El ABC de Pedro Benítez / Historiador y Secretario Político de AD
“Entre el diálogo y la protesta no hay ninguna contradicción”
Hay un sector del Gobierno que está claro de que este modelo económico fracasó. El origen del conflicto está en la forma poco transparente en la que Maduro accedió a la presidencia. Las acciones tienen que ser pacificas y sobre todo tienen que tener conducción política, opina el profesor de la Universidad Metropolitana y la Universidad Central de Venezuela.
Manuel Felipe Sierra
Pertenece a la nueva generación de la política venezolana, es historiador y se desempeña como profesor en varias universidades. Pero además, forma parte de la dirección nacional de Acción Democrática (AD), luego de haber desarrollado un intenso trabajo en los niveles juveniles de la organización. Sobre el diálogo y la crisis social y política que enfrenta el país, Pedro Benítez reflexiona para los lectores de ABC de la Semana.
— ¿Cuál es tu opinión con respecto al diálogo que han establecido el Gobierno y la Mesa de la Unidad Democrática?
— Yo creo que esto primero hay que verlo en su contexto general. En primer lugar, hay que entender que el chavismo perdió la unidad de mando, porque este fue un modelo político, un modelo de hegemonía política que se construyó en función del liderazgo de una persona, y esa persona ya no está y ello cambia totalmente las reglas del juego. Dentro del chavismo lo que hay ahora es una competencia, una tensión, una lucha de distintas fracciones, que lo único que los une es la perspectiva de poderse mantener en el poder, pero sabemos que ese tipo de alianzas políticas siempre son endebles, la historia lo ha demostrado.
— Además ello se da ante un cuadro económico verdaderamente grave.
— Exacto, esto se da en el contexto de una severa crisis económica, es decir, nosotros estamos pagando las consecuencias de una decisión que se tomó en el año 2012 cuando hubo un enorme gasto público para alimentar el consumo, a través de las importaciones, y con un masivo endeudamiento del sector público consolidado, con el objetivo de garantizar la reelección de una persona que todo el mundo sabía que no iba a poder ejercer el cargo de Presidente de República, como efectivamente ocurrió. De modo que este deterioro económico que hemos vivido desde 2013 es consecuencia directamente de ello, y hay un sector del Gobierno que es consciente de eso, de allí la famosa declaración de Nelson Merentes en el programa de José Vicente Rangel, precisamente a inicios de la administración de Maduro, donde decía que al chavismo le había faltado éxito económico, que era una manera de decir que estamos ante un gran fracaso de todo este modelo.
— Y más recientemente declaró que no existía la producción necesaria, incluso que el problema monetario no había sido enfrentado.
— Todo ello es consecuencia de un modelo que empezó a implantarse a partir del año 2005 con expropiaciones y confiscaciones en áreas sensibles y muy determinantes de la economía. Entonces, hay un sector del Gobierno que está claro de que este modelo fracasó y que está buscando la manera de salir de ello. Hay una declaración que a mí me parece muy importante recordar y es la que recientemente dio el exministro de Planificación de Chávez, Felipe Pérez Martí, quien plantea una serie de reformas que el Gobierno debe hacer, pero para ello necesita una base política que no tiene y la única manera de hacer eso es sentándose con la oposición para tratar de desactivar el conflicto político que tiene el país, y poder hacerle frente a la tremenda situación económica que se le viene encima, cuyo factor explosivo en estos momentos es precisamente el desabastecimiento.
— Por cierto, las recientes medidas económicas anunciadas por Maduro, si no lo dice expresamente y más allá de que se apliquen, implican un cierto viraje en algunas cosas.
— Claro. Ellos están aplicando un poco aquella consigna de Lenin: “retroceder un paso para avanzar dos”. Pero saben que tienen que abrirse al sector privado, aunque me da la impresión de que no están totalmente claro de cómo hacerlo, pero están enviando unas señales, que en medio de todo lo malo, son positivas. Sin embargo, no me parece que son la solución ideal porque aquí no se trata de satisfacer las aspiraciones de un grupo empresarial en particular o las propuestas de Fedecámaras, aquí se trata de gobernar con una visión moderna de la económica, donde existan reglas claras para todo el mundo y no para favorecer a determinado sector con la esperanza de así resolver parcialmente un problema que es sumamente grave. De modo que el Gobierno está tratando de construir una base política, pero dentro del propio grupo gobernante hay otros sectores que están jugando al fracaso con el argumento radical. Por ejemplo, el caso de Simonovis, que es un caso emblemático. En diciembre hubo declaraciones tanto del ministro de Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, como de la propia Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, y de parte de sectores cercanos al Gobierno, que vislumbraban la liberación de Simonovis, incluso se estaban planteando fechas. Pero luego aparece Diosdado Cabello tratando de destruir esa posibilidad, ¿con que intención? Con la intención de perjudicar y desestabilizar al Gobierno de Maduro, porque hay distintas agendas y distintas estrategias en juego.
