martes, 8 de diciembre de 2015

ABC de la Semana

El ABC de Hiram Gaviria / Diputado y Exministro de Agricultura y Cría

“En torno a las importaciones agroalimentarias
hay un gran negocio.”

El Estado dilapidó grandes cantidades de dinero y la producción que no se mantuvo, sino que se vino al suelo. Hay extensos territorios en Táchira, Apure, Barinas, Zulia, Guárico, en donde la ley la imponen los irregulares. No llegaremos a una hambruna, porque Venezuela tiene todavía tierras, productores y capacidad instalada, señala el Coordinador Nacional del Partido PUENTE.

Manuel Felipe Sierra

Es uno de los más reconocidos expertos en materia agropecuaria, con años en el ejercicio de la docencia en varias universidades. Su programa de televisión “La Siembra de un País” permaneció en el aire durante varios años, y se desempeñó como ministro de Agricultura y Cría, y embajador en Francia. Actualmente es diputado de la Asamblea Nacional y ha promovido una plataforma de la sociedad civil que procura el entendimiento para enfrentar la polarización política. Estas son sus reflexiones para el ABC de la Semana.

Pasan los días y no hay respuestas eficaces del gobierno para enfrentar el problema del desabastecimiento y la escasez. Incluso algunos analistas no descartan la posibilidad de una crisis o una catástrofe alimentaria.

Ciertamente estamos produciendo menos alimentos en Venezuela, y somos cada vez más dependientes de las importaciones, en algunos rubros como el café, que llegamos a producir 1 millón 400 mil quintales (un quintal tiene 46 kilogramos); las cifras que tenemos de los productores y de las torrefactoras es que la última cosecha estuvimos alrededor de 600 mil quintales, y estamos trayendo del exterior 800 mil quintales, cuando antes, no solamente estábamos autoabastecidos de café, sino que además exportábamos este rubro.

¿Y eso sucede también con otros productos?

Si, lo mismo sucede con cereales como el arroz o el maíz blanco. Con respecto al arroz, FEVEARROZ, la Federación Venezolana de Arroceros, pero también ASOVEMA, la Asociación Venezolana de Molineros del Arroz, nos hablan que en las últimas dos cosechas, la de verano y la de invierno del año 2014, apenas produjimos 715 mil toneladas, y el país requiere 1 millón 250 mil toneladas. Además estamos trayendo arroz del exterior, unas 600 mil toneladas, cuando antes éramos un país autoabastecido y exportador. Del maíz blanco de las arepas, FEDEAGRO señala que en la última cosecha estuvimos cerca de las 750 mil toneladas y el país requiere 1 millón 400 mil toneladas, estamos trayendo más de 700 mil de maíz blanco desde el exterior. Carne de bovinos, la Federación Nacional de Ganaderos, también la Federación de Industriales de la Carne y ASOFRIGO los frigoríficos, señalan que en el año 2014 produjimos 280 mil toneladas de carne de bovino y el país llego a producir 450 mil toneladas, y estamos trayendo del exterior más de 300 mil toneladas. Y esto, por supuesto, se expresa en bodegas, abastos y supermercados. El ama de casa que va a buscar estos cuatro productos: café, arroz, maíz y carne; esto sin incluir pollos, aceites vegetales o azúcar, no los consigue o cuando los consigue en los mercados informales tiene que pagar 10 o 15 veces su precio. Por ejemplo, el café está regulado en 46 bolívares el kilogramo y lo consigues en más de 1200 o 1300 bolívares. El pollo está regulado en 65 bolívares, y tienes que pagar hasta 500 bolívares por un kilogramo. Esto, por supuesto, crea una crisis de abastecimiento y de consumo.

Y lo más grave es que se desconocen las cifras reales respecto a este tema.

Ciertamente, existen los principales indicadores del consumo del sector privado, ya que el Banco Central de Venezuela no pública desde hace 10 meses estadísticas oficiales; que indican, sin embargo, que el consumo alimenticio en Venezuela, que creció en el año 2010, a partir del año 2011 o 2012 viene decreciendo. Estamos ciertamente en presencia de problemas del sector agroalimentario por la caída de la producción y la caída del consumo.

