martes, 14 de agosto de 2012

El ABC de Antonio Sánchez García / Filosofo y escritor.


El ABC de Antonio Sánchez García / Filosofo y escritor.


“CAPRILES TENDRÍA QUE RESPONDER A CORTO PLAZO A LAS DEMANDAS POPULARES”


Venezuela superó el caudillismo, pero no el inmediatismo. Hay paralelos y diferencias entre Chávez y Pinochet. Los pueblos no se hunden en el abismo, sostiene el autor de “Democracia y Dictadura” y de otros ensayos políticos.


Inmerso en la lucha política desde muy joven debió abandonar su país perseguido por la dictadura de Augusto Pinochet. En Europa culmina sus estudios de filosofía y comienza a impartir clases en diversos centros académicos. Hace 35 años llegó a Venezuela para dictar seminarios en la UCV y sin pausa se hizo venezolano. Ha escrito numerosos ensayos políticos y mantiene una activa y polémica presencia en los medios de comunicación siempre en la acera opuesta al proceso chavista. Estas son sus reflexiones para los lectores del ABC de la Semana.


¿Cómo se explica que durante 14 años logre consolidarse un régimen de naturaleza autocrática en un mundo globalizado, con la democracia como un sistema universal y la exigencia cada vez mayor del respeto a los derechos humanos por la comunidad internacional?

Es una pregunta medular que debemos hacernos todos los que nos preocupamos no sólo por la historia de Venezuela sino por la historia de la región y hasta por la historia universal.  El que Venezuela haya sufrido este embate del autolitarismo reposicionando, y reciclando taras genéticas que creíamos definitivamente desterradas, nos causa mucha preocupación. Uno suele creer que la historia es progresiva y que va en línea recta hacía un futuro de felicidad, sin embargo, la cosa es mucho más compleja.

¿Cuándo hablas de taras te refieres al caudillismo y al militarismo enraizado en la historia del país?

 Venezuela creyó enterrado el caudillismo con la famosa batalla de Ciudad Bolívar en 1993, cuando Gómez aplastó la última expresión de las montoneras, y que un siglo después reaparezca éste vivo  y coleando demuestra que en lo más profundo de nuestra sociedad siguen activos muchos virus letales para la democracia. En primer lugar el caudillismo, pero también el militarismo, una tara que por desgracia la Generación del 28 no supo enfrentar, porque ella no luchó contra el militarismo sino contra el autocratismo; por esa razón la política implementada desde el Pacto de Puntofijo  en 1958 no puso entre sus tareas fundamentales la construcción de una sociedad civil y sobre todo la domesticación de las tendencias militaristas. Ello seguramente permitió que el autocratismo se refugiara en los cuarteles y que hiciera su aparición en el poder hace 14 años.

¿La dirigencia política tiene conciencia de este fenómeno?

Yo creo que lo que ha ocurrido en los últimos años debe hacernos reflexionar profundamente y cobrar conciencia de esos males para que la reconstrucción de la democracia en un nuevo gobierno pueda ser efectiva, esa es una tarea, un gran desafío para la joven dirigencia del país.

En el año 2002 escribiste el libro “Dictadura o Democracia” cuando ese dilema no resultaba suficientemente claro para muchos sectores ¿Cómo ves esta contradicción después de 10 años?

Es un dilema tan vivo que se sirve de cualquier virosis para reactualizarse, antes era simplemente el afán del caudillo hoy es el socialismo del siglo XXI hace 50 o 60 años fue el fascismo, el nazismo, la raza, etc. Siempre el imperativo de la modernidad que es construir sociedades emancipadas encuentra obstáculos muy graves en los mismos sujetos de la emancipación. De allí que se desconfíe profundamente de la construcción de sociedades pacificas. La política decía Thomas Hobbes: “Es la lucha brutal de la lucha contra el hombre” o lo que el llamaba “la guerra contra todos”; y dos siglos después un gran pensador alemán desgraciadamente al servicio del nazismo Carl Schmitt dijo que “la política es enfrentamiento amigo, y enemigo”. No es de extrañar entonces que un militar no bien dotado en todos sus aspectos, con un mensaje de violencia y confrontación nos haya llevado a este trance, para no entrar en mayores consideraciones teóricas.

