Análisis:
Maduro: entre Putin y
Rajoy
“Venezuela está atravesando una época nada fácil”, declaró
Vladimir Putin, luego de su entrevista con Nicolás Maduro en Moscú, el
miércoles 4 de octubre. El mandatario ruso aseguró que seguirá de cerca el
proceso de diálogo entre las fuerzas políticas venezolanas con la mediación y
la asistencia de varios países amigos.
El mandatario venezolano agradeció el “apoyo prestado por Rusia en los momentos
difíciles” pero que según él “se van superando”. El encuentro en el marco de la
Sexta Cumbre Mundial de Energía significó el inicio de nuevas gestiones
diplomáticas de Maduro en la línea de contrapesar los efectos de las recientes
sanciones impuestas al país por el gobierno de Donald Trump, seguidas por Canadá
y que podrían incluir próximamente a la Unión Europea.
Maduro también visitó Minsk la capital bielorrusa para
revisar los acuerdos de intercambio vigentes desde hace diez años entre los dos
países y adelantar conversaciones con el gobernante Aleksandr Lukashenko, quien
mantuvo una reconocida amistad con Hugo Chávez y que ofreciera su apoyo al
proyecto bolivariano prácticamente desde sus comienzos. Maduro visitó también
Ankara, la capital de Turquía, y luego de rendir homenaje a la memoria del
“Padre de la patria” Mustaf Kemal (Ataturk) y recibir el título honorífico de
“Amistad Eterna”, se reunió con el polémico Recep Tayyip Erdogan. Como
resultado del encuentro, se anunció la creación de “un mapa de cooperación
integral para diversificar nuestras relaciones, ampliarlas e iniciar una nueva
etapa entre Turquía y Venezuela”.
PETRÓLEO Y SANCIONES
La gira de Maduro puede leerse en dos planos: en primer
término el cónclave petrolero de Moscú reunió a los principales países
productores y no productores del crudo (incluso registró la visita del rey
Salman bin Abdulaziz Al Saud, el primer monarca saudita que toca suelo ruso) en
procura de estabilizar los precios por encima de los 50 dólares por barril,
promedio registrado en las últimas semanas en el mercado internacional. Por
supuesto, el recorrido presidencial se orientó también a fortalecer las relaciones
con los países que ejercen contrapeso geopolítico a Estados Unidos, en
circunstancias en las cuales la actual política de la Casa Blanca ha profundizado
las diferencias y los desencuentros. La declaración conjunta con Erdogan
transmite también un mensaje a las principales naciones europeas que son
severamente críticas de las políticas del gobierno turco.
En todas las conversaciones se destacaron los esfuerzos y el
apoyo de los gobernantes visitados en función de un diálogo y entendimiento
entre la oposición y el gobierno con asistencia internacional, las cuales según
Maduro habrían avanzado en un 95 por ciento pese a que incluso la realización
de los encuentros ha sido categóricamente negada por los voceros opositores, y
también por el secretario general de la OEA Luis Almagro y algunos gobernantes
latinoamericanos. Ciertamente, la gira presidencial contribuyó a colocar el
“caso Venezuela” como uno de los principales temas de la agenda internacional a
los cuales -junto con el riesgo nuclear de Norcorea- se suma ahora la peligrosa
tensión política generada por el referéndum independentista de Cataluña del
pasado 1 de octubre y la correspondiente respuesta del gobierno de Madrid.
Mientras Maduro cumple su recorrido internacional, en el
país se avanza en la campaña electoral para las elecciones de gobernadores del
15 de octubre, en un clima caracterizado por nuevas críticas al manejo de la
convocatoria por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y unos posibles resultados
marcados por un considerable nivel de abstención. Pese a ello, los voceros
oficialistas consideran, que más allá de los números, los resultados de las
elecciones regionales contribuirán a fortalecer un clima de necesaria
convivencia política y ofrecerán además una señal importante en este sentido
para las consultas de alcaldes, concejos legislativos regionales y la
escogencia presidencial del 2018.
TENSIÓN EN LA MADRE
PATRIA
La realización del referendo independentista de Cataluña y
su enérgico rechazo a los resultados y a su viabilidad por el gobierno de Mariano
Rajoy, con apoyo de los principales partidos políticos e instituciones
españolas, y la reiteración de la Generalitat y de su presidente Carles
Puigdemont de declarar la independencia en los próximos días han generado un
severo conflicto, ya no sólo entre los principales poderes del Estado sino con
la activación de los agentes políticos, creando las condiciones para lo que
podría ser una impredecible crisis, sin descartar tampoco el factor de una
violencia generalizada en territorio hispano y con incidencia en otros países
europeos.
El ex jefe de gobierno Felipe González en recientes
declaraciones comparaba el cuadro español con la conflictividad venezolana, no
solamente por el choque de poderes (en España Generalitat –La Moncloa y en
Venezuela AN- ANC) sino porque revela una radicalización de los principales
partidos más allá de los niveles propios del debate político que de acuerdo a la
historia de España (la Guerra Civil y el Franquismo) y de Venezuela (la
tradición dictatorial y la naturaleza ideológica del régimen) podría desembocar
en acontecimientos que como suele ocurrir siempre complicarían aun más las calamidades
económicas y sociales que afectarían directamente la vida de los ciudadanos.
No es por azar que el
jefe del gobierno Mariano Rajoy, si bien suscribe el diálogo en Venezuela,
ahora deberá conocerlo en carne propia frente a la rebeldía catalana; y por su
parte Maduro en otro plano, quien como se sabe ha convertido al gobernante español,
junto con Donald Trump en activos promotores de la oposición venezolana incluso de planes injerencistas y desarrollos
contrarios a la legalidad constitucional sustentada en el voto popular.
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