Análisis
Nuevas elecciones y
nuevos retos
Los resultados de las elecciones regionales del 15 de
octubre, al margen de los análisis convencionales, apuntan también a una
recomposición del cuadro político. Varios hechos ocurridos durante la semana se
orientan en esta dirección. Cuatro de los cinco gobernadores opositores, pese a
la línea contraria impuesta por la MUD, se juramentaron ante la Asamblea
Nacional Constituyente e incluso sostuvieron una conversación con Nicolás
Maduro para abrir camino a una relación de convivencia en el desempeño de sus
nuevas funciones. Habría que recordar que en los últimos años las vinculaciones
presidenciales con los tres mandatarios de la MUD (Capriles en Miranda,
Guarulla en Amazonas y Falcón en Lara) estuvieron caracterizadas por los
enfrentamientos de la severa polarización gobierno-oposición que ha vivido el
país.
El rechazo a la juramentación por el gobernador electo del
Zulia, Juan Pablo Guanipa, significó que éste fuera desconocido por el Consejo
Legislativo de la región y que se designara como gobernadora interina a su
presidenta Magdely Valbuena, mientras se realizan las nuevas elecciones
convocadas por la ANC para el 10 de diciembre. Un episodio que ha puesto de
manifiesto las diferencias y discrepancias entre los principales factores de la
Mesa de la Unidad Democrática. Tanto como para que el excandidato presidencial
y exgobernador Henrique Capriles Radonski anunciara su retiro de la directiva
de la alianza; que AD excluyera de sus filas a los cuatro gobernadores por
desacatar la disciplina partidista; que el gobernador derrotado de Lara, Henry
Falcón y líder de Avanzada Progresista denunciara públicamente que no contó con
el apoyo de los principales partidos opositores y que desde ya el vocero de
Voluntad Popular, Freddy Guevara anunciara que su partido no participará en las futuras elecciones
municipales si no hay una recomposición a fondo del organismo electoral.
UNA NUEVA MUD
Mientras los factores opositores redefinen la reestructuración
de la MUD o la creación de una nueva plataforma unitaria con la flexibilidad
requerida para procesar diferencias tácticas de las fuerzas que lo integran
junto al compromiso de una común estrategia electoral, el oficialismo hace una
lectura demasiado optimista de unos resultados que no se esperaban dado el
contexto nacional y los números de las encuestas pero que le sirven
momentáneamente para superar graves problemas de gobernabilidad.
En este sentido, se inscribe la convocatoria de la Constituyente
para las elecciones de alcaldes el 10 de diciembre, fecha en la cual todavía se
sentirán los efectos depresivos de la derrota opositora y los candidatos
oficialistas contarían como en el famoso dicho marinero “con el viento a su
favor”. Una convocatoria que también estimula la competencia presidencial
(algunos comentaristas aseguran incluso que podrían ser adelantadas) y que
constitucionalmente deberían realizarse en octubre de 2018.
Resulta claro que los partidos opositores deberán
profundizar con ánimo autocrítico en las causas del tropiezo -y para algunos
más bien retrocesos- registrado el 15 de octubre. Es obvio que la plataforma
opositora tendría que replantearse como una alianza más fluida de partidos y no
como la estructura rígida a partir de la cual todas sus decisiones deben ser
compartidas por los miembros. La experiencia de frentes opositores en otros
países y también de Venezuela demuestra que los partidos que lo integran deben
mantener un razonable margen de autonomía para sus propuestas e incluso para la
confrontación de diferencias ideológicas y operar solo de manera consensuada
básicamente en materia electoral.
Si bien la mayoría de los partidos de la MUD (con la
excepción obvia de AD y COPEI) son producto de la lucha contra el chavismo que
se inició al año 2001, no han logrado definir aun sus perfiles ideológicos ni
aplicar políticas propias en función de avanzar en el compromiso social, en su
vinculación con el ciudadano y en consecuencia con sus expectativas y necesidades;
pues aun permanecen anclados en la prédica y el puro cuestionamiento primero contra
Chávez y ahora contra Maduro sin valorar ni reconocer las diferencias y
reacomodos en el seno del propio oficialismo, sino más bien estimulando de esta
manera el “espíritu de cuerpo” de los factores del chavismo.
CRISIS SIN SALIDA
Algunos analistas opinan que con lo ocurrido se crea un
clima propicio para acuerdos mínimos y la normalización del debate político, y
que los resultados han coincidido paradójicamente con el agravamiento exponencial
de la crisis económica con los niveles imparables de inflación, cuyos efectos
se sienten cada vez con mayor fuerza en los amplios sectores de la clase media,
la cual representa el componente más activo en el debate político. Una
situación que se complica aún más cuando el régimen ha sido incapaz de proponer
un plan frente a la crisis, que más allá de sus resultados ponga en claro que
se reconoce su magnitud y que se actúa en busca de soluciones prontas y
eficaces.
Los próximos días prometen de esta manera acentuar el clima
electoral hacia el 2018, pero al mismo tiempo poner en claro la complejidad del
“caso Venezuela” que más que una crisis es, en esencia, una catástrofe.
¿Entenderán los sectores opositores que más que la evaluación de unos
resultados desfavorables se trata de redefinir su comportamiento y la
aplicación de sus tácticas; y el régimen asumiría que más allá de los votos el
país requiere de un cambio urgente de políticas económicas? Como señala el
analista Michael Penfold: “la oposición requiere urgentemente de una verdadera
unidad política que sea capaz de movilizar emocionalmente a toda su base
ciudadana de una forma voluntaria”.
@manuelfsierra
manuelfsierra@yahoo.com
manuelfelipesierra.blogspot.com
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