COLOMBIA:
ACUERDO DE PAZ O ACUERDO NACIONAL
¿Podría
esperarse un voto contrario a la paz en el plebiscito celebrado en Colombia el
2 de octubre? Hasta quienes se juegan la vida en las guerras suelen hacerlo
invocando la búsqueda de la paz y la reconciliación. No debería extrañar entonces
el resultado de la votación sobre los Acuerdos de Paz entre el gobierno de
Santos y la dirigencia de las FARC luego de casi cuatro años de negociaciones en
La Habana y refrendados el 26 de septiembre en Cartagena.
Contrario
a lo sucedido, las encuestas días antes auguraban la victoria del “SÍ” reflejando
un ambiente que contaminaba la vida de los colombianos. Las cifras de la
consulta (50.25% en contra y 49,78% a favor) una diferencia de menos de un punto
y con la participación del 37% del electorado, reveló que la paz no era propiamente
“la manzana de la discordia”. Para el elector común estaba en juego el deseo de
superar un conflicto que compromete al Ejército y a los guerrilleros, pero cuya
víctima es la población en su conjunto.
La
noche del domingo 2 de octubre la reacción inicial de unos y otros fue
coincidente y contraria a las respuestas que en las pruebas electorales suelen
tener ganadores y derrotados. En este caso, los bandos exaltaron un triunfo
largamente esperado a favor de la paz y que abría el camino para nuevos
compromisos en el futuro. El expresidente Álvaro Uribe, jefe del Centro
Democrático y líder de la votación por el “NO” en sus primeras declaraciones
celebró la victoria pero subrayando que la paz no estaba en juego y que su
partido estaba dispuesto a propiciar un acuerdo nacional más allá de la
confrontación bélica para enfrentar de manera conjunta los retos del país.
El
presidente Santos exaltó los resultados pese a su prédica a favor del “SÍ” como
una manifestación del pueblo colombiano en función de la pacificación y aceptó
iniciar conversaciones con sus opositores, de manera especial con el
expresidente Uribe con quien había roto relaciones, incluso personales, desde el
2011. La expectativa mayor se centraba en las respuestas del grupo guerrillero,
desde La Habana hasta que su vocero, Rodrigo Londoño “Timochenko”, lamentó la
pequeña diferencia contraria en la votación y reafirmó la intención de las FARC
de continuar la lucha a favor de la paz y la vigencia de los Acuerdos. El
resultado de la votación y las reacciones de los protagonistas del conflicto
ponían en claro que en ella no estaba en discusión la paz ni solo el cese de la
guerra sino diferencias puntuales como “la justicia transicional” y excesivas concesiones
a los guerrilleros incluso de orden económico.
Curiosamente,
el rechazo a la propuesta cocinada en La Habana y considerada como un
importante logro en materia de negociaciones internacionales antes que estimular
diferencias y acentuar la polarización política, ahora alrededor del asunto se
abre un proceso de encuentros, conversaciones y posibles acuerdos, que con las
modificaciones del caso reafirmen la intención y los contenidos del documento
negado en las urnas.
Los
efectos en la política interna han sido inmediatos. El miércoles 5 de octubre en
el Palacio de Nariño, Santos y Uribe se dieron la mano después de seis años. El
expresidente y su exministro de la Defensa en los tiempos difíciles contra las
FARC, coincidieron en la conveniencia de reajustar los tratados pero también en
explorar nuevos espacios para la construcción de un acuerdo nacional. El cruce
de manos de los dos líderes fue seguido de reuniones de las comisiones
designadas por ambos para avanzar también de manera concreta en asuntos ya no
sólo sobre la tragedia guerrillera sino también para la reunificación social de
los colombianos.
Los
voceros de las FARC han insistido que se mantengan los acuerdos iníciales toda
vez que la consulta plebiscitaria no tuvo carácter vinculante en términos
constitucionales, pero aseguran que no apelaran nuevamente a las armas. Un
planteamiento que ratifica que con la firma en La Habana y luego en Cartagena
después de 52 años, el grupo guerrillero renunció al uso de los fusiles y se
sumó a la lucha política constitucional.
EL
NUEVO ESCENARIO
Sin duda, el resultado del plebiscito
introdujo significativos cambios en la política colombiana. Álvaro Uribe al
frente de su partido Centro Democrático pasa a tener un mayor protagonismo que
hasta ahora y es reconocido por el propio Santos como un actor fundamental en
las jornadas que se avecinan entre ellas las elecciones presidenciales del 2018,
en las cuales si bien el exmandatario no puede asumir la candidatura quien logre
hacerlo con su apoyo arrancaría con posibilidades de victoria.
Santos
tiene el mérito histórico de haber conducido exitosamente un proceso de paz con
la guerrilla lo que no habían logrado presidentes anteriores, pero su gestión
conoce ahora, por otras razones, una severa caída de su popularidad y el reconocimiento
de su gestión, y hasta ahora no cuenta (él tampoco podría ser reelecto como
Uribe) con una opción atractiva para la futura contienda presidencial.
Las
FARC en cambio, registran una situación más comprometida. Su participación en
el diálogo, lo cual habían hecho con otros mandatarios en el pasado, en
este caso se facilitó por el peso de la
derrota militar del movimiento subversivo, y de alguna manera las negociaciones
implicaban su “tabla de salvación” para la sobrevivencia política al permitirle
convertirse en partido reconocido para el debate constitucional. Ahora, si bien
insisten en la necesidad de la paz las modificaciones que se hagan a los
Acuerdos disminuirían necesariamente las ventajas que habían obtenido de este
no haber sido negado; y al mismo tiempo las posibilidades de retomar las armas
y apostar nuevamente a la guerra se darían en un contexto en todos los órdenes
abiertamente desfavorables.
Paradójicamente,
el rechazo al Acuerdo de La Habana abrió el camino para acentuar la paz entre
los colombianos; las conversaciones gobierno y oposición continuarán y sus
actores se muestran optimistas en los resultados; la dirigencia de las FARC no
podrá abandonar todavía la capital cubana y luce sin una agenda viable; Uribe
conoce de nuevo, como en sus buenos tiempos, el favor mediático y Santos, quien
habría sido el gran derrotado en la contienda, el viernes 7 de octubre vivió la
satisfacción de ser honrado, tal como lo esperaba, con el Premio Nobel de la
Paz 2016.
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