martes, 3 de octubre de 2017

Análisis: Gobernadores: ¿a favor o en contra?

Análisis:

          Gobernadores: ¿a favor o en contra?

El 15 de octubre se realizará la novena escogencia mediante el voto de los mandatarios regionales como producto de la Ley de Descentralización aprobada en 1989 durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. La primera consulta del 3 de diciembre de 1989 representó un significativo refrescamiento del escenario político con la emergencia de nuevos liderazgos y la expansión de organizaciones políticas al margen del rígido esquema bipartidista de            Acción Democrática y COPEI. De alguna manera, las dirigencias de los partidos tradicionales, si bien proclamaban la urgencia de una renovación actuaban, sin embargo, en sentido contrario acentuando el centralismo en el manejo de los asuntos públicos en la línea de favorecer el clientelismo electoral.
La misma introdujo cambios en el mapa político, un año después de la victoria de Pérez que reafirmaba la mayoría de Acción Democrática la cual había alcanzado su más alto nivel con 56.72 por ciento de votos en la elección de Lusinchi en 1983. Los nuevos gobernadores nacidos del voto popular fueron 11 de Acción Democrática: José Gregorio Montilla  (Apure); Rafael Rosales Peña (Barinas); José Gerardo Losada (Cojedes); Modesto Freites (Guárico); José Mariano Navarro (Lara); José Francisco Ron (Táchira); Elías D’Onghia (Portuguesa), Guillermo Call (Monagas); Eduardo Morales Gil (Sucre); José Méndez Quijada (Trujillo) y Morel Rodríguez (Nueva Esparta).  Por su parte, COPEI  con 7 obtuvo las gobernaciones del Zulia con Oswaldo Álvarez; Henrique Salas Romer (Carabobo); Aldo Cermeño (Falcón); Nelson Suárez Montiel (Yaracuy); Ovidio González (Anzoátegui); Jesús Rondón Nucete (Mérida) y Arnaldo Arocha (Miranda). El MAS triunfó con Carlos Tablante en Aragua y Causa R con Andrés Velázquez en Bolívar. Estos dos últimos partidos habrían de robustecer importantes liderazgos a nivel regional en eventos futuros.
Tres años después, en las elecciones de diciembre de 1992 se produjo un cambio notable: COPEI obtuvo 10 gobernaciones, AD bajó a siete, el MAS sumó Amazonas, Sucre y Causa R ratificó su influencia mayoritaria en Guayana con la reelección de Andrés Velázquez.
Para 1995, AD recobraba su mayoría con 11 victorias; COPEI bajó a tres; el MAS subió a cuatro. La Causa R perdió Bolívar y conquistó el Zulia con Francisco Arias Cárdenas, uno de los militares sublevados junto a Chávez el 4 de febrero de 1992; y Convergencia el partido en el gobierno con Rafael Caldera ganó la elección en Yaracuy con Eduardo Lapi.

NUEVOS TIEMPOS

La renovación electoral de 1998 estaría marcada por la emergencia de la opción presidencial de Hugo Chávez y su partido “V República”, cuyo triunfo de lograrse, tal como ocurrió, implicaría la ruptura del equilibrio bipartidista de la llamada “IV República”. Si bien en aquel momento habrían de coincidir los comicios regionales con la elección presidencial en el mes de diciembre,  mediante el acuerdo del alto gobierno y los partidos se decidió separarlas para evitar que fueran contaminadas por lo que ya se suponía un inevitable torrente electoral favorable a Chávez y se decidió adelantarlas para el 8 de noviembre, un mes antes de las presidenciales. Los resultados de la consulta parecieron darle la razón al adelanto de la fecha: la alianza MVR, PPT y MAS (Chávez) obtuvo cinco gobernaciones; AD nueve, COPEI cuatro, Convergencia mantuvo Yaracuy y Proyecto Venezuela, Carabobo.
El análisis estadístico de los resultados condujo a las dirigencias de AD y COPEI a  la conclusión de que era posible con una conjunción de sus fuerzas impedir la victoria de Chávez, y en esas circunstancias ambas direcciones decidieron retirar las candidaturas de Irene Sáenz (COPEI) y Luis Alfaro Ucero (AD) para apoyar a Henrique Salas Romer (Proyecto Venezuela) que había acumulado una considerable fuerza, según las encuestas, como el único competidor capaz de superar a Chávez. Un mes después, los hechos demostrarían que no se pueden trasladar los números de manera mecánica al desarrollo de los hechos políticos, cuando Chávez resultó electo con el 56,20 por ciento de los votos frente a  Salas Romer con 39,97 por ciento; Irene Sáenz quien mantuvo su postulación una vez retirada por COPEI obtuvo el 2,82 por ciento y Luis Alfaro Ucero, como político de experiencia, evadió el contaje.

LA HEGEMONÍA CHAVISTA

La victoria de Chávez y la aprobación de la Constitución Nacional Bolivariana en 1999, implicaron un notable cambio político. En el contexto del proceso chavista, en las elecciones del 2000, la alianza oficialista obtuvo 17 victorias y la oposición quedó fragmentada logrando 7 gobernaciones. En el 2004, el oficialismo obtuvo 20 gobernaciones y  los opositores solo dos: Zulia y Nueva Esparta. Para el año 2008, PSUV ganó 17, mientras que la oposición aumentó a 5 respecto a la elección anterior. Para el 2012, con Hugo Chávez enfermo en Cuba, pero recientemente reelecto frente a Henrique Capriles Radonski, vuelve a retomar el control que aun mantiene con el poder en 20 entidades.

Las próximas elecciones se darán en un marco distinto que pronostica un cambio en la correlación de fuerzas desfavorables para el chavismo. Las votaciones parlamentarias de diciembre de 2015, consagraron la mayoría opositora no sólo por razones de apoyo partidista, sino porque se dieron ante una “catástrofe nacional” que afecta directamente la vida de los ciudadanos y que estimula el llamado “voto protesta”. Esa realidad no ha variado sino que se ha complicado en todos los órdenes, lo que hace presumir, lógicamente, que la tendencia opositora debería expresarse holgadamente en la futura escogencia. Sin embargo, el voto regional no solo obedece a la polarización nacional, sino que responde a realidades locales y la influencia de liderazgos sociales vinculado a las comunidades. Podría apostarse a que los candidatos opositores obtengan mayoría, pero sería arriesgado suponer, como sugieren algunos comentaristas, que el “madurismo” ahora que emocionalmente ha resucitado al “chavismo” con la Constituyente, ya conoce irremediablemente su hora final. 

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