AL COMPÁS DE LOS DÍAS
30/05/07
A NINGUNA PARTE
Manuel Felipe Sierra
Chávez calculó el costo político de la clausura de RCTV. Era una medida controversial e incómoda, pero indispensable para avanzar en la aplicación de su cronograma totalitario. ¿Cómo imponer las leyes que confiscan la propiedad privada, la educación plural, la autonomía universitaria, la libertad sindical, la reprogramación político-territorial, la instalación del poder popular, y la presidencia vitalicia sin haber cerrado el círculo de la llamada “hegemonía comunicacional”?
Ahora resulta claro que la valoración sobre los efectos de esta decisión fue superada por la realidad. Se apostó a que las acciones de rechazo estarían encabezadas por actores de la oposición estigmatizados como “golpistas”, “agentes de la CIA”, “traidores a la patria” y otras acepciones del diccionario de la infamia que usa el oficialismo.
La resistencia, en cambio, más social que política y partidista, ha estado encabezada por un movimiento estudiantil que actúa de manera espontánea y cívica. Los jóvenes que están en las calles interpretan un sentimiento nacional profundamente herido con la desaparición de una televisora que fue patrimonio espiritual de los venezolanos y defienden razones de principio, no consignas políticas casuales. Las acciones estudiantiles de hoy se corresponderían (con las diferencias del caso) con las clarinadas de 1928 contra Gómez y 1957 contra Pérez Jiménez. En momentos de confusión y desaliento, la palabra universitaria asume una posición de vanguardia y desata un efecto de contagio colectivo.
En el plano internacional ocurrió lo que era previsible. Es muy fácil por la fuerza clausurar un medio de comunicación. Ya lo hicieron Milosevich y Fujimori, entre otros. Pero en el mundo de hoy ello se interpreta como un atentado contra uno de los derechos humanos fundamentales.
Chávez ha caído en una trampa. Rectificar o retroceder (lo cual es normal en democracia) para él comportaría casi un suicidio. Pero al mismo tiempo, persistir en estas políticas implica la profundización de un conflicto que colocará al régimen en una situación de ingobernabilidad. Como lo recoge un editorial de la prensa española: “El camino por el que se está llevando a Venezuela no conduce a ninguna parte, puesto que no hay ya lugar para las dictaduras en el mundo civilizado, por más petrodólares que puedan tener”.
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