domingo, 14 de diciembre de 2014

ABC de la Semana

El ABC de Marianela Sánchez / Coordinadora Judicial del Observatorio Venezolano de Prisiones

“La situación en Uribana es la crónica de una muerte anunciada”

Tenemos más de tres meses denunciando la vulneración flagrante de los derechos humanos de la población reclusa. Lo que están recibiendo los internos es tortura por parte del ministerio de Asuntos Penitenciarios. La cárcel no se trabaja desde un escritorio, opina la abogada.

 Manuel Felipe Sierra

El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) nació en 2002 y a lo largo de estos años ha venido cumpliendo una intensa tarea en el monitoreo de los asuntos penitenciarios. Su equipo técnico ha seguido de cerca la crisis carcelaria en todas sus graves manifestaciones. La reciente intoxicación y el fallecimiento de más de 40 reos en la cárcel de Uribana, ha tenido repercusión no sólo en el país sino que ha merecido la atención de instancias internacionales. Desde su fundación, la abogada Marianela Sánchez ha sido testigo de la tragedia que viven la población reclusa y sus familiares. Y precisamente, sobre éste y otros temas ofrece sus reflexiones para los lectores de ABC de la Semana.

― La reciente intoxicación y fallecimiento de más de 40 reos en Uribana, además de ser un caso atípico es alarmante y revela hasta dónde llega la situación de la crisis que se vive en los penales.
― Sí, es lamentable ver cómo en materias públicas el Estado ha demostrado una total incapacidad, negligencia e irresponsabilidad, sobre todo en el área que tiene que ver con el sistema carcelario. La cárcel no se trabaja desde un escritorio, para trabajar la cárcel hay que estar con la población, escuchar a los familiares, estar ahí día a día, oler a cárcel. Nosotros tenemos que hacer visitas, arriesgar nuestra identidad física, exponernos a las requisas (que es lo más denigrante por lo que puede pasar una persona) para poder verificar que efectivamente las denuncias que llegan a nuestra organización son ciertas. Es por eso que objetivamente y con mucha transparencia decimos y denunciamos los hechos más horribles, lo que vive el familiar y la población reclusa.
La situación en Uribana es la crónica de una muerte anunciada. Tenemos más de tres meses denunciando la vulneración flagrante de los derechos humanos de la población que se encuentra bajo régimen penitenciario a través del nuevo diseño implementado por la ministra Iris Varela, que simplemente fue hacer traslados a diferentes centros de reclusión a nivel nacional, violando nuevamente el derecho a la visita de los reclusos, el derecho al debido proceso, simplemente por silenciar un problema que está latente.

― Pero lo ocurrido en Uribana tiene características distintas a los conocidos y recurrentes motines carcelarios.
― A la situación de Uribana hay que ponerle mucha atención porque la manera como ocurrieron los hechos es grotesca, no creemos que hayan sido los mismos internos que hayan hecho ese famoso “cóctel de la muerte”, al parecer ligaron una cantidad de pastillas, alcohol, yodo, todo lo que ellos supuestamente encontraron en la enfermería. Pero nos llama la atención porque tenemos denuncias de que allí sólo había un medicamento al que le llaman “la pastillita milagrosa” que se las dan para cualquier molestia. ¿Entonces de dónde nace o sale este cóctel? Eso es lo que los familiares piden que se les aclare. Hay internos que han superado la crisis, hay otros que no; primero por la mala alimentación que reciben, y segundo, porque cada organismo reacciona de una manera distinta.

― ¿Qué otras medidas deberían tomar las autoridades? Además de la destitución y detención del director del penal…
― Aquí el llamado es al Ministerio Público como titular de la acción penal, a que resguarde celosamente los testimonios de estos internos para poder dar respuesta y que por primera vez llevar un caso de la población reclusa de manera transparente y objetiva, porque siempre el responsable termina siendo el interno. Ellos están presos porque trasgredieron la norma y también se les imputa por todo lo que pasa en la prisión, pero no se imputa al torturador, al que le pega, al que lo encierra en un cuarto, al que lo corta, es que son tantos los maltratos continuos y sostenidos que ya no sabemos cómo calificarlos, pero obviamente es tortura, lo que están recibiendo es tortura por parte del ministerio de Asuntos Penitenciarios y ello recae sobre la ministra, que es la que lleva a sus espaldas este organismo.

Fracaso del sistema

― ¿A cuánto asciende la población penal en este momento?
― Nosotros ahora manejamos tentativa y aproximadamente 52.000 a nivel nacional, de los cuales el 78% son procesados, que es por eso el alto hacinamiento, porque a pesar de que tenemos un Código Orgánico Procesal Penal que establece un sistema acusatorio y donde la excepción es la privativa, se ha revertido el proceso inquisitivo: usted es culpable durante el proceso, demuéstreme su inocencia. Es por eso que nuestras cárceles están llenas y lo triste aquí es que es una población muy joven.

