En
el momento del bombardeo, el 6 de agosto 1945 Hiroshima era una ciudad de
cierta importancia industrial y militar y algunos campamentos militares se
encontraban en los sus alrededores, incluyendo los cuarteles generales de la
5ta División y de los del 2do Ejército del Mariscal de Campo HataShunroku,
quien comandaba la defensa de toda la parte sur del país. Se estima que hacia
finales de ese año las bombas habían matado a 166 mil personas en Hiroshima y
80 mil en Nagasaki (bombardeado el 9 de agosto), totalizando unas 246 mil
muertes, aunque solo la mitad falleció los días de los bombardeos. Entre las víctimas
de 15 a 20 por ciento fallecieron por lesiones o enfermedades atribuidas por la
radiación. El presidente Barack Obama en su reciente gira a Japón visito Hiroshima
y en una breve ceremonia hizo una ofrenda floral y pronunció un discurso que recordó
los bombardeos ordenados por su país durante
la Segunda Guerra Mundial, los cuales calificó “como una de las peores atrocidades
de la historia”. El mandatario abogó por el cese de la carrera nuclear pero
advirtió “que no pediría perdón”. Como dice el refrán: “guerra es guerra”.
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