El verdadero debate
Una cosa está clara: El proceso chavista tal como se concibió ha llegado a su término. Sin embargo, aún no es tiempo para tener con precisión un balance de los 14 años que Hugo Chávez gobernó al país de manera discrecional y con indudable respaldo popular. Lo que resulta inocultable a estas alturas es el fracaso de su proyecto económico, tanto es así que el país está sumido, a tres meses de su muerte, en un severo cuadro de inflación, desabastecimiento, escasez, pérdida de reservas internacionales y un acelerado nivel de endeudamiento. A Nicolás Maduro, su sucesor, le toca en consecuencia la inmensa tarea de recomponer el rumbo económico a partir de medidas inevitables (más allá de la prédica revolucionaria) pero que tendrán efectos también muy sensibles para su popularidad e incluso para un margen suficiente de gobernabilidad.
El “chavismo sin Chávez” (como ocurrió en su momento con el peronismo y el sandinismo) tendrá que ajustarse a nuevas exigencias que impondrán políticas y acciones mucho más realistas y que necesariamente deben consultar a sectores políticos y factores sociales ajenos a su universo. Habría que recordar, que Chávez llegó al poder en 1998 como el resultado de una conjunción de factores diversos. En torno a su candidatura coincidieron desde el núcleo militar bolivariano (que protagonizó las asonadas de febrero y noviembre de 1992) remanentes de grupos de la lucha armada de los años 60 que nunca accedieron a la pacificación de Leoni y Caldera, hasta partidos democráticos como el MAS, el MEP y personalidades independientes como Luis Miquilena, José Vicente Rangel y Jorge Olavarría, entre otros.
Esa unidad no se mantuvo por mucho tiempo. Un grupo de los militares conspiradores encabezados por Francisco Arias Cárdenas se separó al año de haber comenzado el gobierno. Posteriormente, grupos independientes y partidos como el PPT y el MAS, también abandonaron el ámbito chavista. Ese proceso de desgaste de la base inicial del régimen prosiguió con el tiempo, mientras Chávez concitaba el apoyo de nuevos factores sociales, más que partidistas, que le sirvieron de piso para enfrentar situaciones difíciles en los años siguientes. Fue su carisma y el plan de reconversión en la práctica de las Fuerzas Armadas en un partido político, lo que le sirvió de soporte para consolidarse y obtener sucesivas victorias electorales.
Es comprensible entonces que desaparecido el líder tutelar en el seno de esa tendencia surjan divergencias, criterios encontrados y eventualmente se produzcan disensiones o fracturas. Ello obligará a Maduro a ejercer la Presidencia con un criterio de mayor amplitud y de conciliación con los diversos matices que conforman al chavismo de ahora. En ese escenario (pese a que se mantenga un lenguaje radical) el mandatario estaría obligado a concesiones y acercamientos que no estaban planteados en la etapa del esplendor chavista. ¿Entenderá Maduro que su gobierno se mueve en un cuadro distinto y en un contexto en todos los órdenes mucho más complejo que en los años anteriores?
En
el mundo opositor también se imponen cambios. El proyecto chavista de
naturaleza autocrática unificó automáticamente a los sectores democráticos. No
se trataba de hacer simplemente oposición a un gobierno por sus iniciativas y
medidas insuficientes o fallidas, sino de enfrentar a un modelo que era la
negación de la propia tradición democrática. Ello facilitó y estimuló los
esfuerzos unitarios, y dio pie a la constitución de la Coordinadora Democrática ,
del Frente Nacional de la
Resistencia y ahora, de la Mesa de la Unidad Democrática.
También permitió que se cristalizara la unidad en torno a las candidaturas
presidenciales de Manuel Rosales (2006) y Capriles Radonski (2012), así como
fórmulas de consenso para la Asamblea
Nacional , gobernaciones, alcaldías y elección de concejales.
Si el chavismo muta, cambia, como tendría que ocurrir y flexibiliza sus
políticas ¿ello acaso no tendría un efecto directo también en un frente que se
concibió como tal, no por razones de identidad ideológica y coincidencias
políticas, sino por enfrentar a un régimen y todo lo que él representaba en
términos de la negación de los valores democráticos? Sobre estos temas debería
girar en verdad la discusión política en las actuales circunstancias.
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