El ABC
de Hiram Gaviria / Diputado y Exministro de Agricultura y Cría
“En
torno a las importaciones agroalimentarias
hay un
gran negocio.”
El
Estado dilapidó grandes cantidades de dinero y la producción que no se mantuvo,
sino que se vino al suelo. Hay extensos territorios en Táchira, Apure, Barinas,
Zulia, Guárico, en donde la ley la imponen los irregulares. No llegaremos a una
hambruna, porque Venezuela tiene todavía tierras, productores y capacidad
instalada, señala el Coordinador Nacional del Partido PUENTE.
Manuel
Felipe Sierra
Es
uno de los más reconocidos expertos en materia agropecuaria, con años en el
ejercicio de la docencia en varias universidades. Su programa de televisión “La
Siembra de un País” permaneció en el aire durante varios años, y se desempeñó
como ministro de Agricultura y Cría, y embajador en Francia. Actualmente es
diputado de la Asamblea Nacional y ha promovido una plataforma de la sociedad
civil que procura el entendimiento para enfrentar la polarización política.
Estas son sus reflexiones para el ABC de la Semana.
Pasan
los días y no hay respuestas eficaces del gobierno para enfrentar el problema
del desabastecimiento y la escasez. Incluso algunos analistas no descartan la
posibilidad de una crisis o una catástrofe alimentaria.
Ciertamente estamos
produciendo menos alimentos en Venezuela, y somos cada vez más dependientes de
las importaciones, en algunos rubros como el café, que llegamos a producir 1
millón 400 mil quintales (un quintal tiene 46 kilogramos); las cifras que
tenemos de los productores y de las torrefactoras es que la última cosecha
estuvimos alrededor de 600 mil quintales, y estamos trayendo del exterior 800
mil quintales, cuando antes, no solamente estábamos autoabastecidos de café,
sino que además exportábamos este rubro.
¿Y
eso sucede también con otros productos?
Si, lo mismo sucede con
cereales como el arroz o el maíz blanco. Con respecto al arroz, FEVEARROZ, la
Federación Venezolana de Arroceros, pero también ASOVEMA, la Asociación
Venezolana de Molineros del Arroz, nos hablan que en las últimas dos cosechas,
la de verano y la de invierno del año 2014, apenas produjimos 715 mil
toneladas, y el país requiere 1 millón 250 mil toneladas. Además estamos
trayendo arroz del exterior, unas 600 mil toneladas, cuando antes éramos un
país autoabastecido y exportador. Del maíz blanco de las arepas, FEDEAGRO
señala que en la última cosecha estuvimos cerca de las 750 mil toneladas y el
país requiere 1 millón 400 mil toneladas, estamos trayendo más de 700 mil de maíz
blanco desde el exterior. Carne de bovinos, la Federación Nacional de
Ganaderos, también la Federación de Industriales de la Carne y ASOFRIGO los
frigoríficos, señalan que en el año 2014 produjimos 280 mil toneladas de carne
de bovino y el país llego a producir 450 mil toneladas, y estamos trayendo del
exterior más de 300 mil toneladas. Y esto, por supuesto, se expresa en bodegas,
abastos y supermercados. El ama de casa que va a buscar estos cuatro productos:
café, arroz, maíz y carne; esto sin incluir pollos, aceites vegetales o azúcar,
no los consigue o cuando los consigue en los mercados informales tiene que
pagar 10 o 15 veces su precio. Por ejemplo, el café está regulado en 46
bolívares el kilogramo y lo consigues en más de 1200 o 1300 bolívares. El pollo
está regulado en 65 bolívares, y tienes que pagar hasta 500 bolívares por un
kilogramo. Esto, por supuesto, crea una crisis de abastecimiento y de consumo.
Y
lo más grave es que se desconocen las cifras reales respecto a este tema.
Ciertamente, existen los
principales indicadores del consumo del sector privado, ya que el Banco Central
de Venezuela no pública desde hace 10 meses estadísticas oficiales; que indican,
sin embargo, que el consumo alimenticio en Venezuela, que creció en el año
2010, a partir del año 2011 o 2012 viene decreciendo. Estamos ciertamente en
presencia de problemas del sector agroalimentario por la caída de la producción
y la caída del consumo.