Venezuela ha sido tradicionalmente una “economía de puerto”, por supuesto agravado en los últimos años. Pero todos recordamos que durante muchos años productos como la leche, la mantequilla y la carne eran importadas. Luego se dio un impulso muy grande a la producción y a las exportaciones, pero siempre Venezuela ha tenido la tendencia a importar. Tú fuiste ministro de Agricultura y Cría, y te toco enfrentar esta situación en otras circunstancias, pero cuál es el punto de inflexión, cual es de verdad en el caso de la agricultura la causa de una caída tan brutal como la actual que pareciera que vivimos una situación típica de postguerra.


Tal como tú lo señalas, los problemas del sector agrícola, referidos a la caída de la producción y a las importaciones, no comenzaron en 1999. Desde hace tiempo ya venía un país que reducía su producción y que aumentaba sus importaciones. Ahora, a partir de los años 2002 esta tendencia se agrava. Cuáles son los puntos, porque hay varios. ¿Cuáles son los puntos de inflexión?, yo diría en primer lugar la pérdida de seguridad jurídica, si bien en la Venezuela de los años 40’s, 50’s, 60’s, la segunda mitad del siglo XX, había problemas en la agricultura, el productor se sentía dueño de su unidad de producción. A partir de la Ley de Tierras de finales del 2001, del “Proceso Zamorano”, del proceso de confiscaciones de unidades de producción primarias, de empresas de procesamiento como por ejemplo el Central Cumanacoa, o la Procesadora de Sardinas La Gaviota, o empresas que se confiscaron en Portuguesa y en Guárico, molinos de arroz o procesadoras de aceite, y especialmente la confiscación de AGROISLEÑA, fue un punto muy grave que desalentó las inversiones en el campo.

“ECONOMÍA DE PUERTO”

Igual ocurrió con los cultivos y las empresas procesadoras de caña de azúcar.

Exacto, la confiscación que se produjeron en Yaracuy, en el valle de Rio Turbio se une a este proceso de pérdida de seguridad jurídica. Este fue un punto demasiado importante en la caída de la producción. Al lado de ello se ha agravado el tema de la inseguridad personal, la vida y los bienes de los productores y de la familia rural venezolana nunca antes habían estado tan amenazada por las guerrillas.

Si el problema de la inseguridad se agrava cada día en las ciudades, hay que suponer que en el campo la situación es peor.

Así es, el robo, el secuestro y eso que se conoce como el “pago de vacuna” son problemas cotidianos. Hay también extensos territorios en Táchira, Apure, Barinas, Zulia, Guárico, en donde la ley la imponen los irregulares, llámense guerrilla o hampa común, y esto ahuyenta la presencia del propietario en la unidad de producción y ahuyenta la inversión. Yo pondría en el tercer lugar el deterioro de la infraestructura de vías de comunicación. Luego están los temas de los precios, tenemos una economía centralizada, controlada, se han congelado los precios y cae el productor en un proceso inflacionario. Entonces se le obliga a vender el arroz a 8,60 cuando los costos de producción están por encima de los 19 bolívares, como hemos visto en el caso concreto de la última cosecha del producto. Luego presenciamos un proceso que facilita las importaciones, porque en torno a las importaciones agroalimentarias hay un gran negocio. Quienes otorgan los dólares, y quienes reciben los dólares hacen un manejo ilícito de esta prerrogativa, y hay que señalar que hoy en día el grueso de las importaciones agroalimentarias está en manos del sector público.

Esos son datos muy importantes que establecen una diferencia con lo que ocurría en el pasado en el sector agrícola.

 Así es, hoy en día todo el trigo, el azúcar crudo, la leche en polvo, la carne, el maíz, el arroz, el café que llega al país importado lo trae el sector público. Y es alrededor del sector público y el otorgamiento de divisas, donde hay estos manejos que se traducen en sobrefacturaciones, o compras que se hacen en el exterior con productos que finalmente no llegan a Venezuela.

El gobierno decretó estados de excepción en varia zonas limítrofes, para evitar la fuga de comida.

