EL CNE Y LA ABSTENCIÓN
Manuel Felipe Sierra
¿Quién
duda a estas alturas que el CNE es una pieza clave del proyecto chavista? ¿No
está claro acaso que sus decisiones apuntan a favorecer la relegitimación y la
perpetuación de este modelo político? Desde los días previos al referéndum
revocatorio presidencial del 2004 quedó en evidencia la construcción de una
estructura electoral ventajista y fraudulenta. Si bien la dirigencia opositora
de entonces tuvo claridad de la situación y ello condujo a que todos los partidos
opositores llamaran a no votar en la consulta parlamentaria del 2005, las
circunstancias posteriores que significaron avances de la disidencia del 2007,
2008 y 2010 impusieron un criterio
simple y engañoso: es cierto que el CNE no es imparcial ni equilibrado, pero es
preferible ponerle sordina al tema para no estimular la abstención.
La
reciente actuación del órgano y el conjunto de “triquiñuelas e irregularidades”
denunciadas por el propio candidato Capriles Radonski y varios recursos de
nulidad introducidos ante TSJ, han hecho que la opinión vuelva los ojos de
nuevo ante la existencia de un enorme escollo para futuras victorias. La
reacción de la mayoría de los rectores a las críticas y señalamientos que se
han formulado, ha sido desconcertante y provocadora. La decisión
discriminatoria sobre la migración a centros de votación de los candidatos
oficialistas a gobernadores y otras más recientes, están dirigidas a ratificar
que se trata de un órgano que obedece ciegamente las ordenes de Miraflores.
¿Cuál
debería ser el comportamiento de la sociedad democrática burlada y agredida por
la arrogancia de los directivos del organismo? ¿Seguir “pasando agachado” a
sabiendas que por ese camino se facilitan los planes autocráticos o asumir que
efectivamente los esfuerzos que se hagan en lo adelante pasan por enfrentar este enorme escollo? ¿Ello
conduce a la abstención? ¿Hasta dónde minimizar ese riesgo ante un electorado
que sabe que él existe, no lleva más bien al desencanto de los votantes?
Denunciar
y enfrentar la plataforma viciada del CNE no implica llamar a la abstención
sino todo lo contrario. Sólo enfrentando esos obstáculos se estimula una
participación activa y militante. Las experiencias históricas son numerosas.
Jóvito Villalba coronó su hazaña de 1952 contra el régimen militarista
advirtiendo que era una lucha a contracorriente. Alejandro Toledo en Perú
enfrentó el entramado putrefacto que servía de sostén a Fujimori (incluso con
el aval de la OEA )
creando un clima político que obligó a la fuga del gobernante. Exigir nuevas
condiciones y subrayar la verdadera naturaleza de un árbitro que no es
imparcial ni equilibrado, tendrían que acompañar las ofertas de los candidatos
democráticos a las elecciones del 16 de diciembre y las que vengan después.
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