― ¿Qué promedio de edad manejan?
― Las edades están entre 19 y 25 años un grupo, y entre 19 y 35 años otros. O sea, es una población que ha carecido de oportunidades de educación, ellos y sus familiares provienen de sectores sumamente humildes. ¿Entonces dónde están las misiones? ¿Dónde está el trabajo que se debe hacer de sociedad de base, de nuestros niños, de nuestras escuelas? Cuando uno ve esto se pregunta si todos los planes o todas las misiones han fracaso.

― ¿Y con qué tienen que ver los casos más frecuentes que se les imputa a la población penal o los delitos en los cuales incurren?
― El alto consumo de droga en nuestros jóvenes es una de las raíces, ello conlleva a los delitos de robo en todas sus modalidades, que son con los que más nos conseguimos: robo impropio, arrebato de celulares, robo de unidades automotoras, que tuvo muchísimo auge y de hecho tiene una ley especial. Entonces, cuando a esas personas las aprehenden y les van a hacer un examen de toxicología y da como resultado que causó un daño bajo el efecto de una droga ¿por qué no se les da tratamiento? Está el programa Negra Hipólita, que tuvo un gran auge al principio pero ya ahora no, ya no suena, y estaba destinado a ayudar a estos jóvenes y a los indigentes. A veces cuando voy a los tribunales veo en los pasillos que son gente muy humilde. ¿Entonces quién paga cárcel? ¿Se paga cárcel por ser pobre? Porque las madres no tienen cómo pagar un buen defensor y la Defensoría Pública cuenta con gente muy buena pero hay otros que simplemente dicen “te quedaste preso, déjame ver cómo puedo hacer”, pero el Estado les paga por defenderlos y si hay elementos para hacer una buena defensa ¿por qué no hacerla?

― ¿Y en el caso de esos jóvenes es muy alta la reincidencia?
― Ni siquiera llegan a pagar su condena, por eso se da la reincidencia. Primero, salen, están bajo la medida de un tribunal, muchas veces no han sido penadas sino que llevan dos causas abiertas por el mismo delito, pero obviamente ya en esa segunda oportunidad no les dan una tercera, porque son reincidentes. O sea, se hace la acumulación, van a juicio o admiten los hechos y pasan al sueño eterno, porque se olvidan de la persona privada de libertad. Cada vez el desastre es mayor y la solución no es solamente pintar y recuperar las infraestructuras de las cárceles, el trabajo va mucho más allá.

Crisis penitenciaria

― Haciendo una panorámica de los penales más importantes o más críticos, ¿la situación es igual en todos? ¿Se enfrentan a los mismos problemas?
― Para Tocorón (Maracay) la ministra envió ahora reclusos de Uribana y del Rodeo. La población allí hoy por hoy, y de repente me quedo chiquita porque como dice ella nosotros nunca tenemos las cifras que son porque obviamente no formamos parte del Estado, es de 7.700 internos, una cárcel que fue diseñada para albergar máximo a 800 internos, es la cárcel con mayor población hasta ahora. Después está la Penitenciaría General de Venezuela (PGV) en Guárico, que tiene además el internado Los Pinos, y tiene aproximadamente 4.500 reclusos. En El Rodeo I, II y III la población es menor porque están bajo la nueva modalidad del régimen penitenciario que le da un orden cerrado a la población. En el caso de La Planta, que fue clausurada por este Gobierno, la población reclusa fue repartida a nivel nacional y cabe destacar que Caracas no tiene como tal un internado, por eso es que las comandancias policiales están hacinadas.

― ¿Y en el caso de los penales dedicados únicamente a las mujeres?
― La única cárcel femenina que tenemos nosotros es el Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF) que está ubicado en Los Teques e igualmente, las internas están bajo el nuevo régimen, las mujeres están uniformadas, pero las denuncias son las mismas: el maltrato a la población. En el caso de las mujeres que están retenidas en el anexo de Uribana, donde hay aproximadamente 150 ó 200 femeninas, tenemos denuncias de que la directora del penal las está torturando pegándoles, no dándoles comida, dejándolas encerradas 24 hora en sus celdas, muchas tienen tuberculosis, sarna, no reciben visitas de sus hijos y nada más les permiten una visita al mes.

― ¿Y este fenómeno de los famosos “pranes” que consagran una especie de mafia y organizaciones delictivas que operan en varios penales?
― Lamentablemente ellos son una de las consecuencias del abandono del Estado y el Gobierno no toma en cuenta por qué nacen los “pranes”. Hay liderazgos que nacen y hay liderazgos buenos y malos. Se han visto casos en los que estos líderes o “pranes”, que son una especie de “autoridad suprema” de un régimen penitenciario trabajan en pro de la población, hay otros que no. Además, el “pran” vive de una “causa” que ni siquiera la paga el preso porque ellos no trabajan para ello, la paga el familiar desde afuera porque saben que les puede costar la vida si no lo hacen. Pero los “pranes” nacen por culpa del Estado, hacen el trabajo que debería hacer el Estado y la ministra lo sabe, porque ella habla con ellos y negocia con ellos. Igualmente los directores de esos centros tienen responsabilidad debido al alto nivel de corrupción. Las cárceles son una mafia, una máquina de hacer dinero. Cuando entramos a las prisiones nos encontramos con que hay de todo, allí existe de todo. Es un cuadro sumamente complicado.

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