domingo, 28 de julio de 2013

El Carabobeño

Maduro y Santos

Ha existido una relación de amor-odio entre Colombia y Venezuela desde que José Antonio Páez dinamitó el sueño bolivariano de la Gran Colombia. Desde entonces no han dejado de existir tensiones, conflictos y amenazas de guerra entre dos países hermanos. Durante mucho tiempo fueron razones políticas y a comienzos del siglo XX se registraron agresiones entre ambos países. En aquel momento privaban los enfrentamientos entre liberales y conservadores en ambas naciones. El general tachirense Rafael Rangel Garbiras encabezó la llamada “Revolución de las Camándulas” desde territorio colombiano contra el gobierno de Cipriano Castro, cuya acción militar había comenzado curiosamente en el territorio vecino. Luego hubo réplicas frustradas de incursiones venezolanas en espacios colombianos, estimulados por el liberalismo castrista. 
Con el tiempo, las diferencias pasaron a otro plano: se trataba de los reclamos sobre la soberanía en el Golfo de Venezuela y en otras áreas fronterizas. Esta fue una historia llena de episodios que pusieron a ambos países al borde de la guerra. El 11 de septiembre de 1952 la fragata colombiana “Almirante Padilla” realizó ejercicios de tiros en la zona de Los Monjes en el Golfo. Se invocaba entonces que según el libro “Límites de la República de Colombia”, el área no era venezolana. La respuesta de la Junta de Gobierno presidida por Germán Suárez Flamerich y bajo el mando del coronel Marcos Pérez Jiménez, quien para el momento era miembro de la Junta y Ministro de la Defensa, decretó la movilización conocida como la “Operación Caimán”, la cual obligó al gobierno de Bogotá a reconocer “la soberanía de los Estados Unidos de Venezuela sobre el archipiélago de Los Monjes” y a cancelar las operaciones bélicas. Fue el comienzo de un proceso de sucesivas reclamaciones de los gobiernos democráticos, en busca de un acuerdo que delimitara las áreas marinas y submarinas. 
Raúl Leoni y Carlos Lleras Restrepo retomaron el asunto en 1965 mediante negociaciones de comisiones mixtas. Lo mismo hizo posteriormente Rafael Caldera con su homologo Misael Pastrana Borrero a comienzos de los años 70. Las reacciones de sectores ultranacionalistas de las dos naciones impidieron el avance de ambas gestiones. En 1974 Carlos Andrés Pérez y Alfonso López Michelsen reiniciaron esfuerzos en la misma dirección sobre la propuesta del “Condominio del Golfo”, que suponía la exploración petrolífera conjunta. La reacción de la opinión pública obligó a posponer la iniciativa. 
En 1980 Luis Herrera Campins y Julio César Turbai Ayala tejieron una laboriosa negociación que se conoció como la “Hipótesis de Caraballeda”, considerada todavía como la propuesta más equitativa para sellar un acuerdo. En una reunión del Alto Mando y los más diversos niveles de la institución castrense en Fuerte Tiuna, el planteamiento fue enérgicamente rechazado y por supuesto, remitido al futuro gobierno. 
Es más que conocido el incidente de la “Corbeta Caldas” en 1987 durante los gobiernos de Virgilio Barco y Jaime Lusinchi, que obligó a una dar enérgica respuesta militar del gobierno venezolano que estuvo a punto de desencadenar un conflicto de mayores consecuencias. 
Con el advenimiento de la Revolución Bolivariana el tema del Golfo fue colocado a un lado, pero se pusieron de manifiesto las discrepancias políticas por el apoyo expreso de Hugo Chávez a los grupos insurgentes, que condujeron en algún momento a la ruptura de las relaciones diplomáticas con el gobierno de Álvaro Uribe. Sorpresivamente las cosas cambiaron y Chávez se convirtió en un factor decisivo para las negociaciones de paz entre la guerrilla y el gobierno de Juan Manuel Santos, que ahora se realizan en La Habana. 
El lunes 22 de julio en Puerto Ayacucho se encontraron Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro por primera vez, para superar diferencias y aprobar “según dijeron” una agenda de colaboración bilateral y no solo comercial sino también política. ¿Hasta cuándo durará la nueva luna de miel? 

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