sábado, 5 de octubre de 2013

ABC de la Semana

El ABC de Alfonso Molina – Periodista y autor del libro “2002, el año que vivimos en las calles”

“Lo más importante del 11 de abril no se ha dicho todavía”

Aquel movimiento de 2002 fue un fenómeno inédito en la historia contemporánea de Venezuela. Los ciudadanos asumieron la bandera de Venezuela, no la de algún partido. Tenemos que poner en práctica las enseñanzas de aquellos aciertos y aquellas derrotas, señala el escritor.

Manuel Felipe Sierra

Es periodista con una vasta experiencia en medios nacionales y por un tiempo, reconocido en la crítica cinematográfica, aunque siempre atento a los temas de la reflexión política. Acaba de publicar “2002, el año que vivimos en las calles. (Conversaciones con Carlos Ortega)”. El texto no se agota en las preguntas y respuestas, cada capítulo comienza con un análisis de los episodios que marcan la entrevista. Estas son las reflexiones de Alfonso Molina para los lectores de ABC de la Semana.

— Después de 10 años, ¿cuál es tu balance de aquellas jornadas de 2002 que han dado pie para que converses con Carlos Ortega, pero también para que escribas importantes reflexiones sobre lo que ocurrió en esa etapa?
— Hay dos planos allí, uno es la observación de aquel año, de aquellos meses, que a mi juicio fueron fundamentales y otro, la perspectiva con la cual podemos asumirlo hoy. Yo creo que aquel movimiento fue un fenómeno inédito en la historia contemporánea de Venezuela, la movilización de cientos, miles, incluso en algunos casos de millones de personas en las calles manifestando su protesta y su rebelión frente a un proyecto totalitario.

— Que comenzaba a dar signos de que iba por esa vía.
— Sí y eso es importante señalarlo porque no era el hecho consumado. Yo pienso que el ciudadano logró identificar un peligro inminente.

— Eso habla mucho de eso que se ha llamado la cultura democrática del venezolano, de su espíritu libertario.
— Sobre todo cuando el venezolano se ve afectado directamente por políticas de esta índole en el campo educativo, en el campo económico y en el campo social. Sin embargo, lo que se puso en manifiesto en aquel momento es que se requería de un operador político que pudiera llevar esto a buenos términos. En el libro, Carlos Ortega hace unas reflexiones sobre esto, sobre lo que pasó durante el paro cívico nacional y cuál fue el papel jugado por las organizaciones políticas.

— Pero comencemos por el comienzo. ¿Cómo emerge todo esto?
— Es en el año 2001 con el Decreto 1011 cuando la Asamblea de Educación juega un papel fundamental y eleva su voz de protesta bajo aquella frase “con mis hijos no te metas”, que fue secundada por los ciudadanos. Como mencioné anteriormente, identificaron un proyecto que los afectaba de manera directa y personal. Luego de ello hubo un paro empresarial el 10 de diciembre de 2001, planteado por Fedecámaras y respaldado por la CTV, que también fue algo inédito porque un organismo empresarial y uno sindical estaban actuando de manera conjunta. Y fue el 23 de enero de 2002 cuando se realizó aquella inmensa marcha impulsada por algunas organizaciones políticas, pero sobre todo por los ciudadanos.

Poder ciudadano

— Eso tuvo una gran simbología y es que era justamente el 23 de enero, la fecha de la democracia, de la libertad, de la lucha contra la dictadura.
— Yo recuerdo a Enrique Mendoza como uno de los organizadores de aquella marcha, sin embargo, no apareció COPEI, ni AD, ni ningún partido de los que hasta entonces resaltaban. De hecho, en aquella manifestación el ciudadano asumió que la bandera era la venezolana, físicamente no habían banderas de ningún partido, sólo la bandera de Venezuela. Porque los venezolanos entendieron que era un problema del país y no de una organización política. Pero es importante que todas aquellas cosas sucedieron sin tener un operador político impulsándolas y no es porque los militantes de los partidos no participaran, porque obviamente lo hicieron, pero digamos que no estaban a la vanguardia de ese proceso ni intentaban conducirlo a un destino en específico. Eran ciudadanos con una necesidad manifiesta que salieron a las calles a protestar, a exigir, gente dispuesta a defender sus derechos. Era la primera vez que los ciudadanos exigían de manera pública la renuncia de un Presidente, por lo menos en Venezuela. De hecho, el 11 de abril (sostiene Carlos Ortega) Chávez salió del poder, por algún conjunto de maniobras políticas o militares, pero sobre todo por la inmensa presión que se ejerció en las calles aquel jueves.

— Pero hay un hecho importante y es que todas aquellas manifestaciones que se dieron en aquel momento, si las medimos en términos de presencia de gente, están muy por encima incluso de esas protestas que años después se han venido produciendo. En el caso de Europa los “indignados”, o de muchas de estas acciones de la Primavera Árabe. Es decir, en número de personas…
— Sí, incluso hay gente que dice que ello está registrado en el Récord Guinness como la mayor movilización de ciudadanos en el mundo.

— Es decir que los venezolanos de alguna manera nos adelantamos a la historia, marcamos allí un rumbo.
— Bueno, a principio del siglo XIX lo hicimos y yo creo que al iniciar el siglo XXI también hubo como un ejemplo planteado. Hay una cosa importante que me gustaría resaltar y es que con el paso del tiempo, el gobierno ha posicionado la noción de un Golpe de Estado el 11 de abril. Más allá de las consideraciones jurídicas y lo que señaló el TSJ en aquel momento, ese posicionamiento de un Golpe de Estado es incorrecto o por lo menos inexacto, porque el 11 de abril lo que hubo fue una masacre a 19 venezolanos que cayeron en silencio y todas las evidencias parecen indicar que fue por culpa del oficialismo. Esa masacre ha tendido a ser olvidada y a ser sustituida por esta hegemonía comunicacional que tiene el gobierno con el concepto de un Golpe de Estado. Por otra parte, el movimiento militar o “Golpe” sigue siendo algo muy oscuro, porque todavía no se sabe con exactitud quienes fueron todos los protagonistas de ese hecho.

— A pesar de que se ha escrito mucho sobre ello.
— Pero la mayoría de los textos publicados sobre el 11 de abril son del bando oficialistas, que muchas veces coindice con la propaganda, salvo el libro “El acertijo de abril” de Alfredo Meza y Sandra La Fuente, o “El silencio y el escorpión”, de Brian Nelson. Son pocos los libros que han narrado esa historia. Hay otra publicación que se llama “Golpe al vacío”, de varios intelectuales venezolanos, que fue más bien una interpretación, una reflexión 10 años después y ello tiene una valoración muy importante.

— Pero en cuanto a los datos concretos sobre lo que ocurrió todavía hay muchos lunares.
— Claro. Hay por lo menos dos sospechas: una es la del autogolpe, que sigue siendo una teoría no descartable y la otra (que fue la que se manifestó en la manera más clara) es que había una agenda unitaria democrática la sociedad civil y de pronto intervinieron elementos políticos y militares distintos, que fueron los que llevaron a Pedro Carmona Estanga la madrugada del 12 de abril a presentarse como Presidente.

Cabos sueltos

— ¿En sus conversaciones Carlos Ortega te precisó muy bien ese día?
— Sí, por supuesto. Incluso Ortega dice que el día 12 directivos de Fedecámaras lo llamaban a él para que les explicara qué estaba pasando, porque los propios miembros de Fedecámaras no sabían cuál era la jugada de Pedro Carmona, pero Ortega tampoco sabía.

— También existe un libro de Carmona Estanga que trata de explicar lo que pasó ese día.
— Sí y el también lo relata en su blog. Yo creo que eso es válido, que un protagonista de ese día exponga su visión, sin embargo lo más importante es lo que no se ha dicho todavía, lo que permanece oscuro. Por ejemplo, el rol de Lucas Rincón ¿por qué él quería tener una reunión con la CTV mientras se estaba ejecutando la masacre?

— Alguien llegó a decir que se buscaba una Junta con participación civil.
— Y que buscaban que la CTV se incorporara porque era la fuerza popular. Sin embargo, Carlos Ortega señala que esa fue su sospecha, pero que no tiene elementos para hacer una acusación.

— Pero el hecho cierto es que la dirigencia de la CTV fue citada a la reunión que se llevó a cabo en el Hotel Coliseo.
— Y ésta decidió desistir porque no la consideró pertinente y de hecho, luego de 15 minutos llegaron patrullas de la DISIP a llevarse a los dirigentes sindicales, pero ya se habían ausentado. Esas son cosas interesantes de conocer de la voz directa de Carlos Ortega.

— En una oportunidad el general Baduel comentaba que nunca se supo qué ocurrió. Él en Maracay se encontró con que Chávez no estaba en Miraflores, no había gobierno no había a quien recurrir. Entonces, ese vacío y la presión de un grupo de militares, lo obligó a estimular el regreso del Presidente.
— Yo siempre digo que Chávez volvió por una operación militar que no costó ninguna vida, las vidas costaron el día anterior. Sin embargo, esa operación militar sigue siendo muy oscura porque allí intervinieron muchos factores. La opinión de Baduel puede ser muy valiosa, pero habían otros factores militares interviniendo. Incluso Baduel terminó cayendo en desgracia después de haber sido quien devolvió a Chávez al poder, pero como “las revoluciones se comen a sus hijos”. Hay cosas muy oscuras. Por ejemplo, todos estos personajes que surgieron de la nada en esa autoproclamación de Carmona que hablaban de un movimiento subversivo ajeno a la movilización de la calle, porque los ciudadanos no eran conspiradores, era gente que estaba protestando y que incluso se llegaron a sentir utilizados para esa conjura.

— Luego se generó en el país un cuadro de tensión muy grave.
— Claro. Y a pesar del retorno de Chávez y de sus promesas de rendición, el ciudadano no se quedó en la casa, siguió en la calle, siguió protestando desde abril hasta el paro cívico de diciembre, porque no se comió el cuento de que se iban a componer las cosas.

— Se vivió una ingobernabilidad tal que obligó primero a la gestión de Jimmy Carter y que posteriormente condujo al diálogo encabezado por el Secretario General de la OEA, César Gaviria.
— Allí se manifestaron dos instancias importantes: la Mesa de Negociación y Acuerdos y la creación de la Coordinadora Democrática, que marcó el retorno de los partidos democráticos a la vida pública en Venezuela. Porque a pesar de que la CTV, Fedecámaras y la Gente del Petróleo eran los protagonistas directos de este movimiento ciudadano, los partidos también comenzaron a participar en la vida pública y política a través de la Coordinadora, que fue la que llevó a cabo el paro cívico nacional en diciembre de ese año. Mientras que la Mesa de Negociación y Acuerdos que condujo a que el Centro Carter y César Gaviria prácticamente se mudaran para el Hotel Meliá de Caracas.

— Y hubo una representación del gobierno y una de la oposición.
— Claro. Carlos opina que el papel de José Vicente Rangel fue fundamental porque asumió la operación política del gobierno y estuvo dispuesto al diálogo. La presencia de esos organismos dice mucho de la magnitud de aquel momento político en Venezuela.

— En esos días, en octubre justamente, se produjo un hecho que también fue muy importante: el pronunciamiento militar de Altamira, que dio a entender que la Fuerza Armada no apoyaba enteramente a Chávez, sino que incluso estaba dividida.
— Una de las consecuencias más dramáticas de los sucesos de abril es que la disidencia en el campo militar fue segada. Es decir, todas las cabezas contrarias a la revolución fueron cortadas y esa situación se manifestó precisamente en octubre cuando ese conjunto de militares, algunos de ellos retirados, otros sin tropa, se manifestó.

— Incluso algunos venían también siendo acusados de intervenir el 11 de abril y ello debilitó en cierta forma la protesta de Altamira, porque eran militares recientemente derrotados.
— Por supuesto. Y es que ahí hubo un error de cálculo fundamental, porque cuando alguien se mete en una protesta tiene que saber cómo salir y allí no se planeó nada de eso. Sin embargo, este conjunto de militares se presentó en la plaza, recibió el respaldo de los sectores más radicales, pero no tenía sostén y al cabo de unos meses murió de mengua. Además que allí se presentó un hecho violento. Carlos Ortega me manifiesta su total desacuerdo con la postura de los oficiales, sobre todo porque algunos de ellos promovían una huelga de trabajadores.

— Sin embargo, fue un factor que activó mucho el paro de diciembre.
— Claro. El paro de diciembre es interesante recordar que también fue producto de una circunstancia que Carlos Ortega denomina “el consenso”. Era algo que estaba planteado con anticipación, sin embargo la CTV y Fedecámaras no aceptaban ir al paro sin que todos los partidos de la Coordinadora Democrática estuvieran de acuerdo. Fue algo que se decidió por unanimidad pero que también impulsó la presión del radicalismo ciudadano.

— Hay muchas versiones y análisis del 11 de abril, pero pocas sobre el paro y al parecer nadie asume esa responsabilidad.
— Yo creo que ahí opera un sexto sentido vergonzante de algunos sectores que impulsaron e incluso catalizaron ese paro y que luego, tras la derrota, decidieron desligarse de ese movimiento. Nadie ha escrito sobre esto. Sin embargo, en mi libro sí aparece una conversación muy importante sobre ello. Casi nadie quiere hablar de eso, incluso mucha gente dice hoy que estaban en desacuerdo cuando en aquel momento lo apoyaban. El paro fue una derrota pero a pesar de ello los ciudadanos siguieron protestando, surgió la recolección de firmas, el referéndum revocatorio, etc. Son capítulos sobre los que hay que seguir reflexionando, porque hoy tenemos que poner en práctica las enseñanzas de aquellos aciertos y aquellas derrotas.

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