miércoles, 24 de agosto de 2011

VOZ PAPAL

AL COMPÁS DE LOS DÍAS
16/05/07
VOZ PAPAL

Manuel Felipe Sierra

La advertencia del Papa Benedicto XVI sobre el peligro del autoritarismo en América Latina durante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Brasil, fue formulada de manera genérica. Pero para cualquier observador tuvo un destinatario: Hugo Chávez y su propuesta del socialismo del siglo XXI. Si bien es cierto que en la región han surgido gobiernos socialistas democráticos proclives al populismo, el caso que representa de manera inequívoca un modelo autoritario en vías hacia el totalitarismo es el venezolano. Michelle Bachelet en Chile, Tabaré Vásquez  en Uruguay y Lula Da Silva en Brasil, mantienen una postura de izquierda, pero dentro del marco del Estado de Derecho, la separación de poderes, la alternabilidad y la libertad de mercado. Kirchner en Argentina baila el tango peronista pero sin riesgo previsible para la democracia.  Los tres aliados políticos del proyecto chavista (además de Cuba) son la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa y la Nicaragua de Daniel Ortega.

Sin embargo, hay que establecer diferencias. Morales y Correa han encontrado dificultades y resistencia de los poderes públicos establecidos, no cuentan con el apoyo incondicional de las fuerzas armadas y gobiernan en situaciones de permanente inestabilidad y desequilibrio. Por eso no parece posible que se constituyan en réplicas del chavismo. Daniel Ortega hace uso demagógico del logotipo sandinista. La experiencia de la revolución nicaragüense feneció en 1990, cuando el propio Ortega entregó el poder a Violeta Chamorro. Si bien, aún mantiene la retórica del sandinismo nostálgico, actúa condicionado por alianzas con sus tradicionales enemigos.

Sólo en Venezuela se consolida un proyecto que progresivamente liquida los espacios de la disidencia, construye una estructura legal autocrática, prepara una reforma constitucional que consagra la reelección indefinida, asfixia la autonomía sindical,  manipula el sistema electoral, desmonta el aparato productivo, mantiene presos políticos y exiliados, ideologiza la institución militar, propugna la figura del partido único y cierra un canal de televisión por razones políticas ante los ojos del mundo. ¿En quiénes, si no, en los venezolanos pudo pensar el jefe de la iglesia católica?

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