Análisis
¿EL CAMBIO EN
ESPAÑA INFLUYE EN VENEZUELA?
Con un puro en la
mano y frente a una copa de tinto en un salón del Anahy en la Puerta de Alcalá,
Mariano Rajoy conoció que la mayoría parlamentaria votaría una moción que lo
colocaba fuera de la Presidencia del Gobierno. Similares propuestas durante los
mandatos de Adolfo Suárez y Felipe González fueron negadas, y de allí que la
alta dirigencia del Partido Popular (PP) reunida en el elegante restaurant,
apostaba a que la historia volvería a repetirse; sin embargo no ocurrió de esta
manera y sorpresivamente 180 votos a favor contra 169 en contra y una
abstención, abrieron el camino al líder socialista Pedro Sánchez (previa
aprobación del Rey Felipe VI) para ejercer el poder hasta el final del período
y constituir un nuevo equipo ejecutivo con el apoyo inicial del PSOE, Podemos,
organizaciones nacionalistas, separatistas catalanas y vascas así como de otras
regiones.
Por primera vez
desde 1977 el cambio en “La Moncloa” no ocurría mediante elecciones al tiempo
que ello fracturaba la tradicional alternancia de administraciones del PSOE y
PP para dar paso a una alianza ocasional que deberá enfrentar un clima político
enrarecido por la crisis autonómica de Cataluña, cambios en el escenario
regional y el evidente debilitamiento de las dos principales fuerzas
partidistas. Si bien la moción fue
propuesta como consecuencia del gigantesco entramado de corrupción del llamado
caso “Gürtel” que salpicaría
a Rajoy (en la línea de las destituciones de mandatarios de moda en América
Latina) en el fondo gravitan un enorme descontento, recogido por las encuestas
con la gestión de Rajoy, el deterioro del cuadro económico y los desencuentros
en el seno en los dos principales partidos. El PP ciertamente mantuvo su
mayoría en las últimas elecciones pero con tendencia a la caída en un
electorado natural que resiente la competencia del partido Ciudadanos
liderizado por Albert Rivera que levanta
propuestas ideológicas y programáticas similares. Y sí bien el nuevo gobernante
recuperó hace dos años el control del PSOE lo hizo marcando distancia con la
jefatura tradicional simbolizada por el nombre de Felipe González y además
acercamientos con Podemos (aliado hispano del chavismo) y otras formaciones con
planteamientos radicales de izquierda.
Entre los retos de
Sánchez y sus nuevos aliados además de la complicada relación con el gobierno catalán
de Quim Torra (heredero del destituido y exiliado Carles Puigdemont); el restablecimiento de los
niveles de crecimiento de la economía; las tensiones políticas en la zona; las
últimas decisiones comerciales desfavorables del gobierno norteamericano de Donald
Trump y además, en este caso ratificar o moderar la postura española con el
gobierno de Nicolás Maduro toda vez que Rajoy fue su más activo critico y también
propulsor de las sanciones impuestas por la Unión Europea a funcionarios del
gobierno venezolano. “Una primavera con caminos de espinas” diría un
andaluz.
NUEVO
DIÁLOGO: ¿PARA QUÉ?
Luego de su
reelección Nicolás Maduro propuso nuevamente la apertura de un diálogo para
abordar los principales temas de la crisis nacional con tendencia cotidiana al
agravamiento de los niveles de hiperinflación y violencia delictiva. En este
sentido, durante la semana se realizaron varios encuentros en Miraflores con
representantes del sector privado y voceros de la oposición. La Asociación Bancaria
propuso el aplazamiento de la entrada en vigencia del nuevo cono monetario que
debió comenzar el lunes 4 de junio. Un planteamiento pertinente toda vez que
resultaba claro que no estaban dadas las condiciones técnicas ni operativas
para un cambio de esta naturaleza. El mandatario acogió la propuesta en el
entendido que de otra manera se habrían complicado al máximo las dificultades
que ahora viven todos los días los usuarios del sistema bancario.
También el gobernante
sostuvo reuniones con ex candidato presidencial de Esperanza por el Cambio
(EEC) Javier Bertucci; el dirigente copeyano Pedro Pablo Fernández en
representación de la alianza que sustentó la postulación de Henri Falcón; con
directivos de los medios de comunicación y los cuatro gobernadores opositores:
Laidy Gómez (Táchira), Antonio Barreto Sira (Anzoátegui), Alfredo
Díaz (Nueva Esparta) y Ramón Guevara (Mérida). En este caso el único tema
tratado fue la liberación de los presos políticos como consecuencia de las
acciones de protestas del 2014-2017, la mayoría de los cuales fueron objeto de
maltratos y torturas además de la violación de su debido proceso. Al mediodía
del pasado viernes fueron puestos en libertad los primeros beneficiados con la
medida entre los cuales se destacan el ex alcalde de San Cristobal Daniel
Ceballos y el general retirado Ángel Vivas, si bien la expectativa periodística
se centraba en una posible medida a favor de Leopoldo López quien permanece
recluido en su residencia pese a los reiterados llamados para su liberación
hechos por instancias internacionales y por un importante grupo de gobernantes.
Es tradición que al
comienzo de un nuevo mandato se adopten medidas de este tipo como una
demostración de “borrón y cuenta nueva”, incluso en los régimenes más
represivos y primitivos como los casos de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez
Jiménez. El propio Hugo Chávez luego de su reeleción en 2007 adoptó una medida
de este tipo con supuestos implicados en los sucesos de abril del 2002. No
obstante la necesidad de un diálogo en función de un acuerdo nacional pasa ahora
por otros parámetros que van más allá de los simples encuentros entre oposición
y gobierno (ambos factores severamente castigados por el voto en las recientes
elecciones del 20 de mayo) y que debería incluir también a los más diversos sectores de la
sociedad dada la urgencia de un compromiso que facilite literalmente la
reconstrucción económica y social del país.
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