El espía del siglo XXI
Oliver Stone ha anunciado que piensa filmar una película sobre las peripecias de Edward Snowden. Sin duda, el cineasta norteamericano cuenta con una historia que se registrará como uno de los acontecimientos más espectaculares del siglo XXI. El ex espía de la CIA ha logrado crear en un mes una conmoción mundial, de algún modo creada por un manejo cuasi cinematográfico.
¿Cuánto de verdad, de medias verdades y de mentiras, hay en el caso del ya famoso personaje? Es cierto que el ex empleado de la CIA y de la NSA desde Hong Kong hizo escandalosas revelaciones en los diarios The Guardian de Londres y Washington Post de Estados Unidos, sobre el sistema de espionaje y vigilancia del gobierno norteamericano. Desde esa isla, solicitó al gobierno islandés que le concediera asilo ante la seguridad de que su extradición implicaría la sanción de la cadena perpetua. Para ello ha sido calificado por la justicia estadounidense como autor de un “asunto criminal”. ¿Por qué China le negó la posibilidad del refugio y también lo hizo Islandia? Snowden apareció en Moscú. El gobierno de Putin lo mantiene en el aeropuerto de la capital, mientras algún país le garantiza hospitalidad. ¿Por qué éste también le negó la protección humanitaria?
Allí entra a jugar América Latina. Por mera coincidencia, en Moscú se realizó el Congreso Mundial de los Países Productores y Exportadores de Gas, a la cual asistieron Nicolás Maduro de Venezuela y Evo Morales de Bolivia. Ambos, al igual que el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, anunciaron estudiar la posibilidad del asilo para el confidente, cuyas revelaciones ya habían creado fricciones con los países de la Unión Europea y en particular Alemania, porque según ellos Estados Unidos había instalado un sistema de injerencia en materias estratégicas de ese continente.
Comienza entonces una historia que parece poco real, pero que ha permitido que Snowden siga privilegiando las primeras páginas de los periódicos del mundo. Putin anunció que estaría dispuesto a gestionar la liberación de Snowden (porque en estricto sentido es un prisionero en el aeropuerto moscovita) a los países que estuviesen interesados en recibirlo, entre los cuales se incluía a China, Francia, Cuba, Ecuador, Brasil, Bolivia, España, Nicaragua y Venezuela. A las horas, se registra un curioso episodio. Al avión en el cual regresaba Evo Morales le fue impedido el sobrevuelo sobre cuatro países, bajo la sospecha de que en él pudiese venir Snowden de contrabando. Finalmente, Morales pudo aterrizar y permanecer 14 horas en Viena en un acto claramente arbitrario y violatorio de normas internacionales.
¿En honor a la verdad, era posible que ello ocurriera? ¿Acaso Putin no había comprometido la seriedad del Estado ruso en un manejo transparente de un caso que ocupa su atención diplomática y que no deja de tener repercusiones en las relaciones de ese país con los Estados Unidos? Es evidente que se trató de una orden impartida por autoridades de investigación de EEUU que activaron la alarma en los aeropuertos de esas naciones. Un hecho rutinario en caso de emergencias aéreas. De ninguna manera fue una orden impartida por los altos gobiernos, pero el incidente que a lo mejor en Roma, París, Madrid y Lisboa no le atribuyeron máxima importancia, iba a generar una reacción enérgica de los países latinoamericanos en la condena de lo que sin duda fue una agresión y de apoyo a Morales. La demora de los países europeos en aclarar la situación hizo que los países del ALBA reunidos en Cochabamba abrieran sus puertas al perseguido.
Bolivia, Venezuela y Nicaragua le ofrecieron asilo, como antes lo había hecho el gobierno de Rafael Correa en Ecuador. La Asamblea General de la OEA emitió el martes 9 de julio un documento de condena a los países europeos por no aclarar a tiempo la situación planteada con el vuelo de Morales y le ofrecieron un apoyo a éste con el voto salvado de Estados Unidos y Canadá. Finalmente, en Caracas, Managua o La Paz, Snowden tendría territorio para seguir escribiendo su leyenda y ofrecer un atractivo guión para la imaginación de Stone.
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