Sin duda, mucha de esa producción se va del país. El caso, por ejemplo, del café. El principal productor de café de Venezuela es el estado Portuguesa, pero también producimos en el estado Mérida, en Guárico, El Tocuyo, en Los Andes, en Táchira. El productor recibe hoy en día, 12 o 13 mil bolívares por quintal, y ese quintal en Colombia se vende en 90 mil. Allí hay un incentivo muy grande, porque el productor de café nacional no recibe el precio remunerativo, y en consecuencia existe este diferencial que estimula la salida del café. Pero lo mismo sucede con las reses, al igual que con otros productos que no tienen en Venezuela el precio rentable que tienen en Colombia u otros países.

NO A LA HAMBRUNA

Chávez habló mucho de entregar tierra a las comunas y cooperativas, y hasta de convenios con otros países, como por ejemplo con Vietnam para la producción de arroz. ¿Qué ocurrió con esos proyecto?, se paralizaron con las olas de confiscaciones o nunca se pusieron en marcha.

Lamentablemente cuando uno pasa revista a unidades de producción que fueron confiscadas, Hato “Charcote” en Cojedes, “La Vaca” en Guárico, “La Marqueseña” en Barinas, y otros complejos agroindustriales, se consigue con que eso hoy en día no es ni la sombra de lo que llegaron a ser, se ha deteriorado la producción, los obreros y trabajadores de esas unidades de producción no reciben la remuneraciones y los beneficios anunciados, y el Estado ha gastado grandes cantidades de dinero prácticamente a fondo perdido. El caso más emblemático es AGROISLEÑA, cuando en octubre del 2010 se le pone la mano, era una empresa próspera, vendía más de 400 millones de dólares al año en semilla, en fertilizantes, agroquímicos, instrumentos, equipos agropecuarios, financiaba la producción, tenía presencia en 20 de los 23 estados, 3 mil empleos directos, y el sustituto de esta empresa que fue AGROPATRIA es hoy un ente al que se ha inyectado a fondo perdido más de 600 millones de dólares y no abastece la demandas de los agricultores. Ese es un ejemplo muy palpable de los que resultó el proceso confiscatorio en el campo. Por eso es que cuando señalo al comienzo de esta entrevista algún punto de inflexión, fue la pérdida de la seguridad jurídica, las confiscaciones, las expropiaciones, las tomas forzosas de unidades de producción que devinieron en “elefantes blancos”, en los cuales el Estado gastó, invirtió, dilapidó grandes cantidades de dinero y la producción, no sólo no se mantuvo sino, que se vino al suelo.

La situación que describes es tan grave que habría razones, como decíamos al comienzo, para que algunos observadores y también especialistas no descarten la posibilidad de una crisis alimentaria en el país, como las que suelen ocurrir en África o en Haití, en el caso de América Latina.

La situación de la caída de la producción y del desabastecimiento es bastante grave, y tiende a emporarse si no se toman medidas para estimular la producción interna, y sanear la exportaciones, hoy en día contaminadas por el flagelo de la corrupción. Pero nosotros no llegaremos nunca a los estados de hambruna a los que tú has hecho referencia en el Caribe, Centro América o África. Lo lamentable es que el gobierno no se dé cuenta de este flagelo que afecta a todos, porque todos los venezolanos, todo ser humano necesita alimentos para su sobrevivencia, pero los bolsillos y estómagos más afectados son de los sectores más pobres, porque estos tienen que gastar mayor cantidad de dinero en gasto en alimentación, y un porcentaje mayor de su ingreso tienen que destinarlo a estos gastos, y cuando, como normalmente ocurre, no consiguen los productos y tienen que pagarlos a precios exorbitantes pues se ven afectados en su nivel de vida, con más ferocidad que sectores medios o altos, digamos hablando desde el punto de vista socio-económico. No llegaremos a esos niveles de hambruna, Venezuela tiene todavía tierras, productores y capacidad instalada, y más que bien tenemos petróleo en el subsuelo que nos genera un ingreso, cada vez menor día tras día, pero un ingreso que nos permite algunas importaciones. Si nosotros estimuláramos la producción interna y saneáramos las importaciones, cuando digo sanear digo de limpiarlas del morbo de la corrupción, pudiéramos garantizar en corto plazo el pleno abastecimiento de por ejemplo de arroz, de cereales, verduras y hortalizas, que son los rubros que responden más rápidamente, y en el mediano plazo garantizar el pleno abastecimiento de leche, carne, pescados, pollos y cerdos.

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