En 1975, Gonzalo Martner, Exministro
de Planificación de Salvador Allende, presentó en el Ateneo de Caracas su
libro, “Chile, los mil días de una economía sitiada”. Un estudio sobre las
circunstancias que condujeron al derrocamiento del presidente chileno en
septiembre de 1973. Martner era conocido y respetado como unos de los más lúcidos
especialistas en el tema de la inflación, que como se sabe, era un factor
recurrente de las economías suramericanas. A los días, lo entrevisté para el
diario Punto en su oficina del CENDES de la UCV, porque por obra del incremento
de los precios petroleros, ya se advertía sobre la posibilidad de que esta patología
macroeconómica poco conocida en el país, se hiciera venezolana. Martner hizo
una clarísima exposición de las razones por las cuales los países del Cono Sur habían
tenido que enfrentar, en situaciones de desventaja, altos niveles de inflación,
los cuales les tocó manejar en Chile y que fue una de las causas del costoso
fracaso de la experiencia allendista. Fue categórico al decir que pensaba que Venezuela
no estaba expuesta, por ahora, a un peligroso contagio inflacionario o
hiperinflacionario. Al despedirnos, sonriente, comento: “Sin embargo, por lo
que he observado en estos días en Caracas, deben tener mucho cuidado, porque percibo
que el venezolano es un consumidor ‘consumista’”. A los pocos meses, una frase
se hizo popular en las tiendas de Miami: “Ta’ barato, dame dos”.
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