ocurrido en todas las elecciones, que existan fallas en algunas planillas. ¿Pero es posible que éstas alcancen tal magnitud como para hacer nula la actividad recolectora que movió con inusitado vigor a los partidos políticos y la sociedad civil?. Suponiendo que se imponga (mediante decisión de CNE o del Tribunal Supremo de Justicia) la necesidad de recoger de nuevo las firmas se trataría de un asunto de menor importancia y que sería solventado, sin ninguna duda, en términos inmediatos.
Lo que está en juego es un asunto más de fondo. Chávez sabe que no puede eludir impunemente el referéndum y que éste está avalado no sólo en términos constitucionales sino que también es objeto de un persistente seguimiento de la comunidad internacional. Sabe, al mismo tiempo, que a diferencia de procesos eleccionarios anteriores, ahora se trata de un plebiscito, de una confrontación dilemática en relación a una obra de gobierno y para decidir el rumbo del país en función de la democracia o el proyecto totalitario que él impulsa. Y sabe además, que si el referéndum es bloqueado o diferido indefinidamente se colocaría en una posición de facto y ello supondría su plena deslegitimación. La Coordinadora Democrática y los demás factores que configuran la oposición enfrentan un desafío histórico. La prueba revocatoria marcará inevitablemente nuevos desarrollos políticos, que no excluyen de ninguna manera, el estimulo a la violencia que, como es sabido, privilegia en forma suicida el propio chavismo.
CALDERON.
¿LA PRIMERA VICTIMA?
El secuestro del ex gobernador del Táchira Sergio Omar Calderón, es un hecho de alta trascendencia política. Todo indica que la acción fue coordinada por grupos del Ejercito Popular de Liberación colombiano y la recién creada guerrilla prochavista autodenominada Fuerzas Bolivarianas de Liberación. Es una típica operación terrorista de los grupos armados que con absoluta impunidad y permisividad operan en la frontera. Ello pone de manifiesto que, ciertamente, el territorio venezolano esta siendo usado no sólo como zona de retaguardia de la guerrilla, sino como un espacio para cometer sus crímenes. Calderón es un dirigente político, militantemente comprometido en la lucha contra el chavismo. No es un empresario con sólida fortuna que pueda ser victima del secuestro y el cobro de vacuna. Su plagio tiene una intención claramente política y podría ser el comienzo de una aguda “colombianización” de la política venezolana que ya tiene antecedentes en atentados terroristas en los últimos meses contra embajadas, empresas privadas y el caso, aun inexplicablemente no esclarecido, del atentado a la periodista Marta Colomina. Como se sabe el terrorismo desata dinámicas impredecibles e incontrolables. El caso Calderón es un reto demasiado decisivo para el gobierno ¿Puede esperarse otra cosa de los círculos violentos y los grupos paramilitares cuando Chávez ha convertido a los gobernadores, editores y periodistas en el blanco de sus amenazas y agresiones?.
¡FUERA FIDEL!
El discurso de Fidel Castro con motivo de los cincuenta años del asalto al Cuartel Moncada, transmitido en horario estelar por el canal televisivo del Estado, es una afrenta a la dignidad y la soberanía del país. Chávez facilita la “fidelización” de Venezuela sobre bases humillantes que no pueden considerarse de otra manera sino como un acto de traición a la patria. No son solamente los alfabetizadores y los médicos que penetran en una clara labor de adoctrinamiento en los sectores populares, sino también la presencia de asesores militares y de inteligencia en los cuarteles y en los organismos policiales. Hace cinco décadas Fidel Castro era un líder con una propuesta revolucionaria que alimentaba los sueños de los pueblos oprimidos de América Latina. Hoy la situación es otra. El régimen cubano ha devenido en una dictadura primitiva y brutal que viola los derechos humanos y conculca las más elementales libertades ciudadanas y que es objeto de un aislamiento internacional (no sólo el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos) de países que hasta hace poco mantenían relaciones y aproximaciones con el castrismo. El empeño de Chávez de fidelizar a Venezuela no tiene ninguna viabilidad, por que no es posible implantar un modelo totalitario sobre la robusta cultura y tradición democrática de los venezolanos y dentro de un contexto internacional que apunta hacia el fortalecimiento de la democracia y la justicia supranacional.
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