jueves, 21 de junio de 2018

COLOMBIA: CONSERVADORES Y LIBERALES YA NO DECIDEN


El día de hoy, 17 de abril, Colombia acude a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, luego de una intensa campaña que reafirmó las tendencias registradas en la primera votación el 27 de mayo, en torno a Iván Duque del Centro Democrático, ahora reforzado con el apoyo del Partido Conservador y otras organizaciones de centro-derecha y Gustavo Petro del  Movimiento Colombia Humana, derivación del Movimiento Progresistas al frente de una alianza de partidos y personalidades de izquierda. Los precandidatos Sergio Fajardo (Polo Democrático Alternativo, Alianza Verde y Movimiento Compromiso Ciudadano) que obtuvo la tercera posición con fuerte impacto en las clases medias al igual que Germán Vargas Lleras (Partido Cambio Radical y Movimiento Mejor Vargas Lleras) anunciaron el voto en blanco, ambos en la primera vuelta obtuvieron caudales electorales que se consideraban importantes para la decisión final a favor o en contra en las dos candidaturas polarizadas.  
 
Varios hechos significativos definen la segunda consulta: desaparece la histórica competencia entre los partidos Liberal y Conservador y emergen nuevas referencias, que si bien algunas provienen del seno de ambos actúan en alianza con factores emergentes y con propuestas programáticas diferentes. Duque, cuyo triunfo pronostican todas las encuestas de manera irreversible con 51 por ciento de los sufragios y Petro con alrededor del 38 por ciento (el voto en blanco se ha convertido en tendencia y se estima el 10 por ciento), surgirán a partir de hoy como los ejes de la política de Colombia. Duque,  alumno del expresidente Álvaro Uribe, deberá actuar sin embargo en el marco de nuevas exigencias como la ratificación o reajuste de los acuerdos de paz con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmados durante el gobierno de Juan Manuel Santos; decidir si continua o se cancela la negociación con el Ejercito de Liberación Nacional (ELN) que ahora se celebra en La Habana y enfrentar el tema de las relaciones con Venezuela seriamente agravadas por el creciente éxodo de nativos hacia ciudades del vecino país; además de definir nuevas políticas económicas ante el incremento de los cultivos de droga, la violencia política que arroja y en lo que va del año el asesinato de 98 líderes sociales, y los tradicionales niveles de desigualdad que castigan a los sectores de menores ingresos.

Petro, el primer líder de izquierda que polariza la disputa presidencial y que según los sondeos obtendría la mayoría en Bogotá y en los estados de la Costa del Pacifico, ha prometido una oposición menos radical en función de encuentros con sectores de la sociedad civil para abordar los temas fundamentales de la problemática nacional;  y seguramente también como una estrategia para acumular fuerzas independientes en función de venideros eventos. Duque, sin embargo, deberá atender al llamado “caso Venezuela” ante el cual Santos mantuvo una postura radicalmente crítica y sin negar incluso la posibilidad de un conflicto armado. El futuro presidente también consecuente con la predica de Uribe llegó a prometer recientemente “que llevaría a Maduro ante la justicia internacional”, Petro, que durante la campaña fue acusado de vinculaciones con el chavismo, dado su pasado como guerrillero del M-19 ha coincidido en que la situación venezolana requiere de medida mucho más directas y concretas que las consabidas exhortaciones de los organismos multilaterales. Mañana amanecerá y veremos.

¿CAMBIO EN EL GRUPO DE LIMA?       

El resultado de la reciente Conferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), convocada por Estados Unidos a través de su Secretario de Estado Mike Pompeo y la gestión directa del Vicepresidente Mike Pence, para aprobar la exclusión de Venezuela del organismo, la cual no pudo lograrse al no alcanzar la moción de los votos necesarios, parece haber provocado un cambio en la estrategia del Grupo de Lima en relación a la crisis venezolana.  Esta semana, el canciller chileno, Roberto Ampuero, (quien fue uno de los más activos y críticos en la reunión de Washington) declaró que para su gobierno “los venezolanos son los únicos responsables de resolver sus problemas” y que el Grupo de Lima procura “una solución negociada, pacífica, política y de diálogo”.  En la misma dirección se pronunció el canciller de Brasil, Aloysio Nunes, quien aseguró que su país “se opone a cualquier tipo de intervención en Venezuela y que, aunque el gobierno de Maduro no es democrático, la salida debe de ser negociada, de buena fe y entre todos los actores políticos”. Mientras que, el Presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, sostiene que “medidas unilaterales no creo que sean las que corresponden en este caso”. Sin duda se trata de un cambio en la percepción de los países latinoamericanos en torno a la evolución de la crisis venezolana que hasta hace dos semanas se basaba en acentuar sanciones y restricciones así como la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. 

SANGRE EN NICARAGUA

Luego de 57 días de protestas que han causado hasta la fecha 148 muertes y miles de heridos según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, la oposición decidió entre otras medidas convocar un paro nacional de 24 horas y reforzar las acciones para la salida de Daniel Ortega. Una crisis que en otro contexto no pasaría de ser un mecanismo legitimo de presión, en el caso de Nicaragua asume otras características en un país que durante décadas ha vivido  cruentos períodos de guerra civil. Lo que comenzó como el rechazo a un decreto que elevaba el costo de las pensiones de seguridad social, de acuerdo a recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), y que por cierto fue revocado inmediatamente, ahora se reproduce la histórica confrontación violenta de los países centroamericanos y de modo especial en la tierra de Sandino, no solamente entre policías y manifestantes sino entre las “turbas sandinistas”de Ortega y grupos armados generalmente vinculados a la delincuencia y el trafico de drogas, al margen de la conflictividad puramente política. Augusto César Sandino, “El general de hombres libres, en los años treinta, sembró en los nicaragüenses la frase: “Yo quiero patria libre o morir”.   

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