LAS CRISIS ESTRUCTURALES

Viviste el proceso chileno de la caída de Allende y la dictadura de Pinochet. ¿Qué paralelos y diferencias existen entre aquellos hechos y la situación venezolana más allá de los que suele referirse en relación a la unidad de la concertación y una transición pacifica?

Hay muchos paralelos y muchas diferencias y ambos procesos surgen de crisis estructurales de los sistemas políticos. Allende emerge gracias a la crisis en que se encontraba la sociedad chilena que estaba conminada por la historia a modernizarse y el falso mensajero de esa modernización fue precisamente Allende quien no era un caudillo como lo es Chávez sino un tribuno democrático, pero cuyo objetivo final era efectivamente la liquidación de la institucionalidad democrática. Allende vive una contradicción casi esquizofrénica  y es que a finales de 1970 ha tomado el poder gracias a la democracia, a la división de poderes, gracias al respeto de la institucionalidad, pero se planeta por esa vía construir el socialismo. Ello era una contradicción que no podía resolver y que yo creo que finalmente lo condujo al suicidio. Allende no pudo superar el error de aplaudir la existencia de la democracia que le permitió llegar al gobierno y luego montar un tinglado que objetivamente procuraba su destrucción.

¿De esa contradicción surge el golpe militar de Pinochet?

Hay que aclarar el tema del golpe de Pinochet. Antes de que éste se produjera el Congreso y la Corte Suprema de Justicia que en Chile eran de verdad no de mentira como son hoy en Venezuela, determinaron que el gobierno era ilegal y esa ilegalidad decretada por los poderes judicial y legislativo le ofreció basamento jurídico a la intervención militar.

¿La crisis estructural del sistema político venezolano se da en otro contexto?

En el caso venezolano fue la crisis de un sistema que no supo asumir la herencia del Pacto de Puntofijo cuyas propuestas venían de la Generación del 28 y crear una sociedad moderna. El liderazgo se agotó allá a mediados del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, vino un interregno de vacilaciones y no se atendió a los llamados que pedían con urgencia un cambio para reflotar los valores de la democracia. En esos tiempos era evidente la miopía de la élite política y el desinterés de una clase media que atendía mucho más a la subvención del dólar a 4,30 que a la construcción patriótica de la sociedad democrática. Todo ello permitió la emergencia de eso que ha estado en sustrato de nuestra sociedad: el caudillismo autocrático.

Pero la otra diferencia es que Pinochet instaura una dictadura brutal y sangrienta

Si es verdad, esa dictadura que es sangrienta, aterradora y que le cuesta la vida a quien efectivamente le dio el máximo voto de confianza que fue Eduardo Frei Montalva  se salva por asumir las transformaciones que la historia le planteaba a la sociedad chilena a saber: modernizar el aparato del Estado, reducirlo drásticamente, empoderar los sectores productivos, convertir el agro de un motín demagógico de reformas agrarias y transfórmalo en una pujante agroindustria y sacar a Chile de la dependencia del cobre. Todo eso lo logra Pinochet con un grupo de economistas formados en la escuela de Chicago, pero pasado el tiempo ese proceso de crecimiento económico y el empoderamiento social hacen inútil la dictadura y ella cae por su propio peso, es decir, la caída de Pinochet es producto de la reforma que él mismo estimuló y condujo.


EL DESAFÍO DE LA JOVEN DIRIGENCIA

Pasando al tema nacional. ¿Cuál es tu balance del país faltando sólo dos meses para unas elecciones en las cuales se elegirá o reelegirá a un presidente en el plano formal, pero que es en verdad un episodio decisivo en el conflicto democracia-dictadura?

Creo que se debe de superar el inmediatismo, cosa que no es fácil y que tiene que ver con nuestra idiosincrasia, ese inmediatismo  nos ha llevado de fracaso en fracaso y es curioso, fíjate que Chávez y el chavismo nos han dado una lección de antinmediatismo, han dominado al país durante 14 años porque han tenido la capacidad militar estratégica de pensar en largo aliento mientras que los sectores opositores han ido reaccionando espasmódicamente, de acuerdo a las circunstancias. Volviendo al caso chileno cuando Pinochet toma el poder contó con lo que se llamo “el ladrillo”, que era un libraco gigantesco con todas las normas, acciones y bitácoras políticas, económicas y sociales con la que debía enfrentarse a la reconstrucción de Chile; de manera que él no da el golpe y se encuentra con la nada sino que ya tiene un proyecto perfectamente planificado.

