“CONFÍO EN TU PALABRA”
El
1 de diciembre de 1968 se celebraron las elecciones presidenciales más reñidas
de la etapa democrática que nació el 23 de enero de 1958. Cuatro candidatos se
disputaron el favor del electorado. Rafael Caldera (COPEI), Gonzalo Barrios
(AD), Miguel Ángel Burelli Rivas (Frente de la Victoria : URD, FND y FDP)
y Luis Beltrán Pietro Figueroa (MEP, PRIN, UPA, fachada del PCV). La hegemonía
de Acción Democrática que se consagró con los gobiernos de Rómulo Betancourt y
Raúl Leoni resultaba amenazada por la insurgencia de Prieto Figueroa, líder
histórico del partido y quien denunció haber sido estafado en unas elecciones
primarias que favorecieron supuestamente mediante el fraude a Gonzalo Barrios. Ello
provocó la división de Acción Democrática que dio nacimiento al Movimiento
Electoral del Pueblo (MEP) con un mensaje progresista en sintonía con los
planteamientos de las organizaciones de izquierda.
De
esta manera Prieto se convirtió en el eje de una alianza que sumó al Partido
Revolucionario de Integración Nacionalista (PRIN) en el cual se agruparon
dirigentes ex adecos del grupo ARS como Raúl Ramos Jiménez, José Manzo
González; Héctor Vargas Acosta entre otros, con disidente del MIR que disentían
de la lucha armada como Domingo Alberto Rangel, Jesús María Casal y Jesús
Villavicencio. Luis Miquilena y José Vicente Rangel que se habían separado de
URD en 1963 también se sumaron a la nueva organización, que despertaba, como
era lógico la simpatía de la militancia del PCV y el MIR organizaciones que
derrotadas militarmente buscaban un espacio para regresar a la política.
Jóvito
Villalba, siempre dado a la procura de alianzas, propuso y avanzó en la
constitución de un frente del centro político junto con Arturo Uslar Pietri ex
candidato presidencial en las elecciones de 1963 y líder del Frente Nacional
Democrático FND y Jorge Dáger dirigente de la Fuerza Democrática
Popular (FDP). La alianza apostaba a seducir el voto independiente y escogió
como candidato a Miguel Ángel Burelli Rivas entonces embajador en Gran Bretaña.
AD, sensiblemente debilitada por la disidencia de Prieto insistió en la
candidatura de Barrios; y COPEI, como ya era costumbre en una línea de
acumulación de fuerzas, persistió con la candidatura de Caldera que venía
sumando importantes apoyos en las dos confrontaciones anteriores.
Sin
que existiera una clara polarización (todavía las encuestas no se habían
popularizado como un método de predicción electoral) el día de las elecciones
era evidente que los dos partidos mayoritarios deberían contar con la primera
opción. En la votación del 1 de diciembre
se produjo un inusual retraso para anunciar los escrutinios lo cual
abrió una tensa expectativa y dio paso a rumores sobre posibles manejos fraudulentos
en las mesas de votación en algunos estados. Pasaban las horas y la dirigencia
copeyana advertía tener resultados que aseguraban la victoria de Caldera, mientras
en AD se insistía en un recuento exhaustivo de los votos. Transcurrían los días
y todo amenazaba con una peligrosa e impredecible crisis política. El abogado
independiente e historiador Manuel Rafael Rivero presidía el Consejo Supremo
Electoral, organismo donde estaban representadas las principales organizaciones
partidistas.
Rivero
manejaba informaciones que los votos verdes copeyanos superaban a los votos blancos
adecos, pero por una pequeña diferencia. Era más intuición que una información
precisa, ya que no existían soportes informáticos confiables y eran muy
precarios los recursos logísticos. El traslado de las actas se hacía muchas
horas después de cerrado el acto comicial desde lejanos confines, la mayoría de
las veces a lomo de mula y a través de carreteras de tierra y generalmente
accidentadas. A casi una semana de suspenso y de amenazantes comentarios,
Rivero recibió en su despacho al candidato Gonzalo Barrios. Eran amigos de
muchos años y el aspirante para sus partidarios ganador quería conocer directamente
la opinión de Rivero. El presidente del CSE me confesaba una vez, que se sintió
incómodo cuando tenía que darle a Barrios una respuesta que seguramente no
sería de su agrado. Rivero le explicó que ciertamente él pensaba, de acuerdo a
los datos disponibles, que Caldera lo superaba pero por un estrecho margen, lo
cual explicaba la incertidumbre que se vivía en las calles. Barrios le tendió
la mano y le dijo: “Manolo confío en tu palabra”.
Barrios
salió a las puertas de la oficina asediada por reporteros y fotógrafos y
declaró que Acción Democrática seguía
siendo el partido mayoritario en el Congreso Nacional, legislaturas y concejos
municipales y que no le interesaba un triunfo presidencial por una cantidad
ínfima de votos. Ante el desconcierto de los periodistas anunció con energía
que su partido se preparaba para la oposición y con seguridad para reconquistar
el poder. Una hora después, Rivero recibió al ministro de la Defensa , general Rafael
Florencio Gómez quien le informó que después de una consulta con el Presidente
Leoni y todos los jefes de las guarniciones lo invitaba a que anunciara
oficialmente a la nación que Rafael Caldera era el presidente electo con una
ventaja de 31.175 votos sobre Gonzalo Barrios. Cinco años después el candidato
de Acción Democrática Carlos Andrés Pérez derrotaba al candidato de COPEI
Florencio Fernández con una aplastante mayoría. Entonces el sistema electoral
no era automatizado.
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