La mañana es luminosa y un hermoso
horizonte luce despejado. Caminamos por el campo de Birkenau (“El boque de
abedules”), y cuesta pensar que sobre esta misma tierra existieran hornos
crematorios, cámaras de gas y barracas de hacinamiento en las cuales llegaron a
vivir más de 90 mil personas, mientras contaban las horas que los llevarían a
la muerte. Birkenau se conoce como Auschwitz III e impresiona creer que en este
paraje de extraordinaria belleza hubiese funcionado una siniestra maquinaria
del genocidio. El 27 de enero de 1945 el ejército ruso liberó el último campo de
concentración nazi. Han pasado los años y lo abedules siguen tristes.
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