¿Y cuándo cristaliza la unidad en la llamada concertación democrática para sustituir a Pinochet también se contaba con un  diseño  a mediano y largo plazo?

Sí, así es, cuando cae Pinochet hay otro “ladrillo” del equipo de Patricio Alwin y de la concertación, que han ido trabajando ardorosamente durante años y los principales redactores de ese nuevo “ladrillo” son los que van a ocupar los cargos fundamentales en economía y políticas sociales, pero no sólo eso cuando Sebastián Piñera después de 20 años del proceso de transición gana las elecciones,  trae un tercer “ladrillo” que ha hecho construir con los que van a ser sus inmediatos y más importantes colaboradores.

¿En el caso venezolano no ves un proyecto de alcance de los famosos “ladrillos” chilenos?

Para nuestra inmensa desgracia estamos pensando exclusivamente en el 7 de octubre y por ahora no he visto ningún “ladrillo”, parece que nadie se preocupara por eso que también se llama la transición, entonces tiene que preocuparnos enormemente que para enfrentar el militarismo y el caudillismo como fenómeno genético de la sociedad venezolana tenemos otro problema no menos grave que es el inmediatismo, que nos impide proyectar líneas estratégicas claras. El último político venezolano que pensaba en 30, 40 y 50 años de plazo se llamó Rómulo Betancourt que se dedicó desde su juventud como lo demuestra el Plan de Barranquilla a crear la Venezuela del futuro. Después de él  se podría destacar el plan de Chávez, pero que es de signo autodestructivo y automotilador y que conduce a la ruina y el fracaso. ¿Qué va a ser de Venezuela en el año 2050?; eso ya deberíamos saberlo, los norteamericanos ya lo saben y están pensando como van a llegar a Júpiter, por ejemplo.

Si como parece la tendencia Capriles gana las elecciones del 7 de octubre ¿Qué horizonte vislumbras?

La primera preocupación de Capriles de ganar el gobierno, por supuesto sino sucede una trastada del chavismo, debe ser dedicada  a darle satisfacción a los sectores que van a creer que con su victoria se resuelven todos lo problemas. Los que están inscritos para una casa seguramente van a creer que la van a tener el día siguiente y podría surgir una presión reivindicativa popular por el fuego del propio chavismo que no les dio satisfacción pero los dejó con la “zanahoria en hocico”; habrá entonces que enfrentar ese gigantesco y explosivo problema. Como el candidato democrático ha estado obligado  a manejar un discurso aconsejado por los estrategas electorales, que por lo demás es correcto a ganar la mayoría de los votos, va a tener que responder a corto plazo a problemas que no se podrán resolver a corto plazo.

¿Y si es reelecto Chávez vamos inexorablemente al abismo?

Mira, por fortuna el abismo no existe para los países tampoco existe para los seres humanos. La Alemania de Hitler fue triturada por la guerra, destrozada toda su infraestructura y humillada la nación y a los pocos años estaba reconstruida, claro Alemania es Alemania y Venezuela es Venezuela pero los pueblos siempre tienen una inmensa capacidad para superar sus tragedias. Pero también en esos procesos surgen grandes líderes en sintonía con las circunstancias. Alemania se regeneró de la mano de Konrad Adenauer un gran estadista, un gigantesco político, Chile de la mano de una tremenda política orientada por un estadista como Patricio Alwin; Argentina no tuvo esa fortuna con Raúl Alfonsin y ahí esta dando tumbos, y Brasil encontró ese hombre en Fernando Henrique Cardoso que ha visto continuada su obra por Lula y Dilma Rousseff. Yo tengo confianza en la joven dirigencia política y su capacidad para ponerse a tono con los serios compromisos que nos depara el futuro; como dije hace un rato los pueblos no se hunden en los abismos para fortuna de sus ciudadanos.











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