jueves, 25 de abril de 2013

Fábula Cotidiana





“CONFÍO EN TU PALABRA”



El 1 de diciembre de 1968 se celebraron las elecciones presidenciales más reñidas de la etapa democrática que nació el 23 de enero de 1958. Cuatro candidatos se disputaron el favor del electorado. Rafael Caldera (COPEI), Gonzalo Barrios (AD), Miguel Ángel Burelli Rivas (Frente de la Victoria: URD, FND y FDP) y Luis Beltrán Pietro Figueroa (MEP, PRIN, UPA, fachada del PCV). La hegemonía de Acción Democrática que se consagró con los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni resultaba amenazada por la insurgencia de Prieto Figueroa, líder histórico del partido y quien denunció haber sido estafado en unas elecciones primarias que favorecieron supuestamente mediante el fraude a Gonzalo Barrios. Ello provocó la división de Acción Democrática que dio nacimiento al Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) con un mensaje progresista en sintonía con los planteamientos de las organizaciones de izquierda.

De esta manera Prieto se convirtió en el eje de una alianza que sumó al Partido Revolucionario de Integración Nacionalista (PRIN) en el cual se agruparon dirigentes ex adecos del grupo ARS como Raúl Ramos Jiménez, José Manzo González; Héctor Vargas Acosta entre otros, con disidente del MIR que disentían de la lucha armada como Domingo Alberto Rangel, Jesús María Casal y Jesús Villavicencio. Luis Miquilena y José Vicente Rangel que se habían separado de URD en 1963 también se sumaron a la nueva organización, que despertaba, como era lógico la simpatía de la militancia del PCV y el MIR organizaciones que derrotadas militarmente buscaban un espacio para regresar a la política.

Jóvito Villalba, siempre dado a la procura de alianzas, propuso y avanzó en la constitución de un frente del centro político junto con Arturo Uslar Pietri ex candidato presidencial en las elecciones de 1963 y líder del Frente Nacional Democrático FND y Jorge Dáger dirigente de la Fuerza Democrática Popular (FDP). La alianza apostaba a seducir el voto independiente y escogió como candidato a Miguel Ángel Burelli Rivas entonces embajador en Gran Bretaña. AD, sensiblemente debilitada por la disidencia de Prieto insistió en la candidatura de Barrios; y COPEI, como ya era costumbre en una línea de acumulación de fuerzas, persistió con la candidatura de Caldera que venía sumando importantes apoyos en las dos confrontaciones anteriores.

Sin que existiera una clara polarización (todavía las encuestas no se habían popularizado como un método de predicción electoral) el día de las elecciones era evidente que los dos partidos mayoritarios deberían contar con la primera opción. En la votación del 1 de diciembre  se produjo un inusual retraso para anunciar los escrutinios lo cual abrió una tensa expectativa y dio paso a rumores sobre posibles manejos fraudulentos en las mesas de votación en algunos estados. Pasaban las horas y la dirigencia copeyana advertía tener resultados que aseguraban la victoria de Caldera, mientras en AD se insistía en un recuento exhaustivo de los votos. Transcurrían los días y todo amenazaba con una peligrosa e impredecible crisis política. El abogado independiente e historiador Manuel Rafael Rivero presidía el Consejo Supremo Electoral, organismo donde estaban representadas las principales organizaciones partidistas.

Rivero manejaba informaciones que los votos verdes copeyanos superaban a los votos blancos adecos, pero por una pequeña diferencia. Era más intuición que una información precisa, ya que no existían soportes informáticos confiables y eran muy precarios los recursos logísticos. El traslado de las actas se hacía muchas horas después de cerrado el acto comicial desde lejanos confines, la mayoría de las veces a lomo de mula y a través de carreteras de tierra y generalmente accidentadas. A casi una semana de suspenso y de amenazantes comentarios, Rivero recibió en su despacho al candidato Gonzalo Barrios. Eran amigos de muchos años y el aspirante para sus partidarios ganador quería conocer directamente la opinión de Rivero. El presidente del CSE me confesaba una vez, que se sintió incómodo cuando tenía que darle a Barrios una respuesta que seguramente no sería de su agrado. Rivero le explicó que ciertamente él pensaba, de acuerdo a los datos disponibles, que Caldera lo superaba pero por un estrecho margen, lo cual explicaba la incertidumbre que se vivía en las calles. Barrios le tendió la mano y le dijo: “Manolo confío en tu palabra”.

Barrios salió a las puertas de la oficina asediada por reporteros y fotógrafos y declaró que Acción Democrática  seguía siendo el partido mayoritario en el Congreso Nacional, legislaturas y concejos municipales y que no le interesaba un triunfo presidencial por una cantidad ínfima de votos. Ante el desconcierto de los periodistas anunció con energía que su partido se preparaba para la oposición y con seguridad para reconquistar el poder. Una hora después, Rivero recibió al ministro de la Defensa, general Rafael Florencio Gómez quien le informó que después de una consulta con el Presidente Leoni y todos los jefes de las guarniciones lo invitaba a que anunciara oficialmente a la nación que Rafael Caldera era el presidente electo con una ventaja de 31.175 votos sobre Gonzalo Barrios. Cinco años después el candidato de Acción Democrática Carlos Andrés Pérez derrotaba al candidato de COPEI Florencio Fernández con una aplastante mayoría. Entonces el sistema electoral no era automatizado.

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