EL POSTCHAVISMO (I)
¿Cuales
son algunas lecturas de los resultados de las elecciones del 14 de abril?
- El hecho que la
votación haya devenido en un empate técnico entre Maduro y Capriles y la
actuación del CNE confirma que no es un árbitro confiable y equilibrado
sino un instrumento en la línea del continuismo chavista. Situación nada
nueva. Desde el 2004 en ocasión del referéndum revocatorio presidencial, existieron
evidencias que se armaba una estructura electoral en esencia fraudulenta y
destinada a convertir este acto electoral no en un espacio para la
alternancia y la renovación sino para relegitimación de un proyecto político de naturaleza
ideológica y que pasaba por la permanencia en el poder de un mandatario sin
límite de tiempo.
- Una estructura
fraudulenta que no significaba como en el pasado el atraco a los centros
electorales o la burda alteración de las actas, sino un sistema
tecnológico sumamente sofisticado en el cual es posible operar a favor de una u otra tendencia.
¿Por qué todas las elecciones en los países democráticos son mediante el conteo manual de los
votos o en todo asumen la tecnología como un factor complementario para la
totalización?
- En el caso del
proyecto chavista (en buena medida copiado del nuevo neototalitarismo,
expresado en Robert Mugabe en Zimbabwe y con antecedentes latinoamericanos en Alberto Fujimori en Perú) se
trataba de un proyecto que mediante la confiscación de todos los poderes y
la generación de un clima de miedo social, toda elección estaría
condicionada por el llamado ”ventajismo de Estado”.
- Ello explica las
subsiguientes victorias del chavismo en elecciones presidenciales (2006 y
2012) y en las consultas municipales, regionales o parlamentarias.
Obviamente no se trata de negar que ha existido un apoyo popular
significativo a las propuestas del chavismo, pero para los efectos de la
votación ese andamiaje autocrático terminaba por decidir la dirección del voto.
- En las elecciones
del 14 de abril, pese a la
existencia de ese condicionamiento político y hasta social, que permitió el
avance hasta hoy de la propuesta autocrática ocurrió un quiebre, una
fractura de enorme importancia: la mayoría chavista en todo caso fue
empatada en circunstancias abiertamente favorables para ella para conquistar
un nuevo triunfo. Este hecho supone un cambio sumamente importante, más
allá de las incidencias del empate técnico o reconteo de votos por el CNE
o por las impugnaciones que puedan realizarse ante el TSJ. De ahora en
adelante resulta perfectamente claro que “el chavismo no es mayoría”.
- De hecho ello abre
una nueva página y supone una recomposición del escenario político. La
votación obtenida por Capriles Radonski ya no es la cosecha únicamente de
los sectores de clase media, sino que las cifras ya reconocidas demuestran
una penetración de la propuesta democrática en los sectores
tradicionalmente cautivos por el discurso bolivariano. Ese hecho en sí
tiene demasiadas implicaciones. En primer lugar, existe un deslave de la
base de sustentación chavista, lo cual, lógicamente anuncia una expansión
de la propuesta democrática representada por Capriles Radonski en los
sectores más necesitados de la sociedad y que en buena medida representaron
la fuerza electoral de Chávez y que al parecer no puede ser transferida automáticamente
a sus herederos, en particular al nuevo Presidente Nicolás Maduro.
- El desplazamiento
de la votación chavista hacia opciones democráticas revela, que si bien es
cierto que el legado de Chávez servirá en el futuro como una referencia
importante para sus partidarios, no lo es para el resto de los venezolanos.
Este hecho aparentemente irrelevante tiene alcances mayores. Pareciera
entonces que con el chavismo no se reproduce el fenómeno del peronismo ni el
sandinismo, sino que Chávez y su herencia política, sin duda muy
importante, no servirán en el futuro para alimentar victorias ni para la
continuidad en el mandato de quienes se consideran sus herederos.
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