lunes, 4 de junio de 2018

Análisis 

¿EL CAMBIO EN ESPAÑA INFLUYE EN VENEZUELA?
Con un puro en la mano y frente a una copa de tinto en un salón del Anahy en la Puerta de Alcalá, Mariano Rajoy conoció que la mayoría parlamentaria votaría una moción que lo colocaba fuera de la Presidencia del Gobierno. Similares propuestas durante los mandatos de Adolfo Suárez y Felipe González fueron negadas, y de allí que la alta dirigencia del Partido Popular (PP) reunida en el elegante restaurant, apostaba a que la historia volvería a repetirse; sin embargo no ocurrió de esta manera y sorpresivamente 180 votos a favor contra 169 en contra y una abstención, abrieron el camino al líder socialista Pedro Sánchez (previa aprobación del Rey Felipe VI) para ejercer el poder hasta el final del período y constituir un nuevo equipo ejecutivo con el apoyo inicial del PSOE, Podemos, organizaciones nacionalistas, separatistas catalanas y vascas así como de otras regiones.

Por primera vez desde 1977 el cambio en “La Moncloa” no ocurría mediante elecciones al tiempo que ello fracturaba la tradicional alternancia de administraciones del PSOE y PP para dar paso a una alianza ocasional que deberá enfrentar un clima político enrarecido por la crisis autonómica de Cataluña, cambios en el escenario regional y el evidente debilitamiento de las dos principales fuerzas partidistas.  Si bien la moción fue propuesta como consecuencia del gigantesco entramado de corrupción del llamado caso “Gürtel que salpicaría a Rajoy (en la línea de las destituciones de mandatarios de moda en América Latina) en el fondo gravitan un enorme descontento, recogido por las encuestas con la gestión de Rajoy, el deterioro del cuadro económico y los desencuentros en el seno en los dos principales partidos. El PP ciertamente mantuvo su mayoría en las últimas elecciones pero con tendencia a la caída en un electorado natural que resiente la competencia del partido Ciudadanos liderizado por Albert Rivera  que levanta propuestas ideológicas y programáticas similares. Y sí bien el nuevo gobernante recuperó hace dos años el control del PSOE lo hizo marcando distancia con la jefatura tradicional simbolizada por el nombre de Felipe González y además acercamientos con Podemos (aliado hispano del chavismo) y otras formaciones con planteamientos radicales de izquierda.

Entre los retos de Sánchez y sus nuevos aliados además de la complicada relación con el gobierno catalán de Quim Torra (heredero del destituido y exiliado  Carles Puigdemont); el restablecimiento de los niveles de crecimiento de la economía; las tensiones políticas en la zona; las últimas decisiones comerciales desfavorables del gobierno norteamericano de Donald Trump y además, en este caso ratificar o moderar la postura española con el gobierno de Nicolás Maduro toda vez que Rajoy fue su más activo critico y también propulsor de las sanciones impuestas por la Unión Europea a funcionarios del gobierno venezolano. “Una primavera con caminos de espinas” diría un andaluz.  

NUEVO DIÁLOGO: ¿PARA QUÉ?

Luego de su reelección Nicolás Maduro propuso nuevamente la apertura de un diálogo para abordar los principales temas de la crisis nacional con tendencia cotidiana al agravamiento de los niveles de hiperinflación y violencia delictiva. En este sentido, durante la semana se realizaron varios encuentros en Miraflores con representantes del sector privado y voceros de la oposición. La Asociación Bancaria propuso el aplazamiento de la entrada en vigencia del nuevo cono monetario que debió comenzar el lunes 4 de junio. Un planteamiento pertinente toda vez que resultaba claro que no estaban dadas las condiciones técnicas ni operativas para un cambio de esta naturaleza. El mandatario acogió la propuesta en el entendido que de otra manera se habrían complicado al máximo las dificultades que ahora viven todos los días los usuarios del sistema bancario.

También el gobernante sostuvo reuniones con ex candidato presidencial de Esperanza por el Cambio (EEC) Javier Bertucci; el dirigente copeyano Pedro Pablo Fernández en representación de la alianza que sustentó la postulación de Henri Falcón; con directivos de los medios de comunicación y los cuatro gobernadores opositores: Laidy Gómez (Táchira), Antonio Barreto Sira (Anzoátegui),  Alfredo Díaz (Nueva Esparta) y Ramón Guevara (Mérida). En este caso el único tema tratado fue la liberación de los presos políticos como consecuencia de las acciones de protestas del 2014-2017, la mayoría de los cuales fueron objeto de maltratos y torturas además de la violación de su debido proceso. Al mediodía del pasado viernes fueron puestos en libertad los primeros beneficiados con la medida entre los cuales se destacan el ex alcalde de San Cristobal Daniel Ceballos y el general retirado Ángel Vivas, si bien la expectativa periodística se centraba en una posible medida a favor de Leopoldo López quien permanece recluido en su residencia pese a los reiterados llamados para su liberación hechos por instancias internacionales y por un importante grupo de gobernantes.
Es tradición que al comienzo de un nuevo mandato se adopten medidas de este tipo como una demostración de “borrón y cuenta nueva”, incluso en los régimenes más represivos y primitivos como los casos de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. El propio Hugo Chávez luego de su reeleción en 2007 adoptó una medida de este tipo con supuestos implicados en los sucesos de abril del 2002. No obstante la necesidad de un diálogo en función de un acuerdo nacional pasa ahora por otros parámetros que van más allá de los simples encuentros entre oposición y gobierno (ambos factores severamente castigados por el voto en las recientes elecciones del 20 de mayo) y que debería incluir  también a los más diversos sectores de la sociedad dada la urgencia de un compromiso que facilite literalmente la reconstrucción económica y social del país. 



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