— Claro, porque el chavismo fue un movimiento que tuvo a Chávez como un factor unificador, a través de su personalidad y el liderazgo.
— Exactamente. Entonces cuandoMaduro trata de tomar medidas de ese tipo siempre hay factores radicales internos que apelan al discurso revolucionario de la vieja izquierda. Incluso, tienen entre ellos una disputa por el Plan de la Patria, incluso en el portal de Aporrea se han publicado varios artículos que recogen eso, porque dicen que este plan del que habla Maduro no es el mismo que planteaba Chávez.
— Incluso se ha anunciado una reunión de ciertos factores del chavismo que producirían un documento crítico al Gobierno.
— Sí, estaba planteado un congreso, creo que de carácter ideológico o programático para tocar esos temas. De modo que ellos internamente están bien enredados y el diálogo se está viendo desde se punto de vista. Ahora, ¿cómo lo ve concretamente la Mesa de la Unidad Democrática?
— Es importante el papel de la oposición, porque después de la iniciativa del diálogo han surgido desencuentros en el seno de la MUD. Además está claro que hay una visión que es la del diálogo, y otra que es la que sostienen quienes han planteado esta fórmula de “La Salida”, que de alguna manera ha cabalgado con la conflictividad social y las protestas estudiantiles.¿Diálogo o salida?
— Varios analistas han planteado que entre las dos opciones en el fondo no hay ninguna contradicción. Es decir, por primera vez este Gobierno estuvo dispuesto a reconocer la existencia de una oposición formal como consecuencia de la protesta estudiantil, porque eso es un logro de la protesta de calle y que tendría que destacarse, porque es insólito que el Gobierno se haya visto obligado a sentarse a dialogar de manera pública con sectores importantes de la oposición venezolana. De modo que entre la protesta y sentarse a hablar con el Gobierno no hay contradicciones, porque las dos propuestas son complementarias y necesarias. Es más, sería un grave error que la calle se inmovilizara puesto que ello ha demostrado ser la principal arma de presión que tiene la oposición frente al Gobierno para el diálogo.
— Y ello además fortalece a la oposición en el diálogo, pero está claro también que hay una diferenciación en la naturaleza de estas protestas. Por cierto, Henry Ramos Allup ha declarado que hay que protestar pero que debe ser de forma pacífica, y aunque hay factores que sin duda juegan a la violencia, frente a ello debería imponerse un deslinde categórico.
— Así es. Yo creo que las protestas tienen que ser pacíficas, tienen que tener un objetivo claro, tienen que tener un propósito y sobre todo tienen que tener conducción política. A mí me parece que el argumento que ha dado el Movimiento Estudiantil ha sido demoledor, incluso no han planteado la salida de Maduro, lo que han planteado son una serie de cosas que colocan al Gobierno entre la espada y la pared. De hecho, rescato algo de la intervención de Henrique Capriles Radonski durante el diálogo: el origen de este conflicto político está particularmente en la forma poco transparente en la que Nicolás Maduro accedió a la presidencia, él es Presidente por el control que ejerce sobre los Poderes Públicos. Entonces, esa forma arbitraria de hacer la política, de pasar por encima de las leyes, las instituciones y de las reglas del juego democrático, es donde está el origen de toda esta conflictividad y eso es precisamente lo que al Gobierno le interesaría desactivar.
—También hay otra cosa importante en el diálogo, que lo diferencia de las conversaciones tradicionales y es que está siendo monitoreado por los cancilleres de Unasur y también por el Nuncio Apostólico, es decir por el Vaticano, que en este año de gestión del Papa Francisco ha cobrado un peso muy importante en las negociaciones políticas internacionales.
— Me parece muy curioso que un Gobierno que se ha rasgado las vestiduras todos estos años hablando de la independencia y la soberanía nacional, haya llegado a una situación inédita, porque por primera vez en la historia nacional tantos intereses extranjeros se han involucrado en el conflicto venezolano por distintas razones que están presentes acá. Ello demuestra la gravedad y la magnitud de la crisis venezolana que trasciende al país. Yo creo que el Gobierno va a tener que responderla ya no sólo a la MUD y a la presión de la calle, le va a tener que responder a esos gobiernos porque Maduro está asumiendo compromisos en plazos perentorios a los que tienen que darle respuesta. El costo que el Gobierno está pagando por no dar respuestas a demandas totalmente legítimas, es algo que se está acumulando con intereses a medida que va pasando el tiempo.
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