Venezuela
ha sido tradicionalmente una “economía de puerto”, por supuesto agravado en los
últimos años. Pero todos recordamos que durante muchos años productos como la
leche, la mantequilla y la carne eran importadas. Luego se dio un impulso muy
grande a la producción y a las exportaciones, pero siempre Venezuela ha tenido
la tendencia a importar. Tú fuiste ministro de Agricultura y Cría, y te toco
enfrentar esta situación en otras circunstancias, pero cuál es el punto de
inflexión, cual es de verdad en el caso de la agricultura la causa de una caída
tan brutal como la actual que pareciera que vivimos una situación típica de
postguerra.
Tal como tú lo señalas, los
problemas del sector agrícola, referidos a la caída de la producción y a las
importaciones, no comenzaron en 1999. Desde hace tiempo ya venía un país que
reducía su producción y que aumentaba sus importaciones. Ahora, a partir de los
años 2002 esta tendencia se agrava. Cuáles son los puntos, porque hay varios.
¿Cuáles son los puntos de inflexión?, yo diría en primer lugar la pérdida de
seguridad jurídica, si bien en la Venezuela de los años 40’s, 50’s, 60’s, la
segunda mitad del siglo XX, había problemas en la agricultura, el productor se
sentía dueño de su unidad de producción. A partir de la Ley de Tierras de
finales del 2001, del “Proceso Zamorano”, del proceso de confiscaciones de
unidades de producción primarias, de empresas de procesamiento como por ejemplo
el Central Cumanacoa, o la Procesadora de Sardinas La Gaviota, o empresas que
se confiscaron en Portuguesa y en Guárico, molinos de arroz o procesadoras de
aceite, y especialmente la confiscación de AGROISLEÑA, fue un punto muy grave
que desalentó las inversiones en el campo.
“ECONOMÍA
DE PUERTO”
Igual
ocurrió con los cultivos y las empresas procesadoras de caña de azúcar.
Exacto, la confiscación que se
produjeron en Yaracuy, en el valle de Rio Turbio se une a este proceso de
pérdida de seguridad jurídica. Este fue un punto demasiado importante en la
caída de la producción. Al lado de ello se ha agravado el tema de la inseguridad
personal, la vida y los bienes de los productores y de la familia rural
venezolana nunca antes habían estado tan amenazada por las guerrillas.
Si
el problema de la inseguridad se agrava cada día en las ciudades, hay que
suponer que en el campo la situación es peor.
Así es, el robo, el secuestro
y eso que se conoce como el “pago de vacuna” son problemas cotidianos. Hay
también extensos territorios en Táchira, Apure, Barinas, Zulia, Guárico, en
donde la ley la imponen los irregulares, llámense guerrilla o hampa común, y
esto ahuyenta la presencia del propietario en la unidad de producción y
ahuyenta la inversión. Yo pondría en el tercer lugar el deterioro de la
infraestructura de vías de comunicación. Luego están los temas de los precios,
tenemos una economía centralizada, controlada, se han congelado los precios y
cae el productor en un proceso inflacionario. Entonces se le obliga a vender el
arroz a 8,60 cuando los costos de producción están por encima de los 19
bolívares, como hemos visto en el caso concreto de la última cosecha del
producto. Luego presenciamos un proceso que facilita las importaciones, porque
en torno a las importaciones agroalimentarias hay un gran negocio. Quienes
otorgan los dólares, y quienes reciben los dólares hacen un manejo ilícito de
esta prerrogativa, y hay que señalar que hoy en día el grueso de las
importaciones agroalimentarias está en manos del sector público.
Esos
son datos muy importantes que establecen una diferencia con lo que ocurría en
el pasado en el sector agrícola.
Así es, hoy en día todo el trigo, el azúcar
crudo, la leche en polvo, la carne, el maíz, el arroz, el café que llega al
país importado lo trae el sector público. Y es alrededor del sector público y
el otorgamiento de divisas, donde hay estos manejos que se traducen en
sobrefacturaciones, o compras que se hacen en el exterior con productos que
finalmente no llegan a Venezuela.
El
gobierno decretó estados de excepción en varia zonas limítrofes, para evitar la
fuga de comida.
