El golpe eléctrico
Caracas y 18 estados vivieron un largo
apagón la tarde del martes 3. Una falla detectada en la línea 765 kV que sale
del sistema del bajo Caroní, habría provocado un accidente, el segundo que
ocurre en esa línea. En la mañana del miércoles 4 todavía no se había
recuperado plenamente el servicio. Como es lógico, durante horas se trastornó
el funcionamiento, ya de por sí complicado, de la capital y de otras regiones del
país.
El presidente Nicolás Maduro tuvo una
respuesta en horas de la noche: “todo parece indicar que la extrema derecha ha
retornado a su plan de golpe eléctrico contra el país”. El ministro de Energía
Eléctrica, Jesse Chacón, quien al ser designado para el cargo prometió que en
100 días tendría solución a la crisis que afecta el suministro de energía desde
hace varios años, declaró: “comenzamos una investigación para determinar las
causas”.
Bien valen unas consideraciones sobre
el asunto. Desde hace 3 años se hizo crítico el suministro eléctrico en casi
todas las regiones del interior del país, que hasta entonces venían padeciendo
constantes apagones. En esa oportunidad, el presidente Chávez abordó el
problema como una materia prioritaria de su gobierno, en el entendido de lo que
ello representa en costos incalculables para la economía y en general, para la
vida de la población. Se recuerda que incluso se estableció un sistema de
racionamiento para el Área Metropolitana que sólo duró un día, por cuanto el
propio mandatario en un mensaje al país, explicó que se suspendía una medida
que de inmediato provocó rechazo y una molestia manifiesta en los caraqueños.
Obviamente Chávez entendía lo que representaba una medida de este tipo en la
ciudad capital.
Luego se anunciaron medidas para
reestablecer plenamente este servicio básico y estratégico. Incluso, se designó
a Alí Rodríguez, una de las figuras de mayor influencia del régimen, para
desarrollar planes de emergencia en este sentido. Se autorizaron importantes
recursos financieros para asegurar el éxito de estas gestiones. Y se pensó que
la prolongación de una situación como esta habría de tener un efecto negativo
en términos electorales para el chavismo que se vería reflejado en las
siguientes consultas.
Es cierto que lo ocurrido el lunes
puede atribuirse a un accidente, a una situación imprevista, tal como ocurre en
cualquier país del mundo. Pero en este caso se trata de un escenario derivado
de la falta de un adecuado mantenimiento y del consabido binomio
ineficiencia-corrupción que define el mandato chavista. Antes que ubicar el
tema en sus verdaderos alcances, Maduro apela al argumento ya desgastado de las
conspiraciones y los intentos de golpes de Estado. Ello viene convirtiéndose en
una “respuesta reflejo” frente a contingencias de este tipo. Hay que recordar,
que después de un año de la tragedia de Amuay, todavía el país no tiene
información sobre las causas de lo ocurrido, ni la necesaria información sobre
sus consecuencias en términos de pérdidas de vida y daños materiales.
El apagón eléctrico de esta semana
afortunadamente (hasta donde se conoce) no ocasionó graves tragedias, pero puso
en evidencia la manera improvisada de como se enfrentan problemas de esta
magnitud. La crisis energética y la deplorable situación técnica de las
instalaciones de PDVSA, en particular de las principales refinerías, pertenecen
a una misma historia que comprueba el fracaso de una gestión, que
paradójicamente ha contado con los medios necesarios para haber solventado
episodios de esta naturaleza.
El recurso de las conspiraciones ya
resulta manido pero más aún, casi infantil. Lo mismo que las promesas y
anuncios sobre investigaciones e informes para determinar las verdaderas causas
de estos accidentes, que evidentemente han ocurrido por un manejo irresponsable
de los asuntos públicos. ¿Qué precio pagará el régimen por el nuevo apagón
nacional? Habrá que verlo en los resultados de las elecciones del 8 de
diciembre.
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