AL COMPÁS DE LOS DÍAS
21/11/2007
Manuel Felipe Sierra
En dos semanas, Chávez ha sufrido severos reveses en su política exterior. El episodio con el rey Juan Carlos de España y el jefe del gobierno Rodríguez Zapatero en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile todavía está fresco. Las disparatadas propuestas llevadas a la OPEP en Riad fueron desestimadas de plano y sólo compartidas por su “hermano” iraní Ahmadinejad. La cita con Sarkozy en París se quedó en un acto formal. Al no llevar pruebas de vida de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt ni fórmulas concretas para el acuerdo humanitario con las FARC, prácticamente se congela la misión que le fue encomendada por Álvaro Uribe.
En el plano interno la situación se le torna cada vez más desfavorable. Debió interrumpir la campaña a favor del Sí ante la comprobación de una merma en su capacidad de convocatoria. Los actos celebrados en las principales ciudades demostraron una enorme debilidad. Hoy es evidente un desplazamiento de sectores del chavismo (no sólo el deslinde con Podemos) hacia un rechazo activo a la reforma. El chavista establecería una diferencia entre su apoyo al gobernante y la negativa a un texto constitucional que afecta y liquida derechos fundamentales de todos los venezolanos.
La actitud del general Raúl Baduel (hasta ahora, verdadero jefe militar del chavismo) ha desatado un efecto de opinión impensable. La reactivación del movimiento estudiantil con movilizaciones nacionales (estimuladas por la apabullante victoria en las elecciones de la Federación de Centros de la UCV ) no habrá de cesar en corto tiempo. La incorporación a la protesta contra la constitución totalitaria de organizaciones sociales como la CTV , Fedecámaras y la Iglesia (más allá de la oposición tradicional), ha cobrado en la calle la fuerza de un tsunami difícil de contrarrestar por la maquinaria oficialista. Las consultas electorales suelen ser el acto final para elegir funcionarios o dilucidar asuntos específicos. En este caso, por el contrario, el 2 de diciembre marcará el comienzo de un período de tensiones y niveles impredecibles de violencia. De allí que cobre fuerza la posibilidad de una decisión del TSJ que ordene suspender el referéndum y le permita a Chávez, de este modo, atenuar lo que de todas maneras será una gravísima derrota para su proyecto de consolidación del totalitarismo.
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