CHÁVEZ SIGUE VIVO
Han
pasado tres meses de la muerte de Hugo Chávez y pareciera que no ha ocurrido
nada distinto a lo vivido durante los 14 años de su mandato. Tanto chavismo
como oposición no logran entender que el país ha entrado en un nuevo escenario,
que si bien no implica la ruptura con el pasado inmediato, obliga a actitudes y
comportamientos distintos. La situación es más patética en el mundo oficialista.
Maduro, Cabello y Jaúa siguen actuando como si se tratara de la reencarnación
del líder fundador. Maduro persiste en largos discursos, en el énfasis de la
revolución radical y en la calificación de “fascistas” a los adversarios. Lo
mismo ocurre con las otras dos figuras más representativas del régimen.
No
comprenderían que el lenguaje impulsivo, subido de tono y provocador pertenecía
a la personalidad y al estilo de Chávez. Más que un Presidente con criterio
gerencial, éste fue un caudillo que hizo del discurso, de la manera de
comunicarse con la gente, el principal atributo de su liderazgo. Esa forma de
gobernar no es transferible a otro dirigente aunque se considere su heredero
legítimo. Para Chávez la política (y curiosamente con ello tuvo éxito) se
afirmaba en la confrontación abierta, en la agresión al opositor que para él
era simplemente “el enemigo”. Ello funcionó en la primera fase de desafío con
los partidos tradicionales y en el proceso de demolición de instituciones y el
aparato productivo. Tratar de reproducir ese esquema ya no es posible y más
bien ahora tendría un grave costo para quienes lo intenten.
La
reacción impulsiva e impensada a la reunión de Santos y Capriles Radonski la semana pasada en Colombia, es un ejemplo de
ello. En horas tuvo que producirse una rectificación que era inevitable, pero
el hecho deja huellas inconvenientes en
una relación entre dos países que resultaba favorables para ambos. Maduro debería moderar sus propuestas,
abandonar la oratoria inagotable propia
de su maestro y acentuar más bien los pasos que viene dando de apertura con sectores
económicos, de lucha contra la inseguridad como el “Plan Patria Segura”, en el
programa de normalización del servicio eléctrico y su llamado “Gobierno de
calle”. Mal que bien estas iniciativas deberían
tener en el tiempo algunos resultados positivos que de antemano son negados por
una oposición que no percibe señales de convivencia ni comunicación.
Maduro
debería tomar en cuenta los consejos que le fueron dados públicamente por dos
de sus más importantes aliados internacionales y de alguna manera, fiadores
ante la ofensiva latinoamericana contra la legitimidad de su gobierno. Inácio
Lula Da Silva el ex presidente brasileño advirtió al mandatario la necesidad de
comprender que gobierna en un país que se reparte en dos bloques casi iguales
lo cual obliga a un manejo realista de las situaciones. José “Pepe” Mujica el
presidente de Uruguay se pronunció en la
misma dirección señalando que sólo de esta manera podría asegurarse el avance y
la estabilización del proyecto original del chavismo. ¿Son acaso críticas o
señalamientos descabellados? Tendrían que verse, en todo caso, como dos
valiosas recomendaciones de quienes en las circunstancias más difíciles de los
últimos meses han demostrado comprensión e identidad con el régimen venezolano.
En
el lado opositor tampoco existe consciencia de la necesidad de “hacer política”
en el mejor sentido de la palabra y no limitarse solamente a la denuncia
automática. Esta bien que se insista en la necesidad que se aclaren las
sospechas sobre manejos fraudulentos en
las elecciones del 14-A; y que se alerte a la comunidad internacional sobre la
tendencia a su deslegitimación de desempeño, lo que obligaría a la aplicación
de la Carta Democrática
Interamericana. Pero acaso sólo ello garantiza la acumulación de fuerzas para
asegurar la mayoría en venideros eventos electorales. ¿Dónde están las
propuestas hacia el futuro? ¿Dónde están los gestos capaces de convencer a los
venezolanos que no se apuesta a la acción directa (con lo cual se le haría el
juego al gobierno) sino que se trata de asegurar reglas de convivencia entre la
mayoría de los venezolanos, más allá de sus diferencias políticas?
Manuel Felipe, Saludos
ResponderEliminarPara la oposición, no todo es electoral, debería denunciar los errores y abusos y proponer las soluciones. Si logra convencer, los votos vendrán solos.
Ese es el camino
Ruben
me parece mezquino el ataque a la oposición, falta mucho por hacer, es cierto, pero la lucha se esta dando por buen camino!
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