Sin duda, mucha de esa
producción se va del país. El caso, por ejemplo, del café. El principal
productor de café de Venezuela es el estado Portuguesa, pero también producimos
en el estado Mérida, en Guárico, El Tocuyo, en Los Andes, en Táchira. El
productor recibe hoy en día, 12 o 13 mil bolívares por quintal, y ese quintal
en Colombia se vende en 90 mil. Allí hay un incentivo muy grande, porque el
productor de café nacional no recibe el precio remunerativo, y en consecuencia
existe este diferencial que estimula la salida del café. Pero lo mismo sucede
con las reses, al igual que con otros productos que no tienen en Venezuela el
precio rentable que tienen en Colombia u otros países.
NO
A LA HAMBRUNA
Chávez
habló mucho de entregar tierra a las comunas y cooperativas, y hasta de
convenios con otros países, como por ejemplo con Vietnam para la producción de
arroz. ¿Qué ocurrió con esos proyecto?, se paralizaron con las olas de
confiscaciones o nunca se pusieron en marcha.
Lamentablemente cuando uno
pasa revista a unidades de producción que fueron confiscadas, Hato “Charcote”
en Cojedes, “La Vaca” en Guárico, “La Marqueseña” en Barinas, y otros complejos
agroindustriales, se consigue con que eso hoy en día no es ni la sombra de lo
que llegaron a ser, se ha deteriorado la producción, los obreros y trabajadores
de esas unidades de producción no reciben la remuneraciones y los beneficios
anunciados, y el Estado ha gastado grandes cantidades de dinero prácticamente a
fondo perdido. El caso más emblemático es AGROISLEÑA, cuando en octubre del
2010 se le pone la mano, era una empresa próspera, vendía más de 400 millones
de dólares al año en semilla, en fertilizantes, agroquímicos, instrumentos,
equipos agropecuarios, financiaba la producción, tenía presencia en 20 de los
23 estados, 3 mil empleos directos, y el sustituto de esta empresa que fue
AGROPATRIA es hoy un ente al que se ha inyectado a fondo perdido más de 600
millones de dólares y no abastece la demandas de los agricultores. Ese es un
ejemplo muy palpable de los que resultó el proceso confiscatorio en el campo.
Por eso es que cuando señalo al comienzo de esta entrevista algún punto de
inflexión, fue la pérdida de la seguridad jurídica, las confiscaciones, las
expropiaciones, las tomas forzosas de unidades de producción que devinieron en
“elefantes blancos”, en los cuales el Estado gastó, invirtió, dilapidó grandes
cantidades de dinero y la producción, no sólo no se mantuvo sino, que se vino
al suelo.
La
situación que describes es tan grave que habría razones, como decíamos al
comienzo, para que algunos observadores y también especialistas no descarten la
posibilidad de una crisis alimentaria en el país, como las que suelen ocurrir
en África o en Haití, en el caso de América Latina.
La situación de la caída de la
producción y del desabastecimiento es bastante grave, y tiende a emporarse si
no se toman medidas para estimular la producción interna, y sanear la
exportaciones, hoy en día contaminadas por el flagelo de la corrupción. Pero
nosotros no llegaremos nunca a los estados de hambruna a los que tú has hecho
referencia en el Caribe, Centro América o África. Lo lamentable es que el
gobierno no se dé cuenta de este flagelo que afecta a todos, porque todos los
venezolanos, todo ser humano necesita alimentos para su sobrevivencia, pero los
bolsillos y estómagos más afectados son de los sectores más pobres, porque
estos tienen que gastar mayor cantidad de dinero en gasto en alimentación, y un
porcentaje mayor de su ingreso tienen que destinarlo a estos gastos, y cuando,
como normalmente ocurre, no consiguen los productos y tienen que pagarlos a
precios exorbitantes pues se ven afectados en su nivel de vida, con más
ferocidad que sectores medios o altos, digamos hablando desde el punto de vista
socio-económico. No llegaremos a esos niveles de hambruna, Venezuela tiene
todavía tierras, productores y capacidad instalada, y más que bien tenemos
petróleo en el subsuelo que nos genera un ingreso, cada vez menor día tras día,
pero un ingreso que nos permite algunas importaciones. Si nosotros
estimuláramos la producción interna y saneáramos las importaciones, cuando digo
sanear digo de limpiarlas del morbo de la corrupción, pudiéramos garantizar en
corto plazo el pleno abastecimiento de por ejemplo de arroz, de cereales, verduras
y hortalizas, que son los rubros que responden más rápidamente, y en el mediano
plazo garantizar el pleno abastecimiento de leche, carne, pescados, pollos y
cerdos.
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