sábado, 7 de septiembre de 2013

El Carabobeño

El golpe eléctrico

Caracas y 18 estados vivieron un largo apagón la tarde del martes 3. Una falla detectada en la línea 765 kV que sale del sistema del bajo Caroní, habría provocado un accidente, el segundo que ocurre en esa línea. En la mañana del miércoles 4 todavía no se había recuperado plenamente el servicio. Como es lógico, durante horas se trastornó el funcionamiento, ya de por sí complicado, de la capital y de otras regiones del país.

El presidente Nicolás Maduro tuvo una respuesta en horas de la noche: “todo parece indicar que la extrema derecha ha retornado a su plan de golpe eléctrico contra el país”. El ministro de Energía Eléctrica, Jesse Chacón, quien al ser designado para el cargo prometió que en 100 días tendría solución a la crisis que afecta el suministro de energía desde hace varios años, declaró: “comenzamos una investigación para determinar las causas”.

Bien valen unas consideraciones sobre el asunto. Desde hace 3 años se hizo crítico el suministro eléctrico en casi todas las regiones del interior del país, que hasta entonces venían padeciendo constantes apagones. En esa oportunidad, el presidente Chávez abordó el problema como una materia prioritaria de su gobierno, en el entendido de lo que ello representa en costos incalculables para la economía y en general, para la vida de la población. Se recuerda que incluso se estableció un sistema de racionamiento para el Área Metropolitana que sólo duró un día, por cuanto el propio mandatario en un mensaje al país, explicó que se suspendía una medida que de inmediato provocó rechazo y una molestia manifiesta en los caraqueños. Obviamente Chávez entendía lo que representaba una medida de este tipo en la ciudad capital.

Luego se anunciaron medidas para reestablecer plenamente este servicio básico y estratégico. Incluso, se designó a Alí Rodríguez, una de las figuras de mayor influencia del régimen, para desarrollar planes de emergencia en este sentido. Se autorizaron importantes recursos financieros para asegurar el éxito de estas gestiones. Y se pensó que la prolongación de una situación como esta habría de tener un efecto negativo en términos electorales para el chavismo que se vería reflejado en las siguientes consultas.

Es cierto que lo ocurrido el lunes puede atribuirse a un accidente, a una situación imprevista, tal como ocurre en cualquier país del mundo. Pero en este caso se trata de un escenario derivado de la falta de un adecuado mantenimiento y del consabido binomio ineficiencia-corrupción que define el mandato chavista. Antes que ubicar el tema en sus verdaderos alcances, Maduro apela al argumento ya desgastado de las conspiraciones y los intentos de golpes de Estado. Ello viene convirtiéndose en una “respuesta reflejo” frente a contingencias de este tipo. Hay que recordar, que después de un año de la tragedia de Amuay, todavía el país no tiene información sobre las causas de lo ocurrido, ni la necesaria información sobre sus consecuencias en términos de pérdidas de vida y daños materiales.

El apagón eléctrico de esta semana afortunadamente (hasta donde se conoce) no ocasionó graves tragedias, pero puso en evidencia la manera improvisada de como se enfrentan problemas de esta magnitud. La crisis energética y la deplorable situación técnica de las instalaciones de PDVSA, en particular de las principales refinerías, pertenecen a una misma historia que comprueba el fracaso de una gestión, que paradójicamente ha contado con los medios necesarios para haber solventado episodios de esta naturaleza.


El recurso de las conspiraciones ya resulta manido pero más aún, casi infantil. Lo mismo que las promesas y anuncios sobre investigaciones e informes para determinar las verdaderas causas de estos accidentes, que evidentemente han ocurrido por un manejo irresponsable de los asuntos públicos. ¿Qué precio pagará el régimen por el nuevo apagón nacional? Habrá que verlo en los resultados de las elecciones del 8 de diciembre.

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