ANÁLISIS:
PACTO DE PUNTOFIJO: EL
LARGO CAMINO DE LA DEMOCRACIA
El viernes 31 de octubre de 1958
se suscribió el “Pacto de Puntofijo” por los máximos representantes de los
partidos COPEI, Acción Democrática y Unión Republicana Democrática con el
compromiso de preservar la estabilidad de la recién nacida democracia el 23 de
enero del mismo año, tras el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez. No se trató de una simple declaración formal
de las principales organizaciones políticas de aquel momento (con la exclusión
del Partido Comunista de Venezuela), de cara a las elecciones generales
convocadas para el mes de diciembre del mismo año.
El pacto fue resultado de un largo
proceso de conversaciones y difíciles negociaciones entre los tres partidos a
comienzos de 1957 (dos de ellos AD y URD
permanecían en la clandestinidad) y el tercero COPEI con dirigentes
presos y sometido a una severa persecución su principal líder Rafael Caldera.
En México en los análisis de la dirigencia adeca en el exilio; y luego de la
derrota de la estrategia insurreccional planteada por la dirigencia desde La Habana, como respuesta al gobierno militar
considerando que era el partido mayoritario, con mejor estructura organizativa
y con apoyos de factores civiles y además con influencia directa en un sector
militar opuesto al proyecto de Pérez Jiménez. En esa línea las acciones
emprendida entre los años 50 y 52 no sólo fracasaron sino que significaron un
alto costo para el partido con decenas de sus miembros detenidos, torturados y
exiliados; y además la muerte de dos de sus figuras más representativas de la
resistencia como Leonardo Ruiz Pinedas y Alberto Carnevali.
Luego, la consumación del fraude contra los
resultados favorables a URD y COPEI en las elecciones para la constituyente de
1956 despejaron el camino para los planes de los golpistas en el poder que se apuntalaba
en una vistosa política de transformación urbanística de Caracas y la
construcción de grandes obras (algunas de ellas derivada de proyectos de los
gobiernos anteriores) y que transmitían la sensación cierta de un sendero de
progreso y modernalizacion apalancado en los altos precios del petróleo y una
inmigración selectiva europea aventada por la guerra mundial.
HACIA LA UNIDAD
Era obvio entonces que se imponía
la necesidad de unir esfuerzos en una lucha desigual para enfrentar a la
dictadura ya no solo confiando en los resultados del inmediatismo y la
apelación golpista tradicional si no que
era necesario perfilar un camino mucho más difícil y riesgoso pero que
permitiera la unidad operativa de los partidos incorporando también a factores
sociales como trabajadores, empresarios y organizaciones de una naciente clase
media. Tampoco existían condiciones para asegurar una segura compenetración
y acuerdos entre los actores de la
resistencia tomando en cuenta que sus enfrentamientos habían contribuido de
alguna manera al derrocamiento de Gallegos en 1948 y los cuales se pusieron
nuevamente de manifiesto en las elecciones del 52, cuando el AD llamo a la
abstención, mientras que URD y COPEI entendiendo lo difícil del esfuerzo, sin
embargo convocaron al voto resultando
ganadores en la consulta el 30 de noviembre del 52, que obligo a la estructura
militar a declarar la dictadura abierta con la presidencia de Marcos Pérez
Jiménez.
Si bien es cierto, que los
partidos clandestinos en el interior del país promovieron algunos intentos para
unificar fuerzas para el derrocamiento del régimen, estos inicialmente no
obtuvieron ni si quiera discretos resultados, dada la férrea naturaleza del
gobierno inspirado en “el nuevo ideal nacional”. En el exilio la dirigencia
adeca encabezada por Rómulo Betancourt y Gonzalo Barrios iniciaba reflexiones
de mayor alcance en relación a la naturaleza del gobierno que habría de sustituir
al perezjimenismo tomando en cuenta la realidad nacional pero también los
condicionantes externos de la época. De alguna manera, aquellas reflexiones
definían el contenido que varios años después daría forma al “Pacto de Puntofijo”
en el sentido que se trataba de un proyecto mucho mas allá de la salida del
dictador y pensado en más largo plazo con el propósito de estabilizar la
democracia en un terreno que no era precisamente propicio para ello.
1957 FECHA CLAVE
En el ámbito político nacional se
creó natural expectativa por la convocatoria a las elecciones presidenciales
según el artículo 104 de la constitución vigente que debían realizarse en 1957
para dar inicio a un nuevo periodo constitucional. La calma reinante hasta
entonces se había deteriorado con los niveles extremos de represión de la
Seguridad Nacional; la explosiva pastoral de la Iglesia del primero de Mayo y
el desarrollo de las luchas en los niveles estudiantiles inicialmente en los
liceos y luego con fuerza determinante, a nivel de universidades. Tales circunstancias
facilitaron la creación de la Junta Patriótica estimulada por URD y el Partido
Comunista y luego con la incorporación de COPEI y finalmente de Acción
Democrática. La confluencia unitaria fue concretada por un mensaje de Jóvito
Villalba ya en Nueva York y luego de restablecidas relaciones con Betancourt a
través del periodista Amílcar Gómez. De esta manera las primeras reuniones se
realizaron en la residencia de Fabricio Ojeda en Coche (redactor de El Nacional
en la fuente de Miraflores), José Vicente Rangel ambos también urredistas, Guillermo
García Ponce del Partido Comunista de Venezuela y Enrique Aristeguieta Gramcko
de COPEI; y finalmente la Junta Patriótica quedo conformada por Ojeda como presidente, García Ponce y Aristeguieta Gramcko y luego con la incorporación de Moisés Gamero de AD a los días
sustituido por el dirigente universitario Silvestre Ortiz Bucarán .
La mascarada del plebiscito
convocado por Pérez Jiménez para perpetuarse en el poder el 15 de diciembre de
1957; el estallido de la huelga universitaria que se extendió a todo el país; los acuerdos firmados por sectores laborales
y empresariales; y los síntomas de descomposición militar la cual se hizo
evidente con la sublevación de la Aviación en Maracay el 1 de enero de 1958, impulsaron
la vigencia de la Junta Patriótica para enfrentar los acontecimientos ya
previsibles del agotamiento del régimen.
Como escribió Simón Sáez Mérida, entonces secretario general de Acción
Democrática en la clandestinidad: “en esas circunstancias y ese cuadro
político, para echar a Pérez Jiménez y su dictadura y alcanzar la restauración
de la democracia y de las libertades políticas que reclamaba toda la nación, la
única línea válida era la acordada dentro el seno de la Junta Patriótica. Era eso o nada.”
ENCUENTRO EN NUEVA YORK
Paralelamente, en aquellos días
se reunían en Nueva York Betancourt, Villalba y ya Caldera exiliado, junto al empresario
Eugenio Mendoza y gestiones del economista Enrique Carrillo Batalla (quien
incluso promovió un encuentro entre Betancourt y López Contreras) para definir
una estrategia de cómo debería ser un gobierno de democracia tripartita con participación
empresarial y ampliamente participativo, en contraste con el gobierno
monopartidista de Acción Democrática que condujo la caída de Gallegos en 1948.
En esas reuniones se definió lo que habrían de ser las líneas generales de
acuerdos de gobernabilidad recogidos en el “Pacto de Puntofijo”. En este
sentido, suele criticarse la exclusión del PCV, pese a su activa participación
en la resistencia y la fuerza demostrada en la movilizaciones de la transición democrática,
pero en verdad, más allá de la alianza operativa de la Junta Patriótica nunca
se considero que podría incorporarse un partido que mantenía una clara sujeción
a la idolología comunista en el marco de la “Guerra Fría”. Incluso tres días antes
de la firma en octubre del 58 Betancourt, Caldera y Villalba se reunieron con
Gustavo Machado en “Villa Clarita“ la casa del historiador Luis Villalba Villalba
para dejar en claro las razones por las cuales no se había incorporado a su
organización, pese a reconocer su aporte en la etapa anti dictatorial.
El “Pacto de Puntofijo” fue una
declaración general de cinco puntos para la consolidación del sistema
democrático durante el siguiente quinquenio (1958-1963) que incluía la defensa
de la constitucionalidad y el derecho a gobernar conforme a los resultados
electorales; gobierno de unidad nacional es decir, considerar equitativamente a
los partidos firmantes y además otros elementos de la sociedad en la formación
del gabinete ejecutivo del partido que resultaba ganador; así como un programa
mínimo común. Si bien en diciembre de 1960 URD abandono el acuerdo su
estrategia siguió comprometida con el apoyo a la democracia y su líder Villalba
fue aspirante presidencial en 1963; y COPEI, pese a no participar en el acuerdo
de 1964 entre AD, URD y el FND de Uslar Pietri, definió la línea de la “autonomía
de acción (AA)”, pero con un claro apoyo a los postulados puntofijistas. Más
que su duración en términos formales se trató de un compromiso en función de la
estabilidad democrática que se cumplió pese a cambios de presidentes y
distintas correlaciones parlamentarias, y con avances como la descentralización
y la elección directa de gobernadores y alcaldes años después, hasta 1998 con
la victoria de Hugo Chávez Frías con una propuesta de cambio no sólo de
gobierno si no de las bases del régimen político de alguna manera consagrado en
la Constitución Nacional Bolivariana de 1999.
EN SABANA GRANDE
La reunión y la firma del acuerdo
del “Pacto de Puntofijo” se realizo en la residencia de Rafael Caldera en las
Delicias de Sabana Grande. El líder político explica: “es el nombre que pusimos
mi novia y yo a la modesta casa donde fundaríamos nuestro hogar construida con
un crédito de la “Previsora” sobre un solar que me regalo mi padre, en un sitio
que en aquel momento no tenia calles pavimentadas; el nombre fue tomado del
sitio más alto de la carretera vieja de San Felipe a Nirgua, de donde se
contemplan a plenitud los arrolladores valles de Yaracuy. Los periodistas le
colocaron ese nombre al pacto que se firmo en mi casa por yo estar
quebrantado”. El acuerdo fue suscrito por Jóvito Villalba, Manuel López Rivas e
Ignacio Luis Arcaya por URD; Rafael Caldera, Lorenzo Fernández y Pedro del Corral
por COPEI y Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios por Acción Democrática.
Previo a las elecciones presidenciales de diciembre de 1958 los tres
candidatos: Betancourt (AD), Caldera (COPEI) y Wolfgang Larrazábal (URD) ratificaron
los enunciados de la declaración. Algunos de sus contenidos fueron asumidos por
otras negociaciones políticas como el famoso “Pacto de La Moncloa”, en la
transición española de los años setenta.
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