lunes, 22 de agosto de 2016

Análisis

¿Conviene a Venezuela seguir en Mercosur? 

 “El Congreso de Panamá solo será una sombra” dijo Bolívar al conocer  el fracaso del Congreso Anfictiónico que había convocado en 1826 para  la integración latinoamericana y que convertía en realidad uno de los sueños de Miranda.  El encuentro obedeció a razones políticas derivadas de la lucha por la Independencia y a él acudieron la Gran Colombia, México, Perú y la República Federal de Centro América. Argentina, Chile y Brasil  no mostraron interés y Paraguay no fue invitado. Gran Bretaña envió un observador y los Países Bajos otro a título personal. La hostilidad de la elite política peruana hacia Bolívar, propició el naufragio de la idea. En 1830, la Gran Colombia se disolvía en tres países y cuatro años después las provincias de Centro América se desmembraron en cinco estados.   

En el siglo XX resurgió la necesidad de un espacio de integración y el político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) asumió la idea de una moneda única para las naciones del continente. Años después, el 18 de febrero en los 1960 se crea en Montevideo la Asociación Americana de Libre Comercio  (ALAIC) que abordaba ya el tema económico como el principal factor de integración cuando comenzaba el auge de los gobiernos democráticos en la zona. El declive del modelo proteccionista de industrialización mediante la sustitución de importaciones, el incremento del comercio entre Europa y Estados Unidos y la crisis mundial petrolera en 1973 abrieron paso el 12 de agosto de 1982 a  la trasformación del mecanismo en la Asociación Latinoamericana de Integración (ALAI) que actualmente cuenta con trece estados miembro y sigue abierto  a nuevas adhesiones. 

En 1969, nace el Pacto Andino integrado por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú con la posterior incorporación de Venezuela en 1973 y que representó una valiosa experiencia para complementar y conjugar las simetrías en los niveles de desarrollo de países con tradicionales relaciones comerciales. El ensayo dio paso a una moderna estructura jurídica y operativa que tomó como referencia la Comunidad Económica Europea nacida por el  Tratado de Roma de 1957 que reemplazo la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y que representa ahora un importante ejemplo de integración sustentada además en el hecho de que los países miembros  responden al sistema de democracia representativa lo que le confiere mayor estabilidad y eficacia a sus políticas. Caso distinto a la experiencia latinoamericana donde los ensayos de integración han sido interferidos por las recurrentes crisis de modelos políticos y de gobiernos.  Incluso en 1976  durante la dictadura de Pinochet, Chile abandonó la CAN por razones de incompatibilidad política.

EL LIBRE COMERCIO

En diciembre  1994 se realiza la Primera Cumbre de las Américas en Miami promovida por Estados Unidos, México y Panamá que decreta su expansión al resto de los países del continente con la exclusión de Cuba.  Se trataba de reactivar un viejo proyecto estadounidense para el continente que data de 1885 que estuvo muy cerca de concretarse entre 1889 y 1890  pero fracasó  por la oposición de Argentina. La plataforma, si bien asumía los postulados políticos  iníciales de la OEA tenía  un contenido básicamente económico y aseguraba una mayor flexibilidad operativa para sus miembros.

La figura del libre comercio abrió una brecha novedosa e inicialmente  atractiva para la expansión económica de las naciones sobre todo aquellas todavía ancladas en el subdesarrollo. La IV Cumbre de las Américas en Mar de Plata en noviembre del 2005 habría de poner en claro la contradicción entre los proyectos integradores sustentados en la política y los que consideraban como instancias  fundamentalmente comerciales aunque también políticas.  En el evento la propuesta de la expansión del ALCA presentada por Panamá y avalada por Estados Unidos fue rechazada por Venezuela y los países del Mercosur (un escenario creado el 26 de marzo de 1991 en Asunción e integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y con incorporación aun no plena de Venezuela y Bolivia). El año siguiente el gobierno de Chávez oficializó su retiro de la CAN e inició su acercamiento con el ensayo sureño. 

De esta manera, se estableció una diferencia insalvable entre el concepto de los Tratados de Libre Comercio (ahora estimulados por los avances de la  Alianza del Pacifico y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica) y los países con gobernantes  con una visión antiimperialista y partidarios de un mecanismo integrador con énfasis político e ideológico. Ello constituye la explicación de fondo de la actual crisis del Mercosur agravada por el cambio de gobierno de países cuyos gobernantes asumen una política moderada y de aproximación con Estados Unidos, y que objetan el ejercicio de la presidencia “pro-témpore” de Nicolás Maduro. 

NI CAN NI MERCOSUR 

Eduardo Porcarelli secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Promociones de Inversiones (CONAPRI) analiza el papel de Venezuela en el Mercosur: “Para Venezuela la CAN representó por muchos años la única región del mundo en la cual las exportaciones no tradicionales superaban las exportaciones no petroleras, es decir, que era el lugar ideal para los productores que querían tomar riesgos y desarrollar sus exportaciones. No hay que olvidar que sigue siendo la segunda instancia de integración en el mundo”. Sobre la incorporación al Mercosur Porcarelli razona: “redujimos significativamente nuestros aranceles frente al resto de los miembros sin tener mucho que vender y sí, mucho que comprar, por ejemplo para 2014 exportamos al Mercosur 260 millones de dólares mientras importamos  casi 6 billones de dólares, y mientras sus socios avanzan en muchos temas y negociaciones con terceros incluyendo la Unión Europea nosotros estamos sin entrar totalmente a la organización; yo diría que los problemas de Venezuela no tienen mucho que ver con la CAN, con Mercosur, con los Tratados de Libre Comercio, sino con la falta de un proyecto de país realizable no en lo ideológico y político sino en lo posible y práctico en donde todas las variables apunten a un desarrollo de negocios  atractivos y estables que impulsen inversiones, competitividad y fomento tecnológico”. 





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