martes, 25 de marzo de 2014

Globovisión

El hombre de la transición

La muerte de Adolfo Suárez, el primer presidente de Gobierno de la democracia española, revive el tema de las transiciones. A la muerte de Francisco Franco, existía el riesgo cierto de que las pasiones reprimidas durante 40 años de dictadura, consecuencia de la guerra civil, volvieran a marcar la política de España. 

Ciertamente, todos los políticos que vivieron un largo exilio apostaban a un cambio gradual que evolucionase hacia la convivencia democrática, pero existía la posibilidad de que la estructura franquista actuara en dirección contraria. Nadie se imaginaba, en aquel contexto, que un funcionario que no pertenecía al alto nivel del régimen ni que tampoco representaba a una organización política reconocida, pudiera asumir la difícil tarea de conducir un proceso que se suponía habría de ser traumático. 

Desde entonces, a Adolfo Suárez se le conoce como “el hombre de la transición”. Una transición que en muchos de sus pasos tomó como ejemplo el tránsito venezolano que sucedió al derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y que dio paso al Pacto de Puntofijo, que comprometió a sectores decisivos del país para la implantación de la democracia. Por cierto que los esfuerzos para el pacto tripartito de 1958 en Venezuela, se alimentaron en mucho de la experiencia del acuerdo firmado el 24 de julio de 1956, entre el liberal Alberto Lleras Camargo y el conservador Laureano Gómez, conocido como Pacto de Benidorm, para cancelar una cruenta etapa en la vida de la nación latinoamericana y restablecer su democracia. 

Posteriormente, las transiciones vividas en los países centroamericanos al término de una sangrienta confrontación en los años 90, también fueron posibles gracias a la voluntad de diálogo y acuerdo entre factores furiosamente antagónicos. El tema es oportuno ante la situación de creciente tensión política que se vive en Venezuela, pero que nunca alcanza los niveles de experiencias históricas caracterizadas por una guerra abierta y el desbordamiento del odio y la más terrible violencia. 

Adolfo Suárez fue un ejemplo de cómo con tenacidad, pero a la vez con la mano tendida para el diálogo transparente, se pueden sortear los más peligrosos escollos.

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