Terrorismo: ¿América Latina a salvo?
Los
atentados a las Torres Gemelas en Nueva York el 11 de septiembre del 2001
definieron una nueva fase del terrorismo. El grupo suicida de Al Qaeda, la
organización encabezada por Osama Bin Laden, ya no actuaba contra sus enemigos
de raza, religión o en el marco de conflictos separatistas sino contra la
población civil, con un claro y único objetivo: desatar el pánico. Hasta
entonces las operaciones terroristas se concentraban en el Medio Oriente
impulsadas por la rivalidad entre palestinos e israelitas o eran ejecutadas por
movimientos separatistas como ETA en España, IRA en Irlanda, SIJ en la India y
células activas en varias naciones de África y Asia.
La
invasión de Afganistán e Irak como respuesta de Washington a la incursión en su
territorio, dio inicio a una confrontación en la cual el ejército norteamericano
debió asumir prácticas consideradas como propias del fenómeno que se combatía y
de este modo el terrorismo se convirtió en una forma regular de lucha, y además
con notables ventajas: operaciones individuales de bajo costo comparadas con las
tradicionales y el uso del “factor sorpresa” contra un enemigo indiscriminado,
desconocido y desarmado.
La
llamada “Primavera Árabe” en 2011 que comenzó en Túnez y recrudeció en Libia,
Egipto y sus efectos aún persisten en Siria reveló la emergencia de nuevos agentes
de la sociedad civil en las luchas contra las viejas dictaduras de la región. Mubarak
en Egipto fue destituido, Gadafi en Libia fue asesinado y los intentos en otros países se desvanecieron,
pero el resultado final no condujo al establecimiento de regímenes democráticos
sino todo lo contrario: la generalización de la violencia tribal, el resurgir de
conflictos religiosos que parecían atenuados por siglos y la aplicación de estrategias
y prácticas hasta entonces propias del más radical islamismo. La extensión de
la guerra civil siria y la anarquía de fuerzas religiosas contrapuestas en
Libia e Irak impactaron en países africanos como Nigeria y Somalia y
recrudecieron los conflictos de Pakistán y Afganistán.
EL SUEÑO DEL CALIFATO
Un
hecho para muchos sorpresivo habría de atizar las llamas de la guerra. El 29 de
junio del 2014, al comienzo del mes del Ramadán, Abu Bakr al-Baghdadi se autoproclama
Califa desde la ciudad iraquí de Mosul pidiendo “lealtad a todos los musulmanes
del mundo”. Un llamado que sedujo y atrajo a los bandos de la guerra siria, a
expresiones agresivas del yihadismo y
también a yihadistas árabes y magrebíes residentes en Europa, y llegaron a
contarse inicialmente entre 50.000 y 420.000 los hombres que cerraron filas en
el ejercito de ISIS.
El
5 de septiembre de 2014 el presidente Barack Obama anunció una alianza de 10 países
de la OTAN encabezada por su país que ahora suman 50 naciones para enfrentar la
insurgencia yihadista. El mandatario definió la magnitud de la empresa: "Mi
prioridad es derrotar a ISIS y eliminar el flagelo de este terrorismo brutal, no
hay tema más importante en mi agenda que ir tras ellos y derrotarlos". El
primer ministro británico David Cameron al anunciar la incorporación de su país
explicó: “porque el mundo tiene la obligación de acorralar a una fuerza
altamente organizada”.
Tras
dos años de combates y luego que la alianza militar ejecutara 14.000 ataques
aéreos en Irak, Siria y Sirte en Libia, además de un poderoso desplazamiento de
tropas ha logrado recuperar zonas ocupadas como Mosul y Faluya en Iraq, Alepo
en Siria y Sirte en Libia, lo cual evidentemente obligaría a una modificación
de la estrategia al ejército yihadista.
Los
recientes atentados en Paris, Bruselas, Estambul, Niza y las amenazas de una
guerra global por sus voceros revelan la aplicación de una nueva etapa que
consistiría en convertir a las poblaciones civiles en un objetivo, lo cual
supone privilegiar como campo de operaciones las grandes ciudades donde los
ataques y las acciones generan un mayor impacto propagandístico. Un viraje que obliga
a las naciones ya no sólo del Medio Oriente sino a los países europeos e
incluso a Estados Unidos a declarar en emergencia sus territorios para atenuar
el miedo y la incertidumbre de la ciudadanía.
GUERRILLA Y NARCOTRÁFICO
¿Escapa
América Latina a la amenaza terrorista en gran escala? No existirían razones para
que el continente fuese afectado directamente por la nueva estrategia yihadista.
Un caso puntual se considera el famoso atentado a la Asociación Mutual
Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires el 18 de julio de 1994 que provocó
la muerte de 85 personas y que habría sido ejecutado por un comando iraní
aunque aun el caso no ha sido suficientemente esclarecido.
Se
recuerda que en los años sesenta y ochenta el continente vivió la insurgencia
guerrillera rural y urbana- ya asentada en Colombia- en Centro América,
Venezuela, Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay, Brasil y Chile estimulada por la
revolución cubana y en la cual se asumieron prácticas asimilables al
terrorismo. Entonces la respuesta antisubversiva de los gobiernos ejecutada por
fuerzas militares entrenadas en las bases militares norteamericanas en Panamá,
copiaron y aplicaron prácticas de la Guerra de Vietnam, que significaban métodos
de represión típicamente terroristas.
En
los últimos años la expansión de la violencia criminal financiada por el
narcotráfico y el lavado ilícito de dinero asume formas propias del terrorismo
en situaciones que se registran en Colombia, México, Honduras, Guatemala, El
Salvador y que contaminan los niveles de violencia común en Brasil, Argentina y
Venezuela. Incluso el Parlamento argentino aprobó en 2011 una ley
antiterrorista que sanciona delitos “cometidos con la finalidad de aterrorizar
a la población”; en Brasil Dilma Rousseff preparó un proyecto de ley en la
misma dirección y en Venezuela la Asamblea Nacional en 2012 sancionó una ley
que define al terrorismo como actos que puedan “desestabilizar gravemente o
destruir las estructuras políticas fundamentales, constitucionales, económicas
o sociales de un país”. Sin embargo, dada la novedosa estrategia del terrorismo
manufacturada por ISIS ningún país en el mundo puede considerarse a salvo de
sorpresivos ataques criminales.
Buenos días, gusto en saludarle. Soy Alexandra Sucre y trabajo para http://www.analitica.com. Actualmente realizamos una base de datos con personalidades del medio para futuras entrevistas y nos gustaria contar con usted en la misma, para esto queremos saber si puede facilitarnos un correo o número de contacto para registrarlo en la lista. Sin más que agregar, anexo mi correo alex.sucre0208@gmail.com y quedo atenta a su respuesta. Gracias!
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