miércoles, 24 de agosto de 2011

AUTOCRACIA TV

AL COMPÁS DE LOS DÍAS
28/03/07
AUTOCRACIA TV

Manuel Felipe Sierra

Helio Costa, el ministro de Comunicaciones de Brasil provocó una tormenta en un vaso de agua. El funcionario se atrevió a opinar que la televisión estatal venezolana no responde al concepto de servicio público, sino que se asimila a la comunicación propagandística e ideologizada en función de un proyecto personalista, “tal como ocurre en Cuba y ocurrió en el pasado en Polonia y en la antigua Unión Soviética”. El embajador venezolano en Brasilia, Julio García Montoya, pidió explicaciones al gobierno de Lula.

Más allá del incidente diplomático, el ministro dijo una verdad meridiana. En Venezuela se proclama la “hegemonía comunicacional revolucionaria” como lo han declarado altos voceros del chavismo. En consecuencia, la televisión oficialista es parte, además, de una política para controlar los medios, generar autocensura y quebrantar la libertad de expresión, como un elemento indispensable para el logro de los objetivos ulteriores de la revolución. ¿Acaso ello no explica los atropellos a reporteros, canales de televisión y emisoras que ya han acumulado más de mil denuncias ante la Comisión de Derechos Humanos de la OEA? ¿Por qué las organizaciones de la sociedad civil que defienden la libertad de información en el mundo entero han colocado a Venezuela en un estado de permanente vigilancia?  Resulta claro que la ley mordaza y la reforma del Código Penal han operado como un mecanismo de coerción contra editores y comunicadores. ¿Qué otro objetivo persigue la desmesurada concentración de medios en manos del gobierno sino uniformar los contenidos informativos al servicio del proyecto y en detrimento de la pluralidad democrática? La reciente declaración de la SIP en Cartagena establece claramente que en el caso venezolano no se trata de situaciones puntuales, sino de una deliberada estrategia para liquidar la prensa libre. El inminente despojo de la señal de RCTV responde también a una evidente retaliación política.

Lo que seguramente desató la ira del embajador venezolano es que ya en el plano internacional, incluso en el seno de gobiernos amigos y en algunos casos aliados de Chávez, se cobra conciencia de que en Venezuela se consolida un modelo que nada tiene que ver con el estado democrático ni el respeto de los derechos ciudadanos.

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