Sesión de trabajo
La polarización y el desencuentro
político han llegado a tal extremo en el país que una sesión de trabajo o un
encuentro administrativo se interpreta como el inicio de un diálogo de mayor
alcance. La reunión de Nicolás Maduro con gobernadores y alcaldes oficialistas
y opositores para definir un plan de emergencia frente al rebrote delictivo a
propósito del asesinato de la actriz Mónica Spear y su esposo, es un paso
importante sin duda, para avanzar en la creación de un clima mínimo de
convivencia. La presencia en ella del gobernador de Miranda y ex candidato
presidencial Henrique Capriles Radonski, le agregó una mayor relevancia si se
toma en cuenta que éste no había asistido a una reunión previa similar y que ha
venido sosteniendo con firmeza la “ilegitimidad” del mandatario.
Sin embargo, se trató de una
reunión rutinaria en el marco de una sana gobernabilidad que va más allá de las
militancias partidistas. Es lógico que el Jefe de Estado coordine acciones y
programas concretos de común acuerdo con los gobernadores y alcaldes, en
procura de resultados satisfactorios para estas políticas. Así fue durante los
gobiernos anteriores al arribo del proyecto chavista, cuando existían
instancias como la
Asociación de Gobernadores y Alcaldes, en la cual compartían
responsabilidades representantes de todas las tendencias políticas.
El simple hecho de que se pueda
retornar a ello y que además, el reciente encuentro haya sido propiciado por
Maduro (después de 15 años de enfrentamientos y tensiones) ya es un dato positivo
y más aun, que se trate de coordinar acciones ante un problema de la magnitud
que ha cobrado la inseguridad. Pero el llamado y esperado diálogo debería
partir de los actores políticos, partidos y referencias de la sociedad civil,
sobre la base de objetivos claros vinculados con los grandes temas nacionales.
Junto al problema de la
delincuencia, el cual ciertamente obedece a varias causas sociales pero cuyo
combate es responsabilidad del Estado y también en buena medida de la sociedad,
las circunstancias obligan en lo inmediato a dar respuestas a una difícil
coyuntura económica. Como se sabe, el gobierno está emplazado a tomar
decisiones en los próximos días sobre el tipo de cambio, el aumento del precio
de la gasolina y seguramente, en la fijación de algunos impuestos. Esas medidas
no bastarían para abordar el asunto de fondo, que no es otro que elevar la
producción nacional y retornar a un clima de confianza para las inversiones
nacionales y extranjeras. Ello sólo será posible mediante un compromiso que
involucre a empresarios, trabajadores y a diversos sectores cuyo aporte resulta
indispensable. En este sentido, la reciente reunión en Miraflores es sólo una
señal de que se puede avanzar en coincidencias que respeten posiciones
políticas e ideológicas encontradas.
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