lunes, 22 de abril de 2013


EL POSTCHAVISMO (I)



¿Cuales son algunas lecturas de los resultados de las elecciones del 14 de abril?
  1. El hecho que la votación haya devenido en un empate técnico entre Maduro y Capriles y la actuación del CNE confirma que no es un árbitro confiable y equilibrado sino un instrumento en la línea del continuismo chavista. Situación nada nueva. Desde el 2004 en ocasión del referéndum revocatorio presidencial, existieron evidencias que se armaba una estructura electoral en esencia fraudulenta y destinada a convertir este acto electoral no en un espacio para la alternancia y la renovación sino para relegitimación  de un proyecto político de naturaleza ideológica y que pasaba por la permanencia en el poder de un mandatario sin límite de tiempo.
  2. Una estructura fraudulenta que no significaba como en el pasado el atraco a los centros electorales o la burda alteración de las actas, sino un sistema tecnológico sumamente sofisticado en el cual es posible  operar a favor de una u otra tendencia. ¿Por qué todas las elecciones en los países democráticos  son mediante el conteo manual de los votos o en todo asumen la tecnología como un factor complementario para la totalización?
  3. En el caso del proyecto chavista (en buena medida copiado del nuevo neototalitarismo, expresado en Robert Mugabe en   Zimbabwe     y con antecedentes latinoamericanos en Alberto Fujimori en Perú) se trataba de un proyecto que mediante la confiscación de todos los poderes y la generación de un clima de miedo social, toda elección estaría condicionada por el llamado ”ventajismo de Estado”.
  4. Ello explica las subsiguientes victorias del chavismo en elecciones presidenciales (2006 y 2012) y en las consultas municipales, regionales o parlamentarias. Obviamente no se trata de negar que ha existido un apoyo popular significativo a las propuestas del chavismo, pero para los efectos de la votación ese andamiaje autocrático terminaba por decidir la dirección del voto.
  5. En las elecciones del 14 de abril,  pese a la existencia de ese condicionamiento político y hasta social, que permitió el avance hasta hoy de la propuesta autocrática ocurrió un quiebre, una fractura de enorme importancia: la mayoría chavista en todo caso fue empatada en circunstancias abiertamente favorables para ella para conquistar un nuevo triunfo. Este hecho supone un cambio sumamente importante, más allá de las incidencias del empate técnico o reconteo de votos por el CNE o por las impugnaciones que puedan realizarse ante el TSJ. De ahora en adelante resulta perfectamente claro que “el chavismo no es mayoría”.
  6. De hecho ello abre una nueva página y supone una recomposición del escenario político. La votación obtenida por Capriles Radonski ya no es la cosecha únicamente de los sectores de clase media, sino que las cifras ya reconocidas demuestran una penetración de la propuesta democrática en los sectores tradicionalmente cautivos por el discurso bolivariano. Ese hecho en sí tiene demasiadas implicaciones. En primer lugar, existe un deslave de la base de sustentación chavista, lo cual, lógicamente anuncia una expansión de la propuesta democrática representada por Capriles Radonski en los sectores más necesitados de la sociedad y que en buena medida representaron la fuerza electoral de Chávez y que al parecer no puede ser transferida automáticamente a sus herederos, en particular al nuevo Presidente Nicolás Maduro.
  7. El desplazamiento de la votación chavista hacia opciones democráticas revela, que si bien es cierto que el legado de Chávez servirá en el futuro como una referencia importante para sus partidarios, no lo es para el resto de los venezolanos. Este hecho aparentemente irrelevante  tiene alcances mayores. Pareciera entonces que con el chavismo no se reproduce el fenómeno del peronismo ni el sandinismo, sino que Chávez y su herencia política, sin duda muy importante, no servirán en el futuro para alimentar victorias ni para la continuidad en el mandato de quienes se consideran sus herederos. 

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