El ABC de Antonio Sánchez García /
Filosofo y escritor.
“CAPRILES TENDRÍA QUE
RESPONDER A CORTO PLAZO A LAS DEMANDAS POPULARES”
Venezuela superó el caudillismo,
pero no el inmediatismo. Hay paralelos y diferencias entre Chávez y Pinochet. Los
pueblos no se hunden en el abismo, sostiene el autor de “Democracia y
Dictadura” y de otros ensayos políticos.
Inmerso en la lucha política desde muy
joven debió abandonar su país perseguido por la dictadura de Augusto Pinochet.
En Europa culmina sus estudios de filosofía y comienza a impartir clases en
diversos centros académicos. Hace 35 años llegó a Venezuela para dictar
seminarios en la UCV
y sin pausa se hizo venezolano. Ha escrito numerosos ensayos políticos y mantiene
una activa y polémica presencia en los medios de comunicación siempre en la
acera opuesta al proceso chavista. Estas son sus reflexiones para los lectores
del ABC de la Semana.
¿Cómo se explica que durante 14 años
logre consolidarse un régimen de naturaleza autocrática en un mundo globalizado,
con la democracia como un sistema universal y la exigencia cada vez mayor del
respeto a los derechos humanos por la comunidad internacional?
Es
una pregunta medular que debemos hacernos todos los que nos preocupamos no sólo
por la historia de Venezuela sino por la historia de la región y hasta por la
historia universal. El que Venezuela haya sufrido este embate
del autolitarismo reposicionando, y reciclando taras genéticas que creíamos
definitivamente desterradas, nos causa mucha preocupación. Uno suele creer que
la historia es progresiva y que va en línea recta hacía un futuro de felicidad,
sin embargo, la cosa es mucho más compleja.
¿Cuándo hablas de taras te refieres al
caudillismo y al militarismo enraizado en la historia del país?
Venezuela creyó enterrado el caudillismo con
la famosa batalla de Ciudad Bolívar en 1993, cuando Gómez aplastó la última
expresión de las montoneras, y que un siglo después reaparezca éste vivo y coleando demuestra que en lo más profundo
de nuestra sociedad siguen activos muchos virus letales para la democracia. En
primer lugar el caudillismo, pero también el militarismo, una tara que por
desgracia la Generación
del 28 no supo enfrentar, porque ella no luchó contra el militarismo sino
contra el autocratismo; por esa razón la política implementada desde el Pacto
de Puntofijo en 1958 no puso entre sus
tareas fundamentales la construcción de una sociedad civil y sobre todo la
domesticación de las tendencias militaristas. Ello seguramente permitió que el
autocratismo se refugiara en los cuarteles y que hiciera su aparición en el
poder hace 14 años.
¿La dirigencia política tiene
conciencia de este fenómeno?
Yo
creo que lo que ha ocurrido en los últimos años debe hacernos reflexionar
profundamente y cobrar conciencia de esos males para que la reconstrucción de
la democracia en un nuevo gobierno pueda ser efectiva, esa es una tarea, un
gran desafío para la joven dirigencia del país.
En el año 2002 escribiste el libro
“Dictadura o Democracia” cuando ese dilema no resultaba suficientemente claro
para muchos sectores ¿Cómo ves esta contradicción después de 10 años?
Es
un dilema tan vivo que se sirve de cualquier virosis para reactualizarse, antes
era simplemente el afán del caudillo hoy es el socialismo del siglo XXI hace 50
o 60 años fue el fascismo, el nazismo, la raza, etc. Siempre el imperativo de
la modernidad que es construir sociedades emancipadas encuentra obstáculos muy
graves en los mismos sujetos de la emancipación. De allí que se desconfíe
profundamente de la construcción de sociedades pacificas. La política decía Thomas
Hobbes: “Es la lucha brutal de la lucha contra el hombre” o lo que el llamaba “la
guerra contra todos”; y dos siglos después un gran pensador alemán
desgraciadamente al servicio del nazismo Carl Schmitt dijo que “la política es enfrentamiento amigo, y enemigo”.
No es de extrañar entonces que un militar no bien dotado en todos sus aspectos,
con un mensaje de violencia y confrontación nos haya llevado a este trance,
para no entrar en mayores consideraciones teóricas.
LAS CRISIS ESTRUCTURALES
Viviste el proceso chileno de la caída de Allende y la dictadura
de Pinochet. ¿Qué paralelos y diferencias existen entre aquellos hechos y la
situación venezolana más allá de los que suele referirse en relación a la
unidad de la concertación y una transición pacifica?
Hay
muchos paralelos y muchas diferencias y ambos procesos surgen de crisis
estructurales de los sistemas políticos. Allende emerge gracias a la crisis en
que se encontraba la sociedad chilena que estaba conminada por la historia a
modernizarse y el falso mensajero de esa modernización fue precisamente Allende
quien no era un caudillo como lo es Chávez sino un tribuno democrático, pero
cuyo objetivo final era efectivamente la liquidación de la institucionalidad
democrática. Allende vive una contradicción casi esquizofrénica y es que a finales de 1970 ha tomado el poder
gracias a la democracia, a la división de poderes, gracias al respeto de la
institucionalidad, pero se planeta por esa vía construir el socialismo. Ello
era una contradicción que no podía resolver y que yo creo que finalmente lo
condujo al suicidio. Allende no pudo superar el error de aplaudir la existencia
de la democracia que le permitió llegar al gobierno y luego montar un tinglado
que objetivamente procuraba su destrucción.
¿De esa contradicción surge el golpe
militar de Pinochet?
Hay
que aclarar el tema del golpe de Pinochet. Antes de que éste se produjera el
Congreso y la Corte Suprema
de Justicia que en Chile eran de verdad no de mentira como son hoy en Venezuela,
determinaron que el gobierno era ilegal y esa ilegalidad decretada por los
poderes judicial y legislativo le ofreció basamento jurídico a la intervención
militar.
¿La crisis estructural del sistema político
venezolano se da en otro contexto?
En
el caso venezolano fue la crisis de un sistema que no supo asumir la herencia
del Pacto de Puntofijo cuyas propuestas venían de la Generación del 28 y
crear una sociedad moderna. El liderazgo se agotó allá a mediados del primer
gobierno de Carlos Andrés Pérez, vino un interregno de vacilaciones y no se
atendió a los llamados que pedían con urgencia un cambio para reflotar los
valores de la democracia. En esos tiempos era evidente la miopía de la élite
política y el desinterés de una clase media que atendía mucho más a la
subvención del dólar a 4,30 que a la construcción patriótica de la sociedad
democrática. Todo ello permitió la emergencia de eso que ha estado en sustrato
de nuestra sociedad: el caudillismo autocrático.
Pero la otra diferencia es que Pinochet
instaura una dictadura brutal y sangrienta
Si
es verdad, esa dictadura que es sangrienta, aterradora y que le cuesta la vida
a quien efectivamente le dio el máximo voto de confianza que fue Eduardo Frei Montalva se salva por asumir las transformaciones que
la historia le planteaba a la sociedad chilena a saber: modernizar el aparato
del Estado, reducirlo drásticamente, empoderar los sectores productivos,
convertir el agro de un motín demagógico de reformas agrarias y transfórmalo en
una pujante agroindustria y sacar a Chile de la dependencia del cobre. Todo eso
lo logra Pinochet con un grupo de economistas formados en la escuela de
Chicago, pero pasado el tiempo ese proceso de crecimiento económico y el empoderamiento
social hacen inútil la dictadura y ella cae por su propio peso, es decir, la
caída de Pinochet es producto de la reforma que él mismo estimuló y condujo.
EL DESAFÍO DE LA JOVEN DIRIGENCIA
Pasando al tema nacional. ¿Cuál es tu
balance del país faltando sólo dos meses para unas elecciones en las cuales se
elegirá o reelegirá a un presidente en el plano formal, pero que es en verdad
un episodio decisivo en el conflicto democracia-dictadura?
Creo
que se debe de superar el inmediatismo, cosa que no es fácil y que tiene que
ver con nuestra idiosincrasia, ese inmediatismo
nos ha llevado de fracaso en fracaso y es curioso, fíjate que Chávez y
el chavismo nos han dado una lección de antinmediatismo, han dominado al país
durante 14 años porque han tenido la capacidad militar estratégica de pensar en
largo aliento mientras que los sectores opositores han ido reaccionando
espasmódicamente, de acuerdo a las circunstancias. Volviendo al caso chileno
cuando Pinochet toma el poder contó con lo que se llamo “el ladrillo”, que era
un libraco gigantesco con todas las normas, acciones y bitácoras políticas,
económicas y sociales con la que debía enfrentarse a la reconstrucción de
Chile; de manera que él no da el golpe y se encuentra con la nada sino que ya
tiene un proyecto perfectamente planificado.
¿Y cuándo cristaliza la unidad en la
llamada concertación democrática para sustituir a Pinochet también se contaba
con un diseño a mediano y largo plazo?
Sí,
así es, cuando cae Pinochet hay otro “ladrillo” del equipo de Patricio Alwin y
de la concertación, que han ido trabajando ardorosamente durante años y los
principales redactores de ese nuevo “ladrillo” son los que van a ocupar los
cargos fundamentales en economía y políticas sociales, pero no sólo eso cuando
Sebastián Piñera después de 20 años del proceso de transición gana las
elecciones, trae un tercer “ladrillo”
que ha hecho construir con los que van a ser sus inmediatos y más importantes
colaboradores.
¿En el caso venezolano no ves un
proyecto de alcance de los famosos “ladrillos” chilenos?
Para
nuestra inmensa desgracia estamos pensando exclusivamente en el 7 de octubre y
por ahora no he visto ningún “ladrillo”, parece que nadie se preocupara por eso
que también se llama la transición, entonces tiene que preocuparnos enormemente
que para enfrentar el militarismo y el caudillismo como fenómeno genético de la
sociedad venezolana tenemos otro problema no menos grave que es el inmediatismo,
que nos impide proyectar líneas estratégicas claras. El último político
venezolano que pensaba en 30, 40 y 50 años de plazo se llamó Rómulo Betancourt
que se dedicó desde su juventud como lo demuestra el Plan de Barranquilla a
crear la Venezuela
del futuro. Después de él se podría
destacar el plan de Chávez, pero que es de signo autodestructivo y
automotilador y que conduce a la ruina y el fracaso. ¿Qué va a ser de Venezuela
en el año 2050?; eso ya deberíamos saberlo, los norteamericanos ya lo saben y
están pensando como van a llegar a Júpiter, por ejemplo.
Si como parece la tendencia Capriles
gana las elecciones del 7 de octubre ¿Qué horizonte vislumbras?
La
primera preocupación de Capriles de ganar el gobierno, por supuesto sino sucede
una trastada del chavismo, debe ser dedicada
a darle satisfacción a los sectores que van a creer que con su victoria
se resuelven todos lo problemas. Los que están inscritos para una casa
seguramente van a creer que la van a tener el día siguiente y podría surgir una
presión reivindicativa popular por el fuego del propio chavismo que no les dio
satisfacción pero los dejó con la “zanahoria en hocico”; habrá entonces que
enfrentar ese gigantesco y explosivo problema. Como el candidato democrático ha
estado obligado a manejar un discurso
aconsejado por los estrategas electorales, que por lo demás es correcto a ganar
la mayoría de los votos, va a tener que responder a corto plazo a problemas que
no se podrán resolver a corto plazo.
¿Y si es reelecto Chávez vamos
inexorablemente